Una mujer repudiada y otra amada.
de Angelillo de Uixó.
- La chica de la playa.
Lleva una pequeña blusa y unos
pantalones vaqueros muy cortos que le cubren solo media nalga. Están
muy bien contorneados ambos hemisferios. Camina grácil y seductora.
Toda la playa de Xilxes la está mirando. Se quita blusa despacio,
levanta los brazos. Uno cruzado sobre otro, las piernas también las
cruza. Semeja una bailarina erótica estática sobre la arena. En
los dedos quedan las puntas de los extremos de la blusa que van
subiendo y mostrando al mar unos pechos redondos, tersos, de
sonrosados pezones gruesos cómo un pulgar. Pasa la blusa por la
cabeza. La lanza. Su pelo es moreno, no muy largo, con un gracioso
flequillo. El rostro muy femenino. La nariz pequeña, los labios
carnosos. Los ojos, los ojos negros cómo la noche, misteriosos,
peligrosos. Algo rasgados, con una mirada muy seductora y viciosa.
Sus piernas son dos torres moras a las que escalar. Es alta y
delgada, sus caderas trazan la forma de las asas de una copa en la
que servirse. Ella es una máquina de amar, para poco o para nada
más puede servil algo así. Se inclina y se desabrocha el pantalón.
Las olas del mar llegan hasta sus pies, dejando su blanca espuma
jabonosa y dorados granos de arena sobre sus dedos. Poco a poco el
pantalón va cayendo. La lanza unos metros tras ella. Varios hombres
se inclinan sobre las toallas para ver mejor el espectáculo. Ahora
solo va cubierta por un tanga negro. De la mano agarra a un chico
discapacitado que está junto ella. A los dos juntos, de la mano, se
les ve entrar en el agua. Parecen felices. La escena da tristeza. Es
melancólica y algo extraña, hay cierta crueldad por parte de la
naturaleza. Una batalla entre la fealdad y la belleza, entre lo que
atrae y repugna. Sin embargo aquí solo hay en paz en ambos bandos.
Llega un ciclista que ha hecho el
camino pedaleando desde Vall d´uixó a Xilxes. Deja la bici apoyada
en una palmera y se mete en el agua. Se tira de cabeza al agua para
quitarse el sudor. Al salir del agua da junto a la chica y el
subnormal.
Echa una mirada a la espalda morena de
la chica que juega con su pareja. Le parece atractiva. Se ven los
contornos de los senos moviéndose. El discapacitado queda frente
el ciclista. Sonríe feliz. Ella juega a tirarle agua. Él hace lo
mismo. Luego ella lo sujeta y el discapacitado flota seguro entre sus
brazos. El mar está calmado, apenas hay olas. Tiene varios colores
según la profundidad. Más blanquinoso en al orilla, luego azul,
después hay unos metros de un azulverdoso, y en el fondo hay un
brillo parpadeante de blanco y azules que se pierden en el horizonte
hasta unirse con el cielo.
El ciclista se acerca a la chica
dudando.
¿Será o no ella?
- Mari ¿que haces aquí?- pregunta al
verla de cerca ya seguro.
Ella lanza un ¿eh?, de la sorpresa.
-Ah, eres tú- expresión de
indiferente de ella.
Él le mira los pechos con deseo. Ella
lo sabe y deja ver cómo todas las que conocen su oficio.
-¿Qué haces por aquí?- vuelve a
preguntarle el ciclista- Creía que te habías ido a Francia con un
empresario arruinado del pueblo. Un tal Colapso.
-Si, me fui a Francia con Colapso, pero
no salio bien la cosa- hace un gesto de disgusto- Nunca una se debe
una enamorar (en estos momento parece que hable para si, aunque lo
hace en voz alta, emite un gesto cómico mirando al discapacitado
que está enamorado de ella) Si , Angelillo ( nombra al ciclista por
su nombre) acompañé en la desgracia a Colapso- dice al final
triunfadora y arrogante, aunque ella mismo no lo cree.
-Ya lo se. Me dijeron que estabas
amancebada con él. Lo que no se es porque lo hiciste, es un tipo sin
escrúpulos con reconocido historial empresarial.- el ciclista la
mira intrigado y a añade a modo de sermón que a ella parece
disgustarle.
- Irte con Colapso arruinado y con sus
cuentas y las tuyas embargadas es una locura. Si hubiera sido en la
época de boom inmobiliario lo hubiera entendido- el ciclista se pasa
la mano por el pelo mojado y se tira algo más de agua que cae hasta
los hombros.
-Resulto ser un sinvergüenza-
exclama ella con una sonrisa amarga-
-¿Qué te hizo?- Le pregunta con
curiosidad.
- En Francia encontramos trabajo en
una casa de una Madama viuda. Él hacia de jardinero, albañil,
fontanero, yo de chacha. Ella se encapricho de él el día que nos
encontró haciendo el amor en la bodega de la casa, borrachos. Le
entró a la madama una gran pasión. La madama le abrió las puertas
de la sociedad francesa y a mi las de calle - mira Mari fijamente a
los ojos del ciclista que sienten pena al escuchar su historia. Ella
se conmueve de la mirada de él y de su propia historia. En sus
palabras hay una sombra de dolor, de desdén y sufrimientos
indescriptibles.
EL discapacitado llora.
UGGGGG;UUGGGGG- ella se vuelve hacia él
y le tira agua. EL chico, tierno, la abraza. Cuelgan varios mocos de
su nariz y estornuda congestionado sobre ella que se sumerge y se
limpia. Luego con delicadeza le limpia él. La bella y la bestia se
dan besos que cabrean al ciclista.
-¿Y este quien es?- pregunta el
ciclista con desprecio.
Ella duda de que contestar, pero lo
hace.
¿Estás celoso?- le pregunta
sonriendo.
¿No será…?- pregunta el ciclista
con horror y vergüenza ajena.
Mari se pone sería, le mira
nuevamente fijamente a los ojos a Angelillo :
-Una mujer tiene que comer- una ola
sumerge sus pechos que flotan, hace apología de su conducta- volví
España presa de la rabia de haber sido repudiada por esos canallas.
Debí haberme quedado allí, al lado de Colapso, escondida en un seto
del jardín, quizás me hubiera mantenido.
- Colapso ¿tu crees? – el ciclista
adopta un tono socarrón.
- No se- duda ella que ha perdido la fuerza, se siente sucia- el caso es que me entro el orgullo porque me repudio delante de su querida, en una cena a la que nos invito. Lo tenían todo pensado. Él, con indiferencia me dijo a mitad de la cena mientras trinchaba pavo que me tenía que ir de esa casa, que volviera a España para dejarlos en paz. La Francesa se reía mucho cuando yo pegue un grito de horror, de humillación. Era de mi, Angelillo, de quien se reía, de la pobre- Mari se pone a llorar desesperada, se lleva las manos a la cara. El subnormal se pone también triste pues a su modo la quiere. Imita a su novia, se pone las manos en al cara y llora.
Angelillo la
intenta consolarla con el fin de tocarla, para eso se inventaron los
buenos sentimientos. Rodea con sus brazos a la preciosa criatura. Sus
pechos gruesos y redondos se hunden en su pecho varonil, siente su
calorcillo. Y goza con lo que gozaron antes otros cómo él, pues es
normal, Oh hermanos, gozar con mujeres así, pues están hechas para
esto. El subnormal empieza a gritar celoso y ella se separa de
Angelillo preocupada:
- Cuasi Modo, cuasi Modo, tranquilo, no es nada, es un amigo- le susurra al chico que está muy nervioso y hace gestos amenazadores hacia Angelillo. Ella le da un beso en la mejilla que lo tranquiliza.
- Mira Angelillo- le dice al ciclista- es mejor que te vayas y me dejes.
- -Pero, pero- exclama Angelillo a modo de protesta.
- Vete- le grita de repente. Más tranquila le susurra:
- Angelillo, con él estoy segura, tiene una paga del estado por idiota, y trabaja en un taller 4 horas al día. En un centro especial de empleo. Tiene 14 pagas y no es un sin vergüenza. Me quiere. Es un buen chico ¿no se le nota?
- Comprendo, comprendo- hace una mueca triste que a ella le ofende. Añade Angelillo
- Yo no tengo nada que ofrecerte ¿verdad Mari?
- Vete- vuelve a gritar.
Desde la arilla
los de la cruz roja le hacen señales al ciclista.
- Por favor caballero, la bicicleta no puede dejarla dentro de la playa. Haga el favor de retirarla o llamo a la policía- comenta un socorrista con pinta de macarra cuando sale.
- Vete a la mierda subnormal- le contesta el ciclista.
- A que te doy asqueroso- responde provocador y sin educación el chulo socorrista.
Ambos se pelean
sin mayor importancia. Se dan unos empujones, alguien ha llamado a la
policía que acude, pero antes el ciclista se ha zafado, ha subido a
la bicicleta y se aleja.
II. La violinista de las cuevas de San
José.
Oh hermanos, esta noche de Julio de
redonda luna llena ilumina a gente redonda y llena en las grutas de
San José en vall d´uixó. Suenan canciones odiosas en este culo
del mundo del dúo dinámico cantadas desde una barraquilla bar por
unos camareros fascistas y una orquestilla municipal de organillo y
guitarras.
- me duelen mucho los oídos y siento
ganas de vomitar de escucharlos- exclama Angelillo furioso que pasea
por el lugar y detesta la mala música y a los tipos cerdos colocados
por el PP.
¿Qué hago yo aquí, me pregunto?
–Angelillo se para y mira el cielo estrellado tratando de ver
alguna señal. Lee el horóscopo de un periódico que hay tirado en
el suelo de donde lo ha cogido. Alguien ha subrayado el teléfono de
un travesti. No, no encuentra Angelillo la respuesta que necesita de
que hace en ese territorio de los fachas, los maricones y los
turistas. Aun piensa en bella Mari, o quizás en el mundo. Sienta
asco de ella y a la vez a amor y piedad por ella.
-No se, no se, no se que hago aquí-
exclama otra vez en voz alta.
Pasa una persona por su lado que le
hace mala cara por hablar solo, ir mal vestido y oler a sudor y a
mar, pues hace días que no se ha duchado con jabón. El que le juzga
es un viejo perfumado y su mujer. Le da Angelillo las buenas noches
cómo un caballero educado.
¿Miras algo viejo?-
El babucho pasa de largo con su momia
amaestrada del brazo que le dice en tono cacatúa.
-Paco, no digas nada, ¿no ves que es
un delincuente?
Paco le hace caso a su mujer moviendo
la cabeza, siguen su camino. Nota Angelillo su mirada bizca sobre su
noble rostro.
Él se imagina la vida de ese par de
tipejos.
- 50 años casados. Habrá trabajado
muy duro el babucho estarrio ese, muy duro en la fabrica de Segarra.
12 horas al día durante 40 años. Vería las injusticias y
callaría, y ahora critica a los demás y quiere que seamos cómo
él. Cerdo, cerdo, cerdo fascista. Su mujer casería zapatos en casa
por unos monedas al día, en negro cómo mandaba el pendejo señor
Segarra, el muy cerdo empresario. Ella lo hacía para ayudar a la
economía casera. ¡ La gran preocupación de su existencia! Su puta
casa de 80 metros cuadrados con un canario en al galería. Bien,
bien, bien. ¡Menudo universo! Le daría tiempo a la vieja también
a hacer diariamente sus labores domesticas rutinarias, y todo ellos
con excepción de unos paréntesis para traer varios hijitos al mundo
que en estos momentos trabajan para esta Gran Nación. Ahora todo se
acaba para ellos, pronto morirán, tienen miedo de morir los necios,
y siguen juntos ¿por qué? Yo que se, serán unos cobardes, siempre
lo habrán sido los muy cínicos y por eso salen juntos.
Angelillo deja de pensar en la vieja
pareja de ancianos para prestar atención al tarareo de las
cancioncillas de la orquestina que emiten las babuchas y babuchos de
la tercera edad que han acudido a una cena popular organizada por los
viva España, viva España del PP. En la escena bajo farolillos
colgados junto a las banderas nacionales se ven a los viejos y las
viejas babuchas que han levantan la mano cantando el cara el sol
cuando eran jóvenes con mucho gusto de hacerlo. Hoy, cómo
recompensa el PP les ofrece una cena muy feliz y nostálgica en el
paraje de las grutas de San José.
-Vaya, vaya, vaya con los fachas-
exclama Angelillo.
Camina entre ellos y se hace muy bien
el invisible. Todos están a lo suyo. Llenar el buche, canturrear y
esas cosas fachas, por eso no reparan en él. Por su lado pasa una
camarera con gafas de sol de pera pese a ser noche. Va muy sexy en
minifalda, parece una puta. Ha mandado marcarse unos tatuajes del
playboy en los brazos, lleva aros en la nariz, y va muy sonriente
ante los clientes de la terracita a los que invita a consumir con
risa profident y escote generoso con tatuaje de rosas o algo así.
-da ganas de vomitar verte utilizar tus
artimañas femeninas para asegurarse el puesto de trabajo haciéndote
la simpática ante los viejos y los cerdos peperos- hace ademán de
disgusto Angelillo. Siente esa noche una gran violencia en su alma.
Aun tiene gravada la ultraviolencia de la visión arrebatadora de los
pechos de Mari y el discapacitado besando lo que él desea.
-Debí de haber ahogado al subnormal-
se recrimina arrepentido. Nos quitan el trabajo y nos quitan las
novias. Quizás los nazis tuvieran razón- reflexiona triste, muy
triste y violento. Aunque es un buen chico en el fondo, pero claro,
las injusticias son las injusticias y la lucha por la vida es la
lucha por la vida y nos hacen pensar cosas extrañas.
Observa a la camarera. Da muestra de
indigencia ética y mora propias del animal femenino pro capitalista.
La chica carece de identidad cultural y racial. En ese cuerpo
repleto de curvas no se puede saber ni siquiera si el bello animal es
de raza hispana, inglesa, francesa o italiana. Desde el bar asoma
la jeta del jefe satisfecho de la coquetería de su sierva.
-Asqueroso cerdo- exclama Angelillo al
jefe.
Pasa por la puerta cerrada del río
subterráneo que se ha quedado el PP.
¿Para que querrá el alcalde un río?
– se pregunta sin atinar una respuesta que no la tiene. Ha pasado
y ya está. El PP se ha quedado el río subterráneo de San José.
En el paraje de los fachas, unos metros
más adelante, casi al final, ve algo más apartadas del resto de la
gente, ya en los merenderos, a un grupo de tolerantes o indiferentes
del mundo. Están a su rollo cenando cosas ecológicas. Es un grupo
de féminas seres de luz. Brujas que hacen yoga, meditación,
buscan la energía por aquí y por allá, bajo un pino, bajo una
alfombra persa, y siempre que hablas con ellas te dicen: paz, amor,
optimismo, quiero ser feliz, jo, jo, jo, jo, jolines, y esas cosas
pro capitalistas, oh hermanos.
-Despreciables, despreciables,
despreciables fulanas- les dice mientras da la vuelta para no
tropezar con ellas pues conoce a dos o tres que le saludan.
Sube triste por la escalera que hay
junto al río subterráneo que se cierra a las nueve de la noche,
siendo el único río de España que se cierra. Sobre las grutas hay
unas viejas ruinas de un poblado ibérico. Mucha gente va ahí a
suicidarse. Es el mejor sitio del pueblo si exceptuamos las cuevas de
abajo para suicidarse. EL poblado ibérico está muy tocado por culpa
del PP que se lo ha cargado colocando una estructura de metal.
Cuando Angelillo está a punto de
empujar escaleras a bajo a una joven embarazada que me ha cruzado
con él y le ha preguntado si sabe donde están las chicas del yoga.
De repente, escucha un violín tocando a Lugvin van.
-OHHHHH;OHHHHHH;OHHHHH- exclama y llora
impresionado al escuchar las notas.
Ella se conmueve. Y le habla:
-Oh que gran chico, que gran chico, que
gran chico. Cuanta sensibilidad. No se ven chicos cómo tú. ¿Tienes
novia guapetón? Mi chico me ha repudiado cuando le he dicho que
estoy preñada
Pasa por su lado Angelillo sin decir
nada a la criatura preñada de luz buscando la música. Escucha a la
zorra llorar a su espalda:
UAAA,UAAAA; UAAAAA, que sola estoy.
Nadie me quiere. Mi hijito, mi hijito, mi hijito. Se frota la tripa
cómo una morsa.
La luna llena está muy baja, muy
redonda y muy roja. Tiñe las murallas ibéricas de sangre. EL grillo
chirría en la calida noche y un sapo croa melancólico. El violín
vibra y aúlla jorochas melodías cargadas de de sentimientos, de
dulzura, de dramatismo, de fuerza, de patetismo, de gloria, conforme
avanzan las notas de la quinta de Lugvin Van. Unas manos suaves,
blancas, puras, tocan rápidas las notas. Angelillo tras un árbol se
oculta y ve la figura de una chica sentada en unas piedras junto a la
derruida muralla del abandonado poblado ibérico. Las matas de hierba
la rodean hasta la cintura. Esta dominada por la pasión hacia
Lugvin. El arco del violín sube y baja. Es cómo un pistón
gigantesco que moviera la ola de un sunami que arrasará el mundo.
Angelillo cae derrotado bajo las ramas
del árbol. Sus ojos son cuencas por la que mana un río de lágrimas.
Cuando para la música de Lugvin Van,
se acerca a la violinista.
Hola, yo… siente tal respeto hacia
ella que parece sorprendida de verle. Él no atina a decirle nada más
que un:
-te quiero.
En escena se ve a Angelillo
completamente enamorado. La luna y el poblado ibérico de fondo.
Ella ríe.
Jaaaaaa, jaaaaaaaa. Pero si ni no sabes
quien soy.
Y Angelillo gime:
OHHHHH;OHHHHHH;OHHHHH. Si, si, si que
se quien eres.
¿Quién?- pregunta ella intrigada.
Él se sienta y contempla su rostro
divino.
Su cara es redondita, con una fina y
ovalada barbilla. Su nariz es pequeña y fina, plana, sus labios son
largos, finos y rosados, y sus ojos amarillos cómo su pelo, que le
cae hasta los pechos. Tiene aspecto de inteligente y de sensible.
Sus pechos son grandes. Es voluptuosa, y está my bien formada. Su
piel es muy blanca. Le dan un aspecto de pureza, santidad y decencia
que conmueve. La violinista parece un ángel.
-Dime ¿quien soy?- le pregunta el
ángel.
-Tu eres la dama del violín- le dice
con tono infantil.
Ella vuelve a reír.
El suplica que escuche.
-Escucha, escucha, por favor. Hace
tiempo un calavera amigo mío que ya está enterrado me contó que
una vez, que solo una vez en su vida se enamoro de una mujer. Esa
mujer estaba muy bien formada, grandes pechos, rubia, ojos dorados
cómo el oro, voluptuosa. Pero no era solo su aspecto lo que la
sedujo. Esa mujer, me dijo, era el demonio, porque sabía pensar. Por
eso la repudio.
Ella se pone sería, siente un
escalofrío.
Él continúa describiéndola.
- Tocaba el violín, sobre todo
canciones de Beethoven. Recitaba a Lorca y Miguel Hernández de
memoria.
Ella retuerce las manos, llora y habla
con dulzura cómo si hablara una sinfonía de flautas:
-Hablas de tu amigo Juan ¿verdad?
-Si- responde Angelillo- Y tu eres la
mujer que todos buscamos, la única que puede hacer que un hombre
descarriado vuelva a su redil.
-Pero yo fracase- un mechón de su pelo
tapa sus ojos, su voz es trémula y su cuerpo tiembla.
Angelillo asustado del encuentro,
muerto de miedo por la opinión de ella, avanza cómo un perro de
rodillas. Se acerca. Le toca la mano con mucha precaución.
-No, no fracasaste, solo que eras
demasiado para ese canalla. ÉL te amaba, y te temía.
-Yo también le amaba- agarra ella la
mano de Angelillo con dulzura y le pregunta
-¿Tú le querías?
-Yo le mate- contesta de forma
inesperada.
Ella se aparta desesperada y emite un
romántico:
Ahhhhhhh, ahhh de terror. Suena del
violín las notas de psicosis.
Le mira buscando una respuesta.
-¿Quieres saber por qué lo hice?- le
pregunta.
Ella hace ademán con la cabeza.
Angelillo se levanta sombrío, mira a
la roja luna que ilumina las tapias del poblado ibérico.
Por envidia- duda, la mira, ella gime,
y al final explota Angelillo con un:
- Lo hice por ti.
Le estalla la
explicación absurda en las orejas.
Ella queda en la escena con la boca
abierta y muy pasmada. Sacude aturdida la cabeza.
-Pero si no me conocías- hay gestos en
su expresión de que nada tiene sentido. Ella desvía la mirada hacia
le poblado ibérico y pasea la mirada por las murallas. Siente
angustia y dolor que canaliza hundiendo su pensamiento dentro de
ella.
Angelillo pasea cómo el rey Arturo por
las ruinas ibéricas añorando los viejos tiempos del medievo.
Un sapo se sube a la falda de la
violinista y croa.
Ella mira al sapo, y el sapo le mira a
ella, y le pregunta.
¿ Juan?
Angelillo de Uixó.
Una mujer repudiada y otra amada by Ángel Blasco Giménez is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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