III. Historias de amor
en la celda.
El farandul pasa la
noche dormido. La perra está con él. Siempre fiel y leal, en la
prosperidad y la fatalidad. ¡Cuan diferente a esas voluptuosas
mujeres embusteras dominadas su voluntad por el sexo y la maternidad!
En la celda hay tres
hombres más sobre tres colchones. Sus rostros son los de la
desolación. Tristezas peor que la muerte. Voluntades y vidas
quebradas por algún encuentro fortuito con alguna mujer, causa de
todos los males de la vida.
¡ Que el Dios Bogo las
maldiga a todas y las expulse del paraíso!
Zorras, zorras, zorras.
-El desayuno, el
desayuno, el desayuno- despierta el camarero benemérito al farandul
golpeando con la porra los barrotes de la celda.
Se incorpora dolorido
de los golpes. Ve borroso y con dolor de cabeza a sus compañeros
que lo miran con tristeza.
-Vaya hermano, te han
dado de lo lindo- le dice un preso con aspecto de bonachón, gordito
y calvito, de mediana edad, y con modales de hombre educado.
EL farandul trata de
mirarse para ver el mal causado, pero no hay espejos. Pasea sus
manos por su rostro hinchado.
-Dime hijo ¿que te ha
pasado? Le pregunta.
-Que le di un susto a
una amiga- responde el farandul y todos ríen.
Jaaaaa, jaaaaa,
jaaaaaa.
El farandul se tira
sobre el colchón y llora.
OHHHHH; OHHHHHHH;
OHHHHHHH:
Venga hijo venga. Te
comprendo. Estás entre hombres. No tengas miedo de hablar. Nosotros
estamos aquí por cosas semejantes.
SIIIII- dice el
farandul intrigado y con esperanza.
Claro, te contare mi
historia.
Yo anduve casado. De
hecho aun estoy en trámites de divorcio. Mi matrimonio era un
desastre, mi mujer me hacia la vida imposible. Estaba casado con una
mala pécora. Lo hice porque la deje embarazada en una noche de
farra. A mi no me gustaba ella. La odiaba hijito mío. Al principio
me gusto un poco, pero para nada serio. Pero la preñe, y al preñarla
oh hermanos, me obligaron a casarme con ese ser. Tuve tres hijos con
ella. Los odio a los tres. Son imbéciles y feos. Han salido en la
cara y en el pensamiento a su madre. Son mezquinos, codiciosos,
cerrados de mente, vagos y dominantes. Me busque una amante para
escapar de todo aquello. No se cómo paso, quizás leyeran algún
mensaje, o mis hijos lo hicieran, o quizás mi amante tuviera
curiosidad de saber cómo era mi familia. Pues yo siempre fui
sincero con mi querida, y le dije que estaba casado y odiaba a mi
mujer a la que deseaba la muerte. Ya me comprendéis ¿no hermanos?-
Los presos desde sus
colchonetas asienten. Un preso con armónica y pelo rizado del color
de la panocha toca un blus.
El buen hombre prosigue
su relato:
-No se cómo mi mujer
conoció a mi amante. Pero así fue. Se hicieron amigas y se
pusieron de acuerdo para hacerme la vida imposible.
-Oh hermano, eso es
duro- exclama desde su colchón el preso de la armónica dejando de
tocar su suave blus de la prisión.
Un día se juntaron en
casa para darme una sorpresa. ¿Imagináis hermanos? Allí estaban
las dos. Yo cuando las vi juntas me quede con la boca abierta:
-Bella Mari ¿Cómo has
sabido…? Le dije cómo un idiota a mi amante. Una preciosa rubia
de 22 años, ojos azules, piel blanca cómo una virgen, larga melena
sedosa y grandes pechos.
Y ella me contesto:
Siéntate Papucho.
Así me llama hermanos.
Tome asiento, Oh
hermanos, y ella en mini falda poniendo sus muslos sobre mi pierna
pasó su mano por mi calva diciendo:
-¿Cuantas veces me has
follado Papucho? ¿Te lo has pasado bien, eh verdad? Pues para mí tú
no eras nada. Había muchos más cómo tu, mejor que tu, más
fuertes, más jóvenes, con más semen que tú que me tragaba.
Mi mujer se reía de
mis lágrimas e hizo fotos de ella sobre mí, humillándome.
Durante varias horas
me dijeron de todo las dos zorras. Luego hicieron pasar a los niños
que escuchaban detrás de la puerta. Me lanzaron unas miradas de asco
que nunca olvidare. También me dijeron puerco y esas cosas, que
sentían desprecio de que fuera un monstruo cómo yo fuera su padre,
y esas cosas, Oh hermanos, que se dicen. Me echaron de casa entre
burlas y risas, y escuche mientras bajaba las escaleras música de
fiesta. Yo después de eso cogí una depresión y terror a las
mujeres.
¿ Y que hiciste
hermano?- le pregunta el preso de la armónica.
Decidí ir solo de
travestis. Me instale en un pequeño piso en el barrio de texas. Un
barrio marginal de vall d´uixó donde nadie me encontraría. Ni la
policía entra allí. Es un barrio dedicado al tráfico de drogas.
Llame por teléfono a un travesti después de ver su anuncio en
facebook de las peñas en fiesta del barrio. Había uno cerca de mi
casa alquilada. Llame. Su voz era extraña, ni de hombre ni de mujer.
Una cosa rara y excitante, novedosa. EL futuro soñado del hombre. La
eliminación y extermino de la mujer a través del travesti.
-Hola cariño- me dijo
con esa voz peculiar.
-Yo le respondí hola,
he viso tu anuncio, y esas cosas que se dicen de forma educada, Oh
hermanos. Así que quedamos. Ella me dijo que se iba a ponerse
hermosa para mí. ¿Comprendéis no, hermanos?
Si responden todos.
Me duche, me puse
colonia y sentí escalofríos, temor, dudas. Pero el asco, la
repugnancia a las mujeres me dominaba y disipaba mis dudas. Travesti,
travesti, travesti, estaba en mi cabeza. Es tanto el odio que les
tengo a las mujeres que acudí dispuesto a cumplir con mi destino.
La casa donde trabaja
está situada frente a un parque y un bar. Eran las cinco de la
tarde. Las mamis estaban con sus hijitos jugando y les decían:
-OHHHHH el nene, mi
nene, OHHHHHH, CUCHIIII; CUCHIIIIII.
Yo hermanos sentí pena
y asco de mi mismo. Ganas de vomitar por todo. Me senté, y ella, la
traveti, me hizo una llamada perdida.
Yo le llame:
-Hola nene ¿que te has
perdido?- me pregunto muy perra.
-No, no, estoy donde me
dijiste- le conteste abatido.
- Entonces sube.- me
respondió.
-No puedo- le dije yo
hermanos.
-¿Cómo que no puedes
nene?- Me pregunto con un tono de amenaza.
-Verás, esto está
lleno de gente, de madres con sus hijos, siento que todo el mundo me
mira, que saben lo que voy a hacer. Creo que no puedo.
Entonces hermanos me
levante, y ya me iba. Esperaba que la travesti me dijera en su
contestación que lo comprendía, cuando, Oh hermanos, empezó a
decirme:
-¡Que me vas a dejar
montada! Ven aquí, sube a follarme. No me he puesto guapa para que
me dejes montada.
Yo reaccione intentado
reflexionar, pero apenas podía. No podía y esos asquerosos nenes de
parvulario corriendo haciendo:
AHHHHH; AHHHHHH.
y la travesti
gritándome:
Fóllame, fóllame,
fóllame o te acuerdas de mí.
-Verás nena, es que no
puedo, no puedo pasar el patio entre esa gente. Estoy bloqueado- le
dije balbuceando y gimiendo un :
AYYY lo siento.
Que subas y me folles o
pongo tu teléfono en Internet para que todo el mundo se entere- me
dijo. Fue cómo un mazazo hermanos. Me entro un delirio de muerte y
sangre.
Y oh hermanos, sentí
tal vergüenza, tanta rabia. Caminaba por el parque cómo un zombi
viendo a esas mujeres con sus nenes. Sentía que se reían de mí.
Veía el rostro de mi mujer y mi amante cachondeándose eternamente,
y AY, me veía siendo la risa de los compañeros de trabajo.
Oh hermanos, la vida,
la vida. Que frágiles somos al juicio de los demás. No se, no se,
no se.
Me fui a casa que no
estaba muy lejos, cogí una navaja y subí. Ya lo creo que subí- el
buen hombre se levanta de la colchoneta y sobre la celda hace el
rasgueo de una navaja invisible, revive la escena y los compañeros
aplauden-
y le di a la travesti
tres puñaladas cuando abrió la puerta.
OHHHH; OHHHH; OHHHHH-
dijo.
El hombre de cara
redonda y bondadosa se reclina sobre su colchón y llora amargamente.
El farandul va hacia él
y lo acaricia. La armónica suena.
Un hombre de piel
aceitunada, de rostro delgado de anemia, labios gruesos y nariz
aguileña con acento Egipto habla:
-Oh hermanos, yo ser
conde de Egipto, pero de los buenos, no un romi.
-¿ Eres de Egipto y no
gitano?- pregunta el farandul que nunca ha visto un egipcio de
verdad.
-¿Puedes poner los
brazos en cruz cómo las momias?- le pregunta el farandul.
-No decir tonterías.
Estamos aquí por cosas graves, por delitos que nunca debieron
serlos, por nuestra condición de hombres.
El hombre de la
armónica exclama un:
-Vaya, vaya, vaya.
- No ver hermanos que estamos prisioneros por culpa de feministas que pretender dominar el mundo de forma antidemocrática- le responde convencido el buen Egipcio. De momento han tomado Egipto.
- Cuéntanos hermano tu historia- Solicito, humilde, le pide el farandul intrigado.
El
egipcio dando un pequeño silbido empieza a contar su drama con voz
culebrera y dulce de flautín:
- Yo soy un miembro activista por la democracia en Egipto. Pertenezco a un partido llamado los hermanos musulmanes. Luchamos en las calles para derrocar el régimen de Nassar. En España habréis visto las noticias sobre lo que pasa en los países Árabes.
- SI, Si, claro, claro- responden el buen hombre y el farandul. El hombre de la armónica emite un juicio distinto:
- Una vergüenza.
EL egipcio pasa por
alto el comentario acostumbrado a escuchar entre los de derechas esos
comentarios.
-Yo era concejal de los
hermanos musulmanes, que sería el equivalente de concejal de un
partido social cristiano cómo el PP o el PSOE. En definitiva, un
concejal elegido democráticamente. Empecé a sufrir amenazas primero
en mí cuenta de facebook, luego en el Hotmail y al final a través
de cartas de feministas inglesas, españolas, italianas. Daban
también consignas ultravioletas en las redes sociales a favor de
derrocar la democracia. Yo puse el grito en el cielo de Alá, en
defensa, cómo decir en español,
(Hace una pausa hasta
recuperar el egipcio la palabra) de la democracia. Y sufrí acoso
por parte de las mujeres. Las feministas han encendido el
sentimiento antinacional y antidemocrático de nuestras mujeres. La
mayoría de mujeres en Egipto ser buenas, trabajadoras, honradas y
fieles. Pero algunas no son tan buenas. Quieren ser cómo las chicas
de Falcon cress y cómo Hanna la siempre montada. Ya saben ustedes oh
hermanos, que la mujer si no se la educa acaba siendo una sucia
chonis prostituta.
El egipcio y el resto
escupen en el suelo al pensar en los puercos chuminos de las chicas
de barrio y discotecas.
Zorras, zorras, zorras.
EL caso es que esa
minoría de mujeres en su locura por acabar con la democracia se
acostaban con generales del ejército casados, y les convencían o
les amenazaban, de que dieran un golpe de estado, o se lo contaban a
sus mujeres e hijos. Y así ha ocurrido que han dado un golpe de
estado por no cortar el cuello a unas rameras. Yo salí del país
para proteger mi vida de esas salvajes mujeres. Iba camino a Bolivia
o Venezuela. Desde Egipto no hay vuelos directos, así que tuve que
pasar por Madrid para hacer transbordo. En el avión iba una conocida
periodista feminista catalana, una instigadora de la revolución.
Ella me reconoció y espero hasta llegar a Madrid para montar un
espectáculo con una amiga que le esperaba. Yo era su diversión. Su
amiga era una de esas lesbianas locas que empezó a insultarme
llamándome asesino de mujeres, de niños, incluso me llamo Nazi ¿no
es absurdo? La periodista me hacia fotos, su amiga se tiraba en el
suelo cómo si yo le pagara. Yo le cogí de los brazos asustados
pidiendo que callara. Pero La guardia civil enseguida que me vio con
el turbante y la loca rubia zarandeada en mis brazos empezó a tocar
el silbato y a pegarme hasta que me detuvieron.
-¿Y cómo has llegado
hasta Vall d´uixó amigo? Pregunta el hombre de la armónica.
-AH, eso. No tengo
respuesta. Hay unos cargos muy débiles contra mí. Una foto
zarandeando a la rubia loca, que por cierto odia más que a mí el
gobierno de España que ya ha tenido problemas con ella. El dilema
está con la embajada y la situación política actual de Egipto. El
embajador fue puesto por los hermanos musulmanes, y el ejercito a un
no ha nombrado ningún otro. En estos momentos no tenemos embajador
para España, y la política exterior de la propia España no sabe
si está a favor o en contra del golpe de estado. Creo que no saben
que hacer conmigo, y me han mandado a Vall d´uixó donde no hay
embajadas, ni ciudadanos de Egipto, y la población según me
escuche decir al oficial que me trasladaba es bastante subnormal y no
se entera de nada. Es posible que me tengan meses aquí y nadie se
entere ni haga preguntas. Vall d´uixó es según creo una especie de
Guantánamo español. En fin hermanos, mi situación dependerá de la
situación política de mi país.
Los cuatro hombres al
termina el desayuno callan.
Se tumban tristes en
sus colchones y quedan sumidos en horrible recuerdos donde aparecen
mujeres.
Angelillo de Uixó.
Historias de amor en la celda by Ángel Blasco Giménez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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