El pueblo de Moncofar viola a la Virgen
María.
Sembradas desde el monte hasta el mar,
desde el mar hasta las huertas, están las calles de Moncofar de estatuas
del tirano Jaime I el conquistador, y de la Virgen María.
Oh padre nuestro que estás en los
cielos, un pueblo de gente fatal, blasfema, hereje, viciosa,
adoradora de las curvas de la ramera María, caminan encendidos cómo
luciérnagas en celo hacia la ermita de la mar.
De una patada los jóvenes festeros han
reventado la puerta de la ermita, las blancas palomas que moran en el
templo han elevado su vuelo a los cielos y el agua bendita ha caído
al suelo.
Oh padre nuestro que estás en los
cielos, perdona nuestros pecados. Los festeros han sacado en
volandas a la virgen María, han sobado su cuerpo entre los aplausos
del pueblo congregado en las puertas quebradas.
-A Burriana, a Burriana con ella- han
gritado los jóvenes delincuentes herejes.
Y han metido entre ovaciones, vítores,
urras, urras y muchos: OHHHHHH;OHHHHHH;OHHHHHHHH, por la cabeza a la
sonriente Virgen en un buga muy guapo BMW , que chirriando ruedas y
con los bafles a todo volumen escuchando los Chichos se la han
llevado al pueblo de los cerdos sin que Dios haga nada.
En un descampado junto al mar, antiguo
campo de prisioneros de ateos republicanos de la guerra civil, y más
antiguo lugar donde la arena y las olas del mar se despidieron de
nuestros hermanos los musulmanes expulsados a Argel, los sucios
herejes romis cristianos de Moncofar, sádicos estarrios, han acudido
a esperar. Y las jóvenes desvergonzadas cristianas, casi desnudas,
de rodillas mostrando los pechos han rezado:
-Virgencita, virgencita que me metan
también a mí unos mocitos en un coche y que hagan todos ellos con
mi cuerpo lo que quieran. Amen.
Oh Padre nuestro ¿por qué nos has
abandonado?
Una barca exhibiendo en la proa a la
secuestra Virgen María salpicada en la boca por las blancas gotas de
las jabonosas olas se acerca varonil, rauda fuerte, saltando cómo
una gacela entre las olas cuando unos mozos, jóvenes, morenos, casi
desnudos, mostrando un brillo animal en los ojos, han cogido a la
Virgen y la han lanzado cómo el Pirata Barbarroja a sus prisioneros,
al mar.
El horror, el horror, el horror.
Y el salvaje e incivilizado pueblo de
Moncofar ha estallado en aplausos. Los jóvenes desde la barca han
saltado cómo tiburones que se recrean en su presa. A empujones,
burlas, la han sacado a la arena.
Angelillo de Uixó.
El pueblo de Moncofar viola a la Virgen María by Ángel Blasco Giménez is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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