jueves, 25 de julio de 2013

Un pájaro desvalido


Un pájaro desvalido.











de Angelillo de uixó.










La acción principal de esta escena basada en hechos reales se sitúa en el patio de la ermita de San Antonio en Vall d´Uixó cuatro horas antes de que en una casa cercana entre la policía, dos detectives de la brigada criminal, un periodista de Crónicas de la vall, una ambulancia, y se acerquen curiosos los vecinos en batín a ver que ha pasado mientras unos perros desconcertado y traumatizados son llevados a la perrera municipal. La ermita es un templo de planta sencilla, con blancas paredes y rodeado de pinos. Bajo del templo se ocultan polvorines republicanos. El lugar queda sobre un cerro abrupto y solitario cuya cota domina las vistas del castillo de Castro de Alfondeguilla, el castillo de Vall d´ Uixó, las grutas de San José. A sus pies, el pueblo, en el fondo el mar. Las montañas que la rodean ofrecen unas intrincadas líneas de trincheras donde el ejército republicano, el bando bueno, se cubrió de gloria sobre el enemigo derrotándolo y causándoles grandes bajas, sin que se hagan conmemoraciones ni celebraciones de estos hechos ante la casa de los muchos fachas que tiene el pueblo hoy en día. Incomprensible, lamentable.
En la parte de atrás de la ermita, senda principal por la que llegará el protagonista, hay un escabroso sendero que permite el acceso a la misma. El templo está dedicado a un Santo falso, un fraude llamado San Antonio. Generalmente la senda de atrás es utilizada por penitentes. Sube el protagonista seguido de tres perros sedientos. Acuden al aljibe a beber cuando se repente el protagonista: un joven moreno desvalido, en el sentido del término de que solo cuenta consigo mismo para salir adelante, su astucia, que no es mucha, y sus relaciones personales, que son con gente que está básicamente fuera del sistema o en muy serio riesgo de estarlo.
Mal, mal, mal.
OHHHHHHHH;OHHHHHHH;OHHHHHHHHHH.









El protagonista es un ser indefenso ante el sistema. Posee grandes valores de compasión, humanidad, y una gran sensibilidad, pero no es homosexual (o cree el protagonista no serlo)
El joven es victima de la sociedad y de la incomprensión de sus semejantes que no lo entienden. Siempre que sale de una entrevista de trabajo de la que es rechazado de forma automática suele ir a un bar a tomar un café y balbucea para si un mantra que reza:
-No me comprenden, no me comprenden, no me comprenden.
En la ermita escucha un lamento, triste, muy triste, y se detiene súbito.
- ¿ Ha sido mío este lamento? – se pregunta desconcertado, observando cómo sus perros se han tirado a un cubo repleto de agua que alguien ha dejado con agua del aljibe, y a un trozo de pan que algún arrogante burgués ha tirado al suelo tras dar dos mordiscos.
Vuelve a escuchar otro lamento. Se vuelve a interrogar:
¿ He sido yo?
Y se contesta.
- No, no, no, ahora mismo no me estaba quejando.
Mira a los perros jugar a perseguirse. Tampoco han sido ellos, y sin embargo se escucha un lamento, es seguro.
Mira el joven a todos lados. Da vuelta sobre si mismo, empieza a caminar perturbado y muy asustado.
¿ Será cosa del hambre?- Se pregunta con el estómago vacío. Hace un quiebro reflejo para no charfar una cosa que desde el suelo le mira.
OHHHHH;OHHHHH;OHHHH- exclama haciendo instintivamente una voltereta hacia atrás para evitar el accidente mortal.
Se inclina hacia lo que ha visto dando fin al misterio, respirando aliviado al comprobar que no está loco.






-Oh pobrecito, acabaras en un cementerio de plumas de una caja de zapatos, cómo yo- el protagonista es un pobre sin empleo que desea más que nada en el mundo trabajar. Es un trabajador nato, pero por culpa de la crisis es de esos que ya ha perdido la esperanza o la esperanza les ha perdido a ellos. Con gesto triste y con las tripas gruñendo exclama varios: OHHHHHH;OHHHHHH;OHHHHHH, ante la patética visión de la muerte que ha de llegar inminente.
Se arrodilla junto a una pared de mampostería centenaria de la ermita. Las blancas paredes son de cal, parecen iluminar la blanca muerte de los esqueletos republicanos y las nuevas muertes que han de venir.
Tiende hacia el suelo la mano. Observa la reacción heroica de un polluelo que ataca con sus escasas fuerzas. Abre las alas y trata de luchar.
-Oh pobre polluelo desvalido, por favor, no sigas, no abras tus alas inútiles al vuelo. No ves que tus esfuerzos son inútiles y van en contra tuya. No puedes huir.
El animal abre el pico a modo de replica. Muestra el fondo rojo de su garganta. Pía desesperado y de forma desgarradora presentado una batalla perdida que vence por la compasión que genera su cuerpo frágil, feo, y enclenque.
La mano rodea el animal que queda atrapado en ella. Se miran los dos desconocidos con dulzura, ambos se comprenden. Están solos, perdidos, asustados, ante un mundo bárbaro y cruel que aplasta la dulzura, el amor, los sentimientos de los desvalidos.
El joven lleva en volandas al polluelo y se sientan bajo un pino. Ninguno de los dos siente odio ni rencor ante un tiempo, una tierra, un pueblo y una vida que los llama a la muerte.
-No hay esperanza para ti, ni para mí, ni para ellos. Le señala al polluelo los tres perros que felices, vitales y distraídos juegan ajenos a la escena de los protagonistas. Pronto moriremos todos, pero no debes ponerte triste- el joven conmovido extrañamente da un beso al animal en la cabeza. El polluelo pía indefenso.
Durante unos minutos el protagonista con la espalda recostada sobre el pino imagina la cercana muerte. Ve la casa de los gitanos que viven bajo la ermita, el bullicioso barrio de texas, y con la mano que tiene libre les saluda en la distancia irónico con el saludo fascista.
-Ave cesar los que van a morir te saludan- se levanta de un brinco, y baja a su casa.
Deja el pájaro en una caja de zapatos. Va a la cocina. Coge unas migas y las moja.
Acerca el dedo a su pico y le dice:
Come.
El pájaro lo rechaza.
Lo vuelve a intentar.
Come.
El pájaro las rechaza.
Su cabecita ahora se retuerce y tiembla.
Los perros descansan enroscado en el suelo.
Sus vecinos escuchan la televisión.
Jaaaaaaa, Jaaaaaaa, jaaaaaaaaa, no lo conseguiremos- ríe desesperado el joven.
El pájaro muere en su mano.
Él va a por una vieja pistola, se la pone en la cabeza y aprieta el gatillo.





Angelillo de Uixó.


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