jueves, 25 de julio de 2013

La lotería llega con un tren desacarrilado








La lotería llega con un tren descarrilado.






Y el día de Santiago ocurrió, nómbrese accidente, califíquese de castigo divino, o dígase oportunidad para los más desfavorecidos, que un tren descarrilara en una región muy pobre, de la pobre Galicia.







 Y cuerpos humanos cargados de carne fueran de ella desprovista por obra del impacto, los desgarros de la piel contra los hierros de los vagones, y una nube de polvo y fuego que pulverizaba a todos los viajeros. Fueron las orbitas oculares de un preciosa adolescente ilusionada con la fiesta de Santiago a dar en la nuca cortada de un viejo beato que había luchado a las ordenes de Franco y votado varias veces al partido popular. Un banquero cuyas piernas fueron amputadas por una polea del motor saliendo disparadas por la ventana veía desde el suelo intentado caminar entre un charco de su propia sangre cómo el techo estaba a punto de caerle. Había en un vagón montado por el golpe sobre otro vagón, un vendedor de verduras que había sido muy avaro y cruel con sus hijos con el rostro lleno de cristales. Su cara había desaparecido. Se le veían las mandíbulas, la lengua que chasqueaba, carecía de labios, de la mayoría de los dientes, y de nariz. Tal era su aspecto mientras se movía en el cajón que un revisor aterrorizado cogió un palo con una sola mano y lo mato a golpes presa de los nervios cuando se dio cuenta de que le faltaba un brazo. Una pareja de novios jóvenes que se acaban de casar, aunque ella no era virgen, estaban atrapados entre unas mesas rodeadas de llamas.
-Cariño vuelve, vuelve, que te olvidas de mí- gritaba ella suplicante mientras él había podido pasar por un hueco y escapaba de las llamas. Volvió la vista y vio cómo su esposa ardía y vertió muchas lágrimas al salir del tren por un agujero.
Ya varios heridos, agrupados instintivamente para protegerse, ayudándose unos a otros se alejan de las vías para adentrarse en un bosque tenebroso repleto de lechuzas, helechos, y ánimas errantes que los guían a una aldea. 









Unas vacas, varios caballos y un par asnos, todos muy hambrientos pacen la poca hierba que hay. A la entrada de ese lugar hay unas tiendas de campaña y carromatos en circulo que forman el poblado. Sus habitantes reunidos alrededor de una hoguera profieren ritos extraños. Le cantan a la luna, a los murciélagos. Las mujeres llevan pañuelos indios y cascabeles, y los hombres de negro dan palmas y pegan en el suelo taconeos muy frenético.
-Por favor, por favor, ayuda, hemos descarrilado de un tren. Estamos muy heridos. Llamen a la policía, a las ambulancias- suplican exhausto varios viajeros.
Agua, agua, vendas, mercromia- piden otros.







Una anciana de negro con una gallina en la mano y una rama de romero se acerca y se las pasa por el rostro a los heridos.
Jaripe, Jaripe, son los payos. Ya se ha consumado la maldición.










Los hombres que están junto a la hoguera sacan las blancas navajas que huelen a jazmín y a hierbabuena y les dicen:
Los cales brotos o la faca se clava en la ruca.
Los heridos, los que aun conservan la vista se palpan las ropas rasgadas y se ensucian de sangre las manos. Les advierten a sus compañeros en shock o que se han quedado ciegos.
Ahora nos están atracando.
Vaya día- exclama un herido.
Caen algunos móviles, algunas carteras, otros no tienen nada y son degollados cómo bueyes entre frenéticos aplausos y gritos españoles de Ole, ole, ole.
La anciana se mete en el fuego de la hoguera tras proferir una vieja formula judía de la cabala:
Kramandan, krasmandan, metistolefes, obuntus.
Las llamas se apartan, entra y se la llevan al submundo mientras grita:
Rumis míos, peregrinar a la vía, allí encontraréis junto a un tren muertos y agonizantes repletos de móviles ultima generación, carteras con dinero, desechad las visas, y coged la chatarra antes de que los payos lleguen y lo roben todo.
Los rumis raudos cruzan el bosque, se santiguan cuando ven a la Santa Compaña. Algunos difuntos del accidente del tren, nativos de Galicia, ya se han unido a la Santa Compaña, otros regresan a sus tierras. Los rumis rápidos despojan a los cadáveres de sus pertenencias y agarran algo de chatarra.
Angelillo de Uixó.





Bueno, bueno, bueno, querido lector, no penséis mal por este artículo, es que soy optimista  aunque sufra por no tener empleo. Creo que de la desgracia ajena se puede sacar provecho. Los del  PP de vall d'uixó siempre me dicen: Angelillo, Angelillo, tienes que ser  optimista y buscar tus oportunidades, ser un emprendedor, no tengas asco a nada, ni a los muertos, nosotros no lo tenemos.
Yo creo que el tren lo ha descarrilado el PP para distraer la atención de la corrupción y robar   a los muertos, porque de los vivos ya no sacan nada.








Creative Commons License
La lotería llega con un tren descarrilado by Ángel blasco Giménez is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.

No hay comentarios:

Publicar un comentario