Busco
un hombre justo.
Oh hermanos, debí haber imaginado que
todo esto llegaría a donde ha llegado.
Los hechos que este humilde narrador os
va a contar eran inevitables y comprensibles una vez se expliquen.
Un día cualquiera se levantó este
narrador cómo cualquier español de la era Rajoy en una oscura
celda, y luego fue puesto a disposición de un inquisidor del reino
de España. Dos militos que hacían de ángeles de la guarda le
obligaron a sentarse frente al pupitre del inquisidor, que empezó a
leer una redacción muy jorochá que había escrito sobre derechos
humanos o algo así, dedicada a ésta humilde persona. Al parecer
tenía derecho a estar callado, a un abogado, a un trabajo, a una
vivienda, y no se que cosas más que odio amiguitos. Cuando termino
el relato del que no comprendí nada, me pregunto con interés, que
qué me parecía.
Muy bien, muy bien, señoría, le
votare- le dije yo aplaudiendo. Y luego añadí:
-¿puedo irme ya?
Él muy serio me dijo que no.
Luego se hizo un incomodo silencio. La
verdad es que no sabíamos que decirnos. Nos mirábamos, y este
humilde narrador empezó a cantar Jimmy, Jimmy, Jimmy para romper el
hielo.
-Cállese por favor, aquí no se viene
a cantar- me ordeno con una autoridad, que francamente me molesto. Él
lo notó. Volvió a aparecer el incomodo silencio. Y cómo le tocaba
a él hablar así lo hizo, y yo en el fondo, Oh hermanos, lo estaba
esperando, por qué de lo contrario hubiera pensado que el mundo no
tenía sentido.
¿Sabe usted que está aquí detenido
por qué sospecho de usted?
¿De mi?- respondí sorprendido
mirando a mi abogado que también estaba allí, justo a mi lado,
por si era a él al que se refería.
Mi abogado, muy astuto, para escapar de
la encerrona se defendió de mi mirada:
Protesto- le dijo a este humilde
narrador amiguitos.
Cómo yo no entendía de que
protestaba me apunto con el dedo para indicarme de que era a mi a
quién se refería el inquisidor.
-Vaya, vaya, vaya- conteste sin saber
que decir, más que:
- ¿Seguro que sospecha de mi señoría?
Tengo vecinos y familiares. ¿No prefiere sospechar de ellos?-
intente, oh hermanos, convencer al juez.
No- me dijo el juez y me dejo en
libertad bajo sospecha.
Lo tienes mal Angelillo- me dijo mi
abogado en la calle- sospecha mucho de ti.
¿ Y que puedo hacer? Le pregunte muy
asustado.
-La mejor estrategia es que sospechen
de otro. Busca una persona justa que quiera cargar con tus sospechas.
Si sospechan de otro te dejaran en paz.
-Pero yo vivo en Vall d´Uixó, allí
no hay una sola persona justa- le dije con violencia y desdén a mi
abogado por la frase que acaba de decir que me molesto. Más tarde comprendería mi propia
ignorancia.
Este notó por mi tono que lo trataba de subnormal y
trató de explicarse adoptando un acento solemne y de superioridad
intelectual:
-¿Quieres decirme Angelillo que no hay
adolescentes en Vall d´uixó que al descubrir a sus novias o novios
en brazos de otro no se suicidan? ¿ Hipotecados, parados, pobretes,
que desesperados no se suben a lo alto del acueducto romanovisigodo y
abrumados por una vida que es dolor y sufrimiento no se lanzan al
vacío dejando su cuerpo ensangrentado entre las duras piedras del
barranco? Ve a estas personas y les dices que antes de acabar con su
miserable existencia se declaren culpables ante el inquisidor de las
sospechas que recaen sobre ti.
¿ Y por qué habrían de hacer eso por
mi?- Le pregunte a mi abogado cada vez más airado.
-Angelillo, Angelillo, también he
defendido a difuntos que han sido rechazados a las puertas del
paraíso por San Pedro. Si no tienes un buen abogado no vas al cielo.
Los suicidas le caen gordos a nuestro Señor Bogo. Pero si cargan con
la culpa de otro, se les abre el paraíso.
Comprendo, comprendo- comento a su
abogado este humilde narrador sonriendo y lleno de esperanza en la
salvación.
Angelillo de Uixó. Subnormal y
narrador del reino de España.
La busqueda de un hombre justo de Angelillo de Uixó by Ángel Blasco Giménez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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