domingo, 11 de agosto de 2013

Despiertan motos de trial a un ecologista

Despiertan motos de trial a un ecologista.



Sigo aun vivó en la Vall d´Uixó. Me acabo de dar cuenta porqué he abierto los ojos. Me vuelvo a dormir. Me despierto. Estoy sudado. Unas aspas colgadas del techo de mi habitación giran lentas sobre mi cabeza. Estoy en la cama medio desnudo. No se oye nada. Hace mucho calor. Es un calor húmedo de agosto. Por la ventana entra luz amarilla muy fuerte, demasiado fuerte a mis ojos acostumbrados a la oscuridad. Cierro los ojos y pienso con horror que aun estoy en Vall d´Uixó. Las aspas giran lentas. No quiero salir a la calle, no quiero hacer nada. Solo deseo estar encerrado y alejado de las calles de Vall d´uixó






 Si, no deseo ver nada, deseo volver al silencio, a la oscuridad. No quiero ver la luz nunca más, no quiero escuchar ruidos. Cierro los ojos. Siento un profundo dolor en el alma. Sigo en mi cuarto. Las aspas giran lentas y pesadas, cómo hélices de helicópteros. Cierro los ojos recordando, pensando. Oigo los latidos de mi corazón, la sangre fluir por mis venas, las gotas de sudor recorriendo mis brazos hasta lentamente caer en la sabana. ¿Cuánto tiempo llevo así? No lo se, es posible que días. Fuera se escucha algún petardo por las fiestas taurinas de Vall d´uixó. La gente a estas horas se retira borracha a su casa a descansar. El sol ya está alto. Cierro de nuevo los ojos y por fin me duermo otra vez. No se cuánto tiempo pasa. 









De repente, de detrás de la casa escucho un fuerte ruido de motor, voces, piedras desprendidas de un ribazo. Me levanto de la cama. Me pongo unos pantalones cortos. Salgo a la terraza. Desde allí se divisan las trincheras de Vall d´uixó y el cartel explicativo que ayude a colocar de la guerra civil. Muy cerca de la casa que se encuentra sobre la loma de un pequeño barranco, un grupo de motoristas de trial están tirando los ribazos con sus motos. Las piedras se desploman. Las raíces de los árboles sienten el peso de las ruedas, la tierra se desprende a su paso y cae barranco abajo, las ramas más finas y bajas de los árboles ceden ante el empujón bárbaro de los motoristas. Las aves abren sus alas y se lanzan a volar abandonando sus nidos. Vuelvo a mi habitación. Saco la cámara y disparo sobre ellos. Están ahora venga la risa. Me miran. Ahora un motorista rompe una rama que le molesta, otro le sujeta la moto. Al cabo de varios minutos ya se han alejado monte arriba destrozando todo lo que encuentran a su paso. Vuelvo a mi cama. No quiero ver nada más. No quiero escuchar ningún ruido. Sigo aun en Vall d´Uixó, y aun sigo vivo. Cierro los ojos. Las aspas giran lentas y pesadas.



Angelillo de Uixó.



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2 comentarios:

  1. Así nos sentímos muchos en este pueblucho (da igual el numero de habitantes, es mas la calidad) viendo como se premia la barbarie y la estupidez día a día. Al menos la semana que viene ya se larga la gente a la playa y se puede volver a salir a la calle. Te han sacado en la prensa como si fueras la ETA ( como a la PAH, vaya) no hagas caso, sigue siendo mas persona que los mata toros parañeros estos, que el calor se acabara en un mes y volverá el otoño para enfriar la mente.

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  2. Joder hijo Angelillo la que estas liando!!!
    recetas de cocina

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