El circo de los servicios sociales.
Leyó este humilde narrador ayer un correo electrónico de los servicios sociales invitándole a que acudiera para hablar de una cosita de su ayuda por pobre. Se trata, Oh lector, de una ayuda de 180 euros/mes. A cambio de la ayuda, en un pleno el PP ha acordado que este narrador y otros pobretes, tienen que hacer servicios sociales a la comunidad .
El narrador ha escuchado atentamente lo que le han dicho en un despacho del ayuntamiento los asistentes sociales y otros funcionarios que supervisan las cuentas:
-Chico, chico, chico, te damos 180 euros por la cara ¿no es justo que trabajes a cambio?
Si todo el mundo cobrará 180 euros mes por la geta, nadie querría trabajar en este país ¿no te parece muchacho?- me ha comentado una asistente social muy guapa, con escote generoso que no paraba este narrador de mirar, y ella cómo es natural de sonreír por el hecho.
Este, vuestro humilde narrador de sus desventuras, ha mirado a los reunidos con los globos muy abierto, las rucas también abiertas y muy atento, muy atento.
-Vaya, vaya, vaya, eso me suena a condena de juez, cómo los málchicos detenidos por alguna tontería: conducir borrachos cómo Ángel Carromero y asesinar algún disidente, o pegar alguna paliza a un moro. No se, no se, no se, no se. No me convence señor.
-Bueno, bueno, bueno- me han contestado muy calmado un tipo del ayuntamiento que supervisa las ayudas. Se parece a Papa Noel por la barba blanca y aspecto de cansado. Me ha amenazado de forma muy educada:
- si no haces trabajos sociales te quitamos la ayuda. Piénsatelo chaval. Trabajo tu no encontrarás, eres un marginal. Sal, tomate varios whisky, hazte una raya de cocaína con tus amiguitos y vuelve al Ayuntamiento. Yo me tengo que ir, tengo…trabajo ¿sabes? Ahí fuera- ha señalado Papa Noel, pero el despacho no tiene ventanas- hay mucho pobre desvalidos que necesitan de mi caridad. Aquí dejo el cheque.
Y entonces ha ocurrido que he salido a la calle. Vall d´Uixó, estaba sumida en un absoluto silencio en cuanto a las cosas importantes.
Ninguna boca pronuncia palabras alguna sobre las cosas que pasan. Cosas malas, muy malas.
Así que he vuelto dispuesto a adaptarme a la situación.
-Hola he venido a por mi cheque- les he dicho muy estarrio.
La asistenta social tenía un chupetón en cuello, a su lado había un empomado cerdo funcionario que la miraba con ojos muy golosos, y ella me miraba con ojos viciosos.
-Muy bien, muy bien, muy- me ha dicho la besbe- Bienvenido al circo.
Tienes que ir al asilo del sagrado corazón de Jusús con las babuchas. Tu trabajo es escucharles, cambiarles el paquete, darle las comidas, quitar el polvo, planchar ¿Sabes poner goteros chaval?
-Si señora- le he dicho para que vea mi buena voluntad.
En ese momento ha entrado Enrique Sánchez, concejal de servicios sociales del PP, con la prensa y todos me han rodeado.
-Yo me he puesto de rodillas con las rucas abiertas al aire y he gritado:
-No fui yo, no fui yo, no fui, pero se quien fue, los juro por Dios.
-tranquilo chaval, tranquilo. No somos la policía, somos los filántropos de los servicios sociales. Queremos hacerte unas fotos y que nos cuentes lo feliz que eres de trabajar en los servicios sociales.
Yo me he puesto rápido en pie:
-Soy muy feliz de trabajar en los servicios sociales- he dicho.
Muy bien, muy bien, muy- me ha felicitado Enrique Sánchez dándome la mano, y han caído sobre mis glubos una oleada de flases.
-Toma chaval, ahora que trabajas para nosotros deberás ponerte un uniforme para que se te reconozca - me ha dicho trayéndome un traje que me ha tirado a los pies.
-Rápido, rápido, póntelo criatura.
¿Eh? He dicho yo.
Y Enrique me ha hecho un gesto apremiante.
Jaaaaaa, jaaaaaaa, todos se han reído, la mujeres han abierto los ojos y se han pasado la lengua por los labios.
Pero criatura ¿que no gastas ropa interior?- me ha preguntado el concejal.
No señor- he respondido.
Luego me he puesto el traje y me ha mirado mientras todos se reían.
Jaaaaaa, jaaaaaa, jaaaaaaaa
-El capirote, el capirote, no hagan fotos hasta que le ponga el capirote- me ha dicho el concejal. Y me han puesto, oh lector, un capirote con orejas de burro.
-Camina, camina- me ha ordenado el concejal. Y yo he caminado por el despacho entre las risas con un hábito cómo los que llevaban los mendigos en la edad media y un gorro con orejas de burro.
-El cartel, el cartel, ahora ponte el cartel- me ha gritado el concejal.
Y me han puesto un cartel con el logo del PP donde estaba escrito:
El PP no alimenta vagos.
Y me han hecho caminar así mientras me hacían fotos.
-Veng,a y ahora chaval a trabajar. Por cierto ¿quieres hacer unas horas extras?
-No señor- he respondido y Enrique Sánchez me ha levantado la mano.
-¿Qué no quieres hacer horas extras? Eso no lo decides tú basura. Cuando termines tú jornada te vienes a mi casa y me limpias el mercedes.
-Si señor, le he respondido y todos se han reído:
JAAAAAAA; JAAAAAAAA; JAAAAAAA.
Y yo, Oh lector, me he puesto a llorar por tanta humillación, y se han reído aun más las asistentas sociales, el concejal y la prensa:
JAAAAAAA; JAAAAAAa, JAAAAAA. Llora cómo una nena. Desfila animal, desfila.
OHHHHHHH;OHHHHHHHH, he dicho yo y les suplicado:
- paren por favor este circo, me estoy mareando.
-JAAAAa, JAAAAAaaaa- con lo bien que nos lo estamos pasando hijo- me ha dicho Enrique sin darse cuenta que me estaba quitando el habito y poniéndome mi ropa.
- ¿Qué haces hijo?- me ha preguntado ultraviolento, aun con lágrimas en los ojos de la risa, cuando me ha visto con mi ropa. No me jodas bufón mi diversión. Ponte otra vez el hábito- me ha reprendido.
-OH si señor, ahora voy- y Oh lector, he ido a por el habito y se lo he tirado a la cabeza.
-¿Pero que demonios haces salvaje?- me ha preguntado furioso levantando los brazos para quitarse la ropa que lo cegaba sin darse cuenta que llevaba un pincho que se ha clavado en su vientre. Al retirarlo ha salido un chorro caliente de sangre, y las bocas de la prensa y las asistentas sociales se han abierto mucho, y han gritado espantados con los ojos observando la sangre:
AHHHHHHHH; AHHHHHHH
Y yo me he lanzado sobre ellos. A un periodista le he metido el pincho por el ojo, a otro lo he degollado. Las asistentas sociales y los funcionarios se han ido aun rincón. Muy paralizados me miraban cómo si este humilde narrador fuera un loco.
-De rodillas broto- le he dicho a un funcionario.
-Bien, bien, pero por favor no hagas nada, tengo hijos- me ha suplicado.
Entonces, Oh hermanos, le he pegado mientras estaba de rodillas una fabulosa patada en al boca y han salido grumos de sangre que salpicaban las baldosas, y las chicas gritaban espantadas de horror.
AHHHHHH;AGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.
Luego le he machacado a patadas el hígado y ha empezado a vomitar por la nariz y la boca grumos de espuma que olían muy mal. Yo, oh hermanos, he seguido pateándolo con ganas y cuando me he cansado, le he agarrado del pelo y he jugado al bolón contra el suelo con su cabeza.
Pom, pom, pom sonaba el cráneo que iba dejando sangre, y todo aquello daba asco. De los golpes, la nariz le ha desparecido formándose un muñón de carne picada, y Oh hermanos, creyendo que ya estaba muerto lo he dejado y me he ido hacia las chicas.
Había, Oh hermanos, cuatro para mi. A la más fea la he degollado.
-Desvestiros zorras- les he dicho cogiendo una silla del despacho para observar el streeptis.
Y las chicas han obedecido temblando.
Y ahora poneros de rodillas cómo perras y venir hacia mí- les he ordenado muy jorocho.
Y, oh hermanos, las he montado. Cuando cabalgaba a la primera, al cambiar de montura le he pasado el pincho estirando el brazo por las nalgas y se las he abierto saliendo mucha sangre y ella ha gritado cómo una loca. Le he cortado la lengua para que callara. Algún hombre me lo agradecerá algún día.
Luego, Oh hermanos, he violado con mucha alegría a las otras dos que quedaban. Una vez he terminado las he pateado con intensidad. Tanto que han perdido algunos dientes, algún ojo, las narices. A una le he cortado también una oreja, y a otra los pezones de las tetas.
Luego he cogido mi cheque y he ido a cumplir en el asilo tras comprobar que efectivamente: tenía fondos. Espero, Oh hermanos, que no me quiten la ayuda el mes que viene.
Angelillo de Uixó. Vuestro humilde narrador.
El circo de los servicios sociales por Ángel Blasco giménez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
viernes, 2 de agosto de 2013
El circo de los servicios sociales
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