lunes, 24 de junio de 2013

La higuera de San Juan, de Angelillo de Uixó


La higuera de San Juan, de Angelillo de Uixó.




Es Junio y los ancianos salen al sol cómo los lagartos.
Hay que escucharlos, Oh hermanos.







Dicen que en San Juan hay que plantar las higueras.
Es una oración repetida generaciones y generaciones.
Visualizo todas las higueras de Vall d´uixó, y estoy seguro que todas han sido plantadas ese día, y no otro.
Imagino a esos niños de ayer y antesdeayer, siguiendo dos pasos atrás cómo un perro a sus padres, estuviera el país dominado por Franceses o musulmanes, o bajo el manto de la artillera alemana e italiana.
De romería a San Juan a por ramas de higuera.
Si hermanos, los antiguos de mi pueblo eran así.
Ahora esto se ha perdido.





Los rostros de los ancianos de vall d´uixó son austeros, severos y fieros.
Son el alma de un pueblo que fue austero, severo y fiero.
Ahora está relajado por un sopor narcótico de inquietudes, de inactividad, de desdichas.
No ve la gente oportunidad al borde de la miseria y la esclavitud de ser mejores y más felices personas.
Katulu los condene.





El mío es un pueblo infeliz. Un pueblo débil. Un pueblo que ha abrazado para su mal la decadente democracia liberal. Nada peor para la raza.
Hoy la gente ya no va de romería a por ramas de higuera para plantar en las huertas. Van de ramería a las playas a saltar las hogueras y hacer orgías.
Herejía, herejía, de un pueblo decadente por culpa de la democracia.
La tarde para mi no se equivocaba.
Allí estaba mi calendario diciéndome en la tarde de la noche de San Juan:
Angelillo, recuerda Magno, para San Juan la rama.







Al leerlo se ha activado el recuerdo, y he salido esa tarde equivocada para el resto de habitantes de Vall d´Uixó hacia Garrut. Allí es donde hablando con el agua habita una gigantesca higuera.
Y tras hacer mis abluciones he agarrado un pequeño esqueje y he vuelto a mi huerta donde he hundido en el lugar más apropiado la rama.
La tarde aun estaba encendida.
He visto a mí alrededor todo lo que estaba olvidado, muerto, en que lo he convertido.




Todos los rincones están plantados, cómo en los viejos tiempos, cómo en los tiempos del hambre, los tiempos del carácter, los tiempos de las buenas costumbres, donde el hombre no era un técnico, no tenía estudios, no sabía leer, y sin embargo era más sabio que cualquier licenciado en psicología, en relaciones laborales o en empresariales.
OH si hermanos, así es.





Angelillo de Uixó.






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La higuera de San Juan, de Angelillo de Uixó by Ángel Blasco Giménez is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.




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