domingo, 16 de junio de 2013

Gracias Gracias, de Angelillo de Uixó

Gracias, Gracias, de Angelillo de Uixó.








Esperaba en Junio, celebrándose el último día, y el más ultraviolento de las fiestas del barrio marginal de texas, encontrarme a estas horas, oh lector, envuelto en sangre.

Esperaba unirme al campesino muerto, al obrero muerto, y al soldado muerto en las trincheras de Vall d´uixó de 1938.










Me veía defendiendo algo pequeño.

Me veía defendiendo yo solo una pequeña cota contra todo el ejercito fascista de Vall d´uixó.

Me veía defendiendo yo solo bajo un sol ardiente y un cielo repleto aviones de pasajeros cuya estela formaba vías lácteas sobre el horizonte: la vieja montaña de peña creus.

Yo solo.

Eternamente solo.

Oh lector, yo solo con mi conciencia y mi deber.

Aquí me encontraba, Oh camaradas, solo con mi camarada y mi boli bic junto a las trincheras, a la retama, a la jara, al tomillo, a la lavanda.

Agazapado entre los ribazos.

Esperando a los bárbaros junto a un indefenso camino. Habitaba en mí el recuerdo de todos aquellos valientes que lucharon, que trabajaron, que sangraron cómo yo por este lugar donde solo crecen las rojas amapolas.

Ya me veía ensangrentado, cómo el año pasado, por el ciclista de descenso una vez publicará el vídeo o el artículo en mi blog tras su paso.







Los ciclistas de descenso, son hijos de emigrantes que persigo y denuncio. Mucho mal han hecho a la laboriosa sociedad de Vall d´uixó. No los trajo una cigüeña cómo al resto de personas. Si no que llegaron traídos entre las garras de un águila fascista que anido en la entrepierna de esa mujer insensible, vieja, y pobre, que por incultura acepto a este salvaje inferior.








Así es la estirpe del emigrante castellano parlante. Mala espiga que florece sin dar fruto en los barrios marginales. Nos debe hacer llorar el ver las oscuras cárceles en las que han convertido las calles hispanas, en las que están viviendo esta casta de chonis, quinquis, perros y perras callejeros. Jóvenes varones y hembras, intoxicados por las drogas, la cultura del plástico, el odio racial y brutal a los musulmanes, y a los homosexuales. Alimentados por sangre y para la sangre, atormentados por el vicio sexual, por el ocio, por el aburrimiento, por los gimnasios, por la inferioridad intelectual, por la música de discoteca, gran hermano y sobre todo la pobreza familiar.




Oh camaradas, ésta pérfida raza son creadores de sendas y caminos de bárbaro dolor por el que pisan y quieren dejar a la historia cómo huella de su paso. Lograran transformar la raza hispana si no luchamos contra ellos.

La vida les ha golpeado.

Si.

Han crecido en hogares con unos padres que no saben dialogar.

Si.

Se han desarrollado arrancando las alas a las mariposas, bebiéndose la virginidad de las cosas puras, trapicheando, con las entrañas del revés, y el corazón comido por los gusanos del dolor.

Si.

Su mirar es el de un orco bizco que les hace astutos cómo ratas y de poco fiar.

Si.

Pero todo esto no es excusa, Oh amigos del bien, la ley y el orden, ni debe movernos a la cualquier tipo de piedad para no llevarlos a centros de reeducación extrema y de ultradisciplina para que maldigan cómo nosotros el fascismo.

Pues si el fuego se apaga con más fuego, el fascismo se apaga con más fascismo, el nazismo con más nazismo, y el judaísmo, la peor y más atroz de las existencias humanas, con más judaísmo.




Oh hermanos, hoy 16 de junio esperaba el descenso ciclista ilegal de todos los años en texas.

Y al mirar desde mi posición el monte funesto que yace frente a mí, aguardaba una noche de afiladas navajas, de estrellas encendidas entre las trincheras, los olivares, los algarrobos y seguramente mi casa. Pues así me han amenazado, y no es broma:

así lo juro.







Sin embargo he visto algo que me ha hecho llorar de alegría.

No se veían ciclistas de descenso, no se escuchaba en el monte música bakalao. No divisaba cintas de plástico de los patrocinadores de la carrera ensuciando las pinadas, ni las cadenas de los bulldogs.

Había un grupo de pacificas personas andando en paz un día tan señalado para mi, para los ciclistas de descenso, los ecologistas de Vall d´uixó y la memoria histórica de Castellón.

Gorritos dorados de paja, la misma que crece en las huertas y que sirve para abonar, cubrían las cabezas de pacificas personas que caminaban cómo sabios, cómo Cristo sobre la mar, bajo un intenso azul del cielo entre las trincheras. Observando, parando, respetando.

Oh milagro, milagro, milagro- he gritado.








De vez en cuando, uno de ellos se ponía frente de los demás, y hablaba.

Oh camaradas, largaba muy bien, de forma ejemplar. Lo hacia sin chillar, sin insultar, cómo nosotros, los supremos.

Explicaba sus cosas y luego se producía un hermoso dialogo. La gente se pasaba la cantimplora para beber, y compartían alimentos. Las mujeres iban junto a los hombres, también podían opinar, y no parecían zorras, si no damas. Un encanto Oh hermanos.

En seguida me he dado cuenta de que eran cómo nosotros, los defensores del bien publico, del amor, de la humana armonía, de la lealtad a la naturaleza, y el respeto a los derecho humanos.

Oh camaradas, yo contemplaba aquello desde mi agujero, y era hermoso de ver. Incluso he estado apunto de unirme a ellos, pero me he dicho:

Ese tampoco es mi lugar, los podría asustar, o quizás si digo algo me podrían expulsar.




Y visto que no venían los chonis ahuyentados sin duda por ese grupo de personas sabias. Con el camino bien defendido, y todo en orden y en paz, tal y cómo a mí me gusta que estén las cosas. He salido de mi zulo. Lo he hecho satisfecho, dando las gracias al señor de los cielos, Katulu, sabiendo que estas eran personas de izquierdas y que estaban haciendo una buena ruta. En la distancia les he bendecido:

Os deseo felicidad, paz, y que lo paséis bien. Mucho he sufrido yo aquí, más de lo que imaginéis. Volver, volver, volver, cuando queráis, pues sois buena gente de verdad, no me hace falta conoceros para saberlo y para estaros agradecido.

Decirle a más gente que aquí hay un paisaje hermoso, un camino con trincheras, algarrobos. Que las plantas beben del rocío por las mañana, que sienten la vida, que sus raíces cómo las mías hablan, y sienten, y desea ser felices y conocer el amor.

Volver, volver y decir:

Qué mi tierra es la mejor.

Angelillo de Uixó. En su compromiso por la paz, contra la intolerancia, la censura y el fascismo.



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