viernes, 30 de julio de 2010
proyecto campo sobre fauna
Muestro las fotos de las ranas de mi aljibe para hacer un seguimiento de los últimos anfibios de la partida de Benicató en Nules.
Benicató es la partida agrícola de Nules conocida por tener asiento villa romana, cuya augusta nobleza de tiempos mejores no le ha servido para ser saqueada, expoliada y abandonada ante la mirada tímida y asustadiza de sus custodios, un tímido ejercito de sapos, ranas, que croan ante las miserias del hombre que expolia, roba, envenena, saquea, busca riquezas entre raíces y piedras, y cuando las tiene: todo lo incendia.
Así es la gente de Benicató desde hace más de veinte siglos.
Durante más de ocho años los campos que poseo quedaron huérfanos de labor y de pesticidas.
En el viejo aljibe abandonado quedó algo de agua, y en ella hicieron morada en no más de seis metros las ranas.
Su supervivencia se debe a un cúmulo de casuales que orbitan en el puro abandono.
Mi campo es final de regadora, así que los fertilizantes que tiran al agua no llegan, y durante años ningún agricultor químico ha puesto sus pies en esta tierra.
Olvidadas de todos, sobrevivieron lacónicas expresándose entre sí de la forma tan profunda como lo hacen.
Motivos los tienen, son las últimas supervivientes de la partida de Benicató, para desgracia de las garzas y otras aves zancudas que con tanto genocidio anfibio se les obliga a comer indignamente en los vertederos a estas nobles aves, hoy con sus títulos nobiliarios de reales convertidas mendigas.
Cada día que voy al campo a trabajar, antes de empezar, contemplo toda la vida que cuido con esmero, y sentado bajo las ramas de un naranjo suelo coincidir con las últimas luces del faro de Nules que se apaga, mientras escucho su croar, expresiones agudas de pesimismo.
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