lunes, 26 de julio de 2010

Angelillo y la loca acedemia de policía








Angelillo y la loca academia de policía.

Avatares de la vida requirieron de la presencia presencia de Angelillo en la gran ciudad de Valencia.
En las gestiones que los burócratas le obligaban a realizar debía pasar por una gran avenida. Realizaba éste paseo obligatorio por un lugar desnaturalizado de arboles, cultivos y vida.
Habían otorgado el camino por donde pasaba Angelillo al asfalto y a los vehículos.
Triste y melancólico en su caminar observaba las columnas alzadas desde la tierra hasta el cielo de ladrillos, hierro y hormigón ocupadas por una colmena estresada de vagos oficinistas e intermediarios. Hombres sin valor, clines humanos que aunque les cayera un avión del cielo y los aplastara no se perdería nada.
Salpicaba el ceniciento paisaje una gigantesca y más grisácea construcción. Era el nuevo macro complejo policial que constaba de una academia de policía, dos centros de concentración para inmigrantes, un penal, un acuartelamiento de la guardia civil, una comisaria de la policía nacional, un burguer king y tres mercadonas, le llamaban la ciudad de la justicia que hacían chaflán con la ciudad de las ciencias y las artes, y que daba ésta ultima con la ciudad de la miseria.
A la hora que pasaba Angelillo casualmente veía salir de los calabozos del cuartel a un grupo de policías que al declinar su jornada laboral al igual que los buenos camaradas de faena estrechaban lazos afectivos y de experiencia profesional en un bar cercano.
Como gente a la moda vestían varios de la brigada con la camiseta de la roja, la ganadora del mundial de fútbol, otros más discretos llevaban camisas de marca corte inglés.
Cuando se producía el relevo de turno los que se habían ganado el pan diario con una pistola salían a la calle extraordinariamente contentos.
Eso intrigaba a Angelillo, su sonrisa no se debía solo al desmantelamiento de los derechos humanos en Europa, había algo más tras su alegría.
Esas falsas sonrisas no tenían origen en un juego de palabras o situación sorprendente como cuando cuentan un chite; escondía la fisonomía de sus sonrisas algo perverso y sádico.
Angelillo había visto esa sonrisa cuya fisonomía era especifica de una sola situación.
Rebusco en su mente hasta dar donde vio antes esa reacción fisiológica.
-!Claro!- se dijo para si mismo- fue en el rostro de un cura al que acusaron de violar a un niño de 5 años. Tras el acto lo encerró en su alcoba para salir sonriendo al atril y situarse delante de su madre y cien feligreses más que le esperaban impacientes de su presencia con los abanicos abiertos quitándose los calores. El cura alegre y sonriente hizo su discurso moral, como manda hacer su oficio, para acto seguido entregar el cuerpo de Cristo a la madre de la criatura que aguardaba de rodillas frente al sonriente cura con la boca abierta y la lengua extendida impaciente recibir lo que el cura le iba a dar. Yo miraba ajeno a los ministerios de la iglesia unas pinturas de Zurbaran y observe casualmente esa sonrisa que me impacto. Años más tarde se descubrió el crimen, pero no paso nada pues la iglesia lo había trasladado a Roma, a un colegio de Jesuitas.
A través de la perspicacia innata para descubrir las cosas y con el disimulo que la naturaleza ha dotado a Angelillo, haciéndose pasar por unos de éstos ciudadanos que festejan el éxito de la selección se acerco al grupo de policías con el teléfono móvil en el oído.
Fingía ser un usuario de una compañía de teléfono para engañar a los policías, desconocedores de que Angelillo nunca tenia saldo.
Hablada de estupideces en su monologo fingiendo ser un ciudadano normal.
Uno de los policías se giro al escucharle, ya que esta gente es muy suspicaz y no se dejan seguir fácilmente.
El que observaba a Angelillo era un varón de 27 años, delgado, de metro setenta y poco con la cabeza rapada, ojos inquisitoriales, no apartaban la mirada de Angelillo. De la mirada del policía se podía observar a un torquemada en plena faena.
Al cabo de unos segundos de escuchar el monologo volvió a prestar atención a su grupo evaluando que no había peligro en ésta persona.
Los demás hicieron una señal inconsciente de seguridad y siguieron ajenos a Angelillo.
Continuaron con sus bromas, Angelillo no podía escuchar más que palabras sueltas ya que hablaban muy despacio pese a estar en un ambiente jovial.
Se oía inmigrante, detención, forzar ...
La conversación tenía un marcado componete sexual, cosa muy habitual en este colectivo de vida sucia y desordenada.
Llegaron a un bar llamado el alegría de la huerta.
Era un antro de aspecto vulgar que recibía al parroquiano con un toldo verde sobre su puerta donde se leía en letras blancas: Alegría de la huerta.
El bar era frecuentado por golfos y vagos que se pasan el día contando las anécdotas de cuando a los 19 años hicieron el servicio militar.
Junto con sus historia de la mili contaban historias de los inmigrantes que copan todas las ayudas sociales y agotan las prestaciones que debieran ser para ellos.
Estos sujetos alzaron como saludo sus copas cuando vieron entrar a los policías.
El saludo era sincero ya que está chusma siente una fuerte atracción por los cuerpos de seguridad del estado y el ejercito.
La policía por su parte venera a estos fantoches que se pasan el día hablando de inseguridad ciudadana causada por los inmigrantes, y de la necesidad de instaurar para su seguridad la cadena perpetua.
Entre cerveza y cerveza, mezclados, hablan de esto junto de la selección de fútbol y las prostitutas rumanas de las esquinas cercanas.
Los maderos iban a pedir cuando un habitual de aspecto penoso dijo que les invitaba a la primera ronda.
Era un gitano de sesenta años, pero parecía que tuviera más de 100.
Le faltaban la mitad de los dientes, llevaba con el pelo largo rizado y muy sucio, tatuajes y bigote.
Su piel en vez de ser cobriza como la mayoría de esta raza era casi negra, con pequeñas manchas blancas por la cara y brazos.
En su cuerpo se palpaba los excesos que deja la vida sátira. Estaba adornado el personajillo con una panza enorme en la que se apoyada un cristo de oro que le colgaba desde cuello hasta el ombligo invisible por la grasa.
La generosa invitación del gitano Carlos Jose se debió a que de la maquina traga perras había sacado un premio que antes de llegar a sus manos ya había gastado.
Los policías le saludaron con un ademán agradecidos y empezaron a pedir cubalitros.
Angelillo con muchos escrúpulos entro en el bar junto toda la inmunda canalla.
Observa a su alrededor mirando las caravanas de miseria moral que allí se juntaban.
Estaba en el peligroso territorio de la raza blanca de mediana edad española.
Eran el tipo de personas que en otro tiempo hizo grande a España, cuando nuestra patria tenía colonias y necesitaba gente para la conquista y defensa de ultra mar.
Personas como entre las que se encontraba Angelillo eran llevadas a Cuba, Filipinas, Perú, Bolivia, para matar a machetazos a los negros cimarrones insurrectos, podían en las colonias dar rienda suelta a todas sus ansias asesinas ante mujeres, aborígenes y negros, ganándose buen nombre y hacienda.
Hoy en día en una España sin colonias éste tipo de personas estaba desperdiciada en las lista del inem, su única función era votar al PP cada cuatro años en las elecciones o ir a manifestaciones contra el aborto y el estatuto de Cataluña.
Angelillo observaba sus gestos.
Tenían la mirada medio cerrada, el cejo fruncido expresando ira contenida. Portaban barba de un par de días y vestían con camisetas de interior de color azul o blanco. El calzado eran mocasines marrones con calcetines negros subidos hasta arriba.
Las palabras barbaras que se dirigían entre ellos no llegaban a ser palabras, eran insultos desagradables y humillantes a medio decir, ya que empleaban más la mímica que las propias palabras por cuestiones de carencias léxicas y mentales.
Ante una canción del Fary que sonó en la radio uno de la canalla congregada empezó a bailar grotescamente gritando viva España y sus mujeres.
Los policías cada vez estaban más relajados y habladores debido a la cocaína que esnifaban sin parar.
Uno de los policías alegre por las drogas y el alcohol dio una palmada en la mesa excitado por los recuerdos.
- ¿ Que os ha parecido la morita? Como pataleaba. ! Y al principio se hacia la estrecha!
Yo creía que no lo haríamos. Os lo juro colegas- dijo el más joven visiblemente excitado.
Por la edad Angelillo supuso que se trataría de un cadete recién salido de la academia.
Continuo el más joven hablando tras apurar su vaso de vino, sus ojos tenía un brillo liquido cristalino:
Cuando vi a la mora por la calle hace una semana me gusto mucho, y le dije al compañero, escucha Rafa ¿ Por qué no la detenemos, seguro que no lleva papeles?
- Dicho y hecho colegas, detenida y bum, sin papeles la moraza. Cargamos en el coche el paquete y en cuartel la empapelamos.
Yo todos los días bajaba a verla y me insinuaba, y ella haciéndose la estrecha. Lo único que me dijo es que se llamaba Nahala y que su hijo la esperaba en un piso. No fue solo su belleza lo que me atrajo, si no su miedo. Sus gestos con los brazos defendiéndose cuando le tocaba suavemente los pechos, y sus chilliditos. Era un pajarillo frágil sobre el colchón de la celda.! Tan indefensa! Llevaba mucho tiempo soñando con una situación así, desde que era niño deseaba ser policía, funcionario de prisiones o cura para poder dar rienda suelta a mi lujuria.
Al acabar de apurar de un trago una jarra de cerveza hablo un policía con aspecto de emperador romano, tenía el pelo rizado rubio a lo trajano, rostro redondo sin ser flácido y curtido en arrugas.
Nuestra misión camaradas es sagrada, somos cruzados de la raza blanca hispana no unos simples violadores de moras. Los tiempo de los papeles, las ong ya se han acabado, ahora viene los acuartelamientos de extranjeros como en los estados unidos, incluso Rubalcaba debiera aprobar leyes más racista y dejar como en los estados unidos la creación de patrullas ciudadanas armadas en las fronteras para combatir al inmigrante. A estos parados que están aquí yo los armaría para detener inmigrantes. Hasta que eso ocurra debemos combatir al inmigrante como podamos, se que el esfuerzo es duro, pero debemos salvar a España. ¿Habéis visto a la mora, verdad? Después de ser violada por todos nosotros hoy y mañana la repatrian al santo coño de donde parieron a esa perra. Cuando les cuente a su tribu lo que los europeos hacemos estas gentes no desearán volver a nuestra santa tierra.
Todos los policías aplaudieron el discurso repletos de orgullo ante su jefe, ni Trajano o Caligula hubiera creado tantos afectos.
Entre tanto, a menos de un kilómetro una chica de 18 años marroquí se retorcía de dolor y vergüenza entre una sucia colchoneta colocada sobre un banco de hormigón frente a unos barrotes de acero.
Aun sangraba por la nariz de los golpe recibidos, tenia los pechos repletos de arañazos y cardenales causados por la porras con la que le pegaban. El cuelo era un cardenal morado de la asfixia que practicaron con ella.
La ropa la tenía rota, estaba más desnuda que vestida.
Acudió un medico con una mascarilla que le cubría desde la boca a la nariz cuando terminaron de violarla que certifico que los golpes se los había producido ella.
Mirándola con asco sin mediar palabra le inyecto un sedante en su brazo desnudo. En el estado catatónico en el que se encontraba no cumplió el sedante con su función, una fuerte taquicardia precedió a la inyección y empezó a chillar Nahala.
Se dirigió a la celda una funcionaria.
Entro, y al verla imaginando lo ocurrido empezó a pegarle nuevamente arrastrándola del pelo por la celda y llamándola guarra.
La chiquilla ahogada en sus propias lagrimas silencio su llanto.
Entre tanto en el bar comentaban los momentos más placenteros con Nahala los policías.
Nahala se dirigió a una de las paredes de la celda y empezó a pegarse cabezazos contra la pared. Primero despacio, luego cada vez más fuerte. La vigilante acudió y al verla empezó a reírse.
Regreso tranquilamente a su mesa, pensó durante unos segundo y se decidió a llamar al médico.
Éste le dijo que lo de los golpes sería cosa de su imaginación ya que le había proporcionado a la reclusa un sedante potente y debiera estar durmiendo en esos momentos. Dicho esto colgó el teléfono bruscamente.
La funcionaria al haber cumplido su trabajo de informar saco un café y se sentó a leer el periódico, donde en unos de sus titulares se hablaba de la reforma urgente efectuada en Europa para aumentar los castigos y las detenciones sumarias de inmigrantes.
Sonaban pequeños golpe difíciles de identificar.
La funcionaria sabia de que se trataba y sonreía, los policías también tenían la misma sonrisa.
Al cabo de una hora dejaron de sonar golpes, Nahala había caído al suelo y nunca más se levanto.

Angelillo del valle de Uixó.

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