jueves, 3 de mayo de 2012

El racismo de las panadería de España. De Angelillo de Uixó

El racismo de las panaderías de España, de Angelillo de Uixó.
Cegado de rabia, con el corazón amasado, herido por la espiga de trigo, otro día herido por este país que se pierde y nos pierde, que nos enfrenta. Salgo de la panadería dejando el eco de la puerta cerrada de un golpe, dejo una amistad, y a unas mujeres en silencio, desconcertadas, sentadas alrededor de una mesa junto una taza de café y enseimadas, y heridas cómo yo. Todos estamos en España ya heridos y enemistados. Tengo la lengua seca, espesa, el puño cerrado y un fuerte dolor en el costado, quiero descargar mi rabia un tres de mayo, acabar de un golpe con toda la sin razón de los Basagoiti.
Me he levantado escuchando a Basagoiti maldiciendo a los inmigrantes. Ayer acudía los servicios sociales y escuche maldecir a los inmigrantes, en la calle subiendo a mi casa hablaban unos obreros en paro maldiciendo a los inmigrantes. Yo maldigo a Basagoiti. He bajado a la panadería de bajo de mi casa, donde Laura , la dependienta, con su blanco delantal , el pelo recogido, sepultada entre panes, manchada la frente de harina, esclavizada a una hipoteca, vive para servir a la gente durante 12 horas al día para efectuar los pagos a principios de mes. Se marchita tu hermosura entre estas cuatro paredes- a veces le he dicho lamentando sus largas jornadas laborales. No sabes que no- me contestaba con su blanca sonrisa de la persona que sabe que ha nacido para el yugo, y tira del carro con toda su fuerza, y no sabe otra cosa que tirar el carro, y siente cómo verdad absoluta y nadie le sacará jamás de la cabeza, que el que no tira del carro cómo un buey con un yugo, no tiene derecho a nada en esta vida. A Tirar del carro- le respondo yo.
En la panadería también se sirve café, y de los mejores del pueblo. Mujeres trabajadoras por las mañanas acuden a por el pan, ganado a fuerza de sudor. Sudor de frentes mansas que intercambian por un pan digno y merecido. No cómo el que come inmerecidamente los Basagoiti, los Óscar Clavel y demás filibusteros. Cuenta la propaganda oficial del régimen que los tiempos de hoy son mejores que antes para la clase obrera, que hemos adelantado mucho a nuestros antepasados. Una prueba de ello es que a parte de comprar el pan nuestras trabajadoras, se toman un café antes de irse a tirar del carro. Cosa que los inmigrantes no hacen, solo compran el pan, y rápido, para que no les riñan por llegar tarde los Basagoiti, los Óscar Clavel, que van montados en el carro y necesitan que tiren de el los demás, por que ellos a parte de pasear diciendo mentiras no tiran, ni sabrían. Se tardarían años en que aprendieran a hacer bien un café, a servir a la gente, o a hacer pan, esos mendrugos inútiles y prescindibles de los Basagoiti y los Óscar Clavel. El mundo libres de ellos estaría mejor. Decir disparates, mentiras contra los inmigrantes para ganarse el pan es más sencillo que trabajar con las manos para hacerlo. Un Basagoiti, un Óscar Clavel, si viera a un inmigrante tomar un café en una panadería cómo un español dirían al populacho: Mirad a los extranjeros, que viciosos que son, que antes de ir trabajar se paran a tomar café. Cuanto derrochan. Y el pueblo les aplaudiría. Yo que vivo rodeado de gente que piensa de forma diferente a la mía, y eso no excluye que tenga necesidad de comer pan, de saludar a las personas cuando entro en los sitios, de opinar, incluso de querer, pues a Laura la estimo pese a nuestras diferencias, y a las mujeres que allí acuden, y si siento rabia de la pelea de hoy no es hacia Laura, que me perdone de tanto mencionarla, si no por los Óscar Clavel, los Basagoiti, los Rajoy, y demás bárbaros que nunca han doblado el lomo y que se alimentan de robar el pan del trabajo de los obreros de aquí y de fuera. La panadería de Laura es cómo designamos de nombre al local, ya que identificamos el lugar con la trabajadora, pues es ella la que siempre está llevando el timón de la nave. Allí todos me conocen, algunas mujeres me saludan, otras me giran la cara por qué me han puesto fama en el pueblo de tener pensamientos subversivos, pero el clima siempre se ha mantenido amable. Hoy se ha roto, y se rompe por la tensión de España, por que estamos dejando a los Basagoiti que dividan a la clase trabajadora. Cuando entro en la panadería es inevitable escuchar las conversaciones. Llevo yendo allí desde hace años, incluso antes de la crisis. Antes era un lugar amable, cómo lo es hoy, aunque para mi ya no lo sea. Antes nunca se hablaba de política, se comentaban historias de gente del pueblo que se casaba, comuniones, bodas, fiestas. Poco a poco eso se ha ido desvaneciendo. !Hasta en está última época, he oído opinar ancianas de 80 años de la prima de riesgo y el diferencial con el bono alemán! Lo que demuestra que la gente repite lo que escuchan. Hoy solo se habla de los agobios económicos. Se escuchan lamentos por el dinero expresados por ancianas pensionistas que apenas ya pueden tomar café. La angustia de esa palabras enraízan en el corazón cómo la simiente del trigo en las eras. Enciende la sangre la injusticia, y da ganar de arar de sangre toda España, pero no contra el inmigrante, si no contra los Basagoiti, que son bárbaros animales, canallas cobardes que desde una butaca esparcen en nuestro sembrados malas hierbas con sus palabras. El discurso de xenofobia cala en las Lauras , en nuestra gente humilde y confiada: ! Los inmigrante tiene la culpa de todo nuestros males! Menuda payasada Basagoiti. Hoy no he podido silenciar mi voz. Cuando en la panadería, unas mujeres tenían una conversación celebrando las palabras de Basagoiti, de que los inmigrantes no serán atendidos en la seguridad social, más parte seguir el relato racista de que los inmigrantes se pasan el día sin hacer nada más que cola en cáritas. He saltado, me ha podido la situación. Un lugar ingenuo cómo una panadería, que acepta el dinero de los inmigrante que pagan su pan, por qué lo he visto, un lugar donde entra todo tipo de gente, un lugar agradable, parecía una panadería nazi.
No iba conmigo la conversación cuando he saltado. Se que es inútil defender a los inmigrantes. Éstas gentes de mi pueblo creen que tiene la culpa de todo, y ninguna ciencia les convencerá de lo contrario. Ni el mismísimo Torquemada les haría cambiar de opinión. La discusión entra Laura y yo ha sido de estúpidos, violenta, de una España dividida. Ha concluido con un sonoro portazo semejante a un cañonazo que ha hecho temblar los cristales de la puerta, me ha sacudido la conciencia, me prepara para la guerra civil. Angelillo de Uixó, mañana del tres de mayo del 2012, meses previos a la guerra civil.

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