lunes, 15 de abril de 2013

Los chirigüilis, romancero gitano de Angelillo de Uixó

Los chirigüilis. Romancero gitano de Angelillo de Uixó. Cuando me amenazan los gitanos hago amigos. ¡Qué alegría y que dicha! Creía que pasaría la tarde en soledad, y la he pasado en compañía. Alegres gitanos, amenazas, perros, y payos, guardias civiles, y lo más granado para un corazón solitario: he hecho por fin amigos, que me importa si me amenazan mis vecinos gitanos. Hechos ocurridos 14 abril del 2013, en Vall d´uixó, víspera por la III republica. Actores: Angelillo de Uixó en el papel de farandul. Chirigüili Antonio en el papel de violento gitano. Chirigüili padre gitano defensor del honor del violento de su hijo. Adoptante de un cachorro. Acompañantes de la adoptante: un joven matrimonio con su hijito. Cuatro perros de Angelillo de Uixó. El perro víctima. Parejita varón y hembra de la guardia civil. Acto primero. La tarde aburrida. Una cuerda hace de torniquete en la oreja chorreante de sangre de una mansa bestia. La operación tiene lugar en un destartalado comedor de una caseta de San Antonio. Dos perros más observan en silencio. Un cachorrin trota contento por la estancia. Mea en el suelo y se sube a un butacón al que muerde con saña. Gruñe a unas moscas, impertinencia de juventud. Salta de nuevo para molestar a su padre que dormita en un rincón. Gotas de sangre en las baldosas mugrosas. En techo cuelgan arañas. Un saco de pienso apoyando en una pared decora tétricamente la sala, una guitarra española es iluminada por un tenue rayo de sol, y un grillo se cuela entre las cuerdas para tocar su canción. La perra herida mira con sus ojillos redondos del color de la miel las manos oscuras, nervudas y vagabundas que le cortan la hemorragia. Las lame con devoción mientras unos labios secos, duros, se clavan en sus mofletes notando sus viejos colmillos, y le susurra amorosa la voz en penumbra del farandul: -Tranquila Meidie, yo te curo. ¿Cómo te has hecho esto? Coloca el farandul papel higiénico entre la cuerda que ha cogido de unas tomateras. Al segundo se empapa de sangre el papel. El farandul insatisfecho aprieta más la cuerda hasta que la perra exclama un Ay. -vale- contesta el farandul observando con satisfacción poética la obra. La perra se rasca y la operación se queda en agua de borrajas. Meidei no. No te rasques que así no hacemos nada.- recoge la cuerda y corta más papel higiénico. La perra con el lomo cubierto de sangre al igual que las manos del cirujano, mueve el rabo. Mira con melancolía. El farandul suspira y se sienta, piensa, y actúa. Repite la operación y sujeta el cuello del animal durante una hora más para que no se rasque la oreja intervenida. Las moscas vuelan por la estancia, algunas planean en la sangre. El pastor alemán ronca, y el cachorrin juega con su mama que tanto le quiere. EL farandul dormita hasta que una perra husky, la madre del cachorrin ladra. Suena la reja de hierro que abre paso al huerto del corral. Desde la verja se ven verdeando unas lechugas, varias cebollas y un caballón con fresas. El farandul se levanta y sale al clamor de la puerta. La luz del comienzo de la tarde ilumina su rostro seco y cansado. Las manos con sangre y su cuerpo con el aroma margito del rojo líquido. Reconoce a una chica rubia que llama con voz aviolinada a Varinia, la perra husky que sale a su encuentro. Madre de una camada de 7 perritos. Se miran cómo desconocidos el farandul y ella, pese a conocerse de refilón y con contradicciones por ambas partes. El matrimonio queda al margen. El cachorrin sale detrás de su madre. Unas mariposas de alas encendidas pasan junto a él. -Esta preciso- exclama la chica. Va hacia el cachorrin, lo coge y lo abraza. El cachorrin lame su rostro y ella sonríe. -¿no has conseguido darlo?- le pregunta al farandul. No. Ha habido dos personas que lo querían y se lo he negado- responde frío. ¿Por qué?-pregunta intrigada. Le he cogido cariño. Y los perros de la camada que me ayudaste a colocar… ¿sabes donde ha acabado uno?- pregunta con violencia soterrada. El rostro del farandul se cubre de dolor y desprecio. No- responde ella tras la mirada intrigada. Deja el cachorrin en el suelo que acude a lamer a su mama. El farandul con gesto cínico silba, se mete las manos en los bolsillos y pasea la mirada carbonizada por la vida sobre el matrimonio que llevan a su hijo hasta el cachorro para que lo acaricie. El niño juega con el perro. Ambos el niño y el perro son pequeños, delicados, inocentes. -¿Ves esas casas?- le pregunta con sorna el farandul. Su voz cruel, apagada. SI- responde ella. Baja y lo veras. Vamos a verlo- dice ella al matrimonio que indiferente la sigue. Acto II. El rescate. Aparece un cachorrin de pastor alemán entre los brazos de la chica ante la puerta del farandul. El animal asustado y desconcertado. Gravita su mirada por la estancia. La puerta entre abierta deja ver a todos los perros y el desorden. Su hermano canino se acerca y su madre también para olerlo. Sus ubres negras aun le cuelgan, y se balancean ante su cadencioso movimiento de cadera. -¿Tienes agua?- pregunta la chica al farandul. -¡Lo has traído!- exclama perplejo el farandul. La chica con mirada inocente asiente con la cabeza e insiste: ¿tienes agua? -Si, claro- le responde. Una furgoneta sube a toda velocidad y aparca ante la puerta. El chirigüili Antonio berrea. -El perro, el perro. Dadme el perro, el perro es mío- grita el gitano Chirigüili. Abre la furgoneta y al instante baja. El farandul vuelve de la cocina con una garrafa de agua y mira a su vecino que ha entrado un instante a su casa y ha salido a la calle robando con la gracia de los de su raza al perro de los brazos de la chica. El niño del matrimonio llora. El rostro de Antonio el chirigüili enloquecido. Mellado barrunta amenazas, de pelo mal rapado, negro y espeso peinado con flequillo casposo. -Os mato, os mato, os mato- grita a la luna lunera llevándose en brazos al cachorrin de pastor alemán. La chica sale tras él. -El perro ese no es tuyo- le dice. Histérico chilla el gitano- El perro es mío, el perro es mío, y amenaza de muerte a la chica. -El perro lo tienes en malas condiciones, ni agua tenía. Yo se lo di a otra persona para que lo adoptará, no a ti- le contesta la chica traumatizada al haber visto la gruesa cadena que sujetaba al pobre animal que la miraba con sus ojos tristes y apagados con dos meses de vida. Bajo una redonda de luna de rueda Michelin de furgoneta pasa sus tristes horas. La luz del sol, la alegría de vivir, la amenaza de la muerte es lo único que conoce, cómo todo aquel que este cerca del peor de todos los animales: el gitano. El gitano enloquecido violento, y criminal zarandea a la chica, grita cómo un diablo: El perro es mío, el perro es mío y hago con el lo que quiero. A mi casa a robarme, a mi casa a robarme- indigno clama venganza al cielo, y justicia de navajas. La muerte siempre presente en su pensamiento. El farandul que observa a su vecino por la puerta abierta y escucha, saliendo aun con el agua en la mano se detiene en el pasillo para reír. Se dice para sus adentros: “Pero Antonio chirigüili, si he visto cómo no has parado de robar en la casa de al lado”. ¡Si hasta las vigas te has llevado! Será posible esa defensa de la propiedad por tu parte, vamos… a otro perro es discurso” La mano del padre del niño separa al gitano de la chica. Ante la mirada del payo, hombre noble, de Sagunto, enemigo de la violencia y amante de los animales, el gitano se revuelve de espalda al coche. Mete la mano en la furgoneta y saca una gallata. “La risa esta echada”- se dice el farandul, es lo que me faltaba por ver, un Chirigüili amenazando con gallata. Blande la gallata el gitano por el aire peripatético. El bastón hace círculo bajo las nubes blancas y tranquilas que lentas avanzan. El sol declina en una tarde de domingo somnolienta, animada por el gitano. Grita, berrea, su dolor, su cante jondo. -Ay, Ay, Ay, el perro que es mío y si quiero lo mato y ha vosotros os mato, os mato, os mato. Os arranco la cabeza- dice el mil hombres. El cachorro de pastor alemán tirado en la furgoneta mete su cabeza entre las piernas. Los perros del farandul tumbados en el suelo miran atento la representación. EL gitano baila y danza por la terraza con el gallato. El gitano enloquecido divaga. -Que soy de Madrid, que soy de Madrid. Qué nací en Madrid. El farandul que lo escucha conmocionado por el esperpento, viendo al gitano con la gallata amenazando a un matrimonio delante de su hijo y a una chica, y diciendo que es de Madrid, apenas se aguanta la risa y se dice para si: “ Madrid, capital de España” -Y tengo una cacharra, y la subo y os mato, y os mato, y os mato- dispara saliva el gitano Chirigüili. La gallata que planea por el cielo es seguida por todos. El farandul deja el agua y sale. El gitano al verlo exclama apelando a la ley del vecino que impera en cercano barrio de texas, y las casetuchas de San Antonio: -Que haga esto un vecino- le dice al farandul con los ojos vidrioso, indignado y haciendo volar por el aire la garrota. El farandul se mete entre el marido y el chirigüili que están a punto de pegarse. Da un aplauso para que todo termine. -Venga va, se acabo. Voy a llamar a la guardia civil. Recoge el garrote, la cacharra, y a tu casa Chirigüili. El Chirigüili se sube a la furgoneta gritando e intenta atropellar a las chicas. Acto III. La guardia civil. Sube una patrulla de guardias civiles. Primero aparcan en casa de los chirigüilis. Llegan hasta la casa del farandul los gritos. Ayes, suspiros, rabia y juramentos de venganza gitana. Los beneméritos toman nota de su legítima protesta. Un agente se queda con los chirigüilis, escuchando sus tristezas, y otro sube lento, con la mano en el cinturón apoyada sobre la culata de la pistola hasta llegar a la casa del farandul. El pastor alemán, padre de los cachorrines se acerca y lo huele. EL guardia civil acaricia su cabeza y felicita las tardes: -Buenas tarde caballeros. ¿Qué ha pasado? El farandul toma tranquilo la palabra. El guardia civil es todo orejas. Gesto de escuchar y juzgar. Vera agente, ésta tarde ha venido esta chica- la señala- a verme por la adopción de un perrito que tengo, a lo que le he dicho que antes de darlo me gustaría conocer a la persona donde va a parar, porqué un perro que le di, hermano del que tengo en adopción, ha acabado donde no tenía que acabar, ahí abajo- señala el farandul la casa de su vecino- Ella ha querido ver donde estaba el perro, y al verlo en que estado estaba se ha conmovido y ha hecho quizás algo que no tenía que hacer, pero algo que tenía que hacer, que tenía que haber hecho yo, que es: Liberarlo, y la felicito y la admiro por ello. Entonces lo que ha pasado es que el caballero al que se escucha chillar y ahora podemos ver su cabeza aflorar- se giran todos para ver el cráneo melenudo del chirigüili acompañado del Papa- ha subido muy alterado amanzándonos de muerte. ¿Ha sacado algún arma?- pregunta el agente. Dice tener una cacharra del 6, pero no la ha mostrado, eso si, ha sacado un gallato del 8 y con el ha amenazado con descraniarnos. Comprendo- toma nota el agente y añade paternal y vehemente- ¿y ustedes no saben que donde tienen que ir es al seprona si ven maltrato animal? Es que el perro no es suyo- añada la chica- Yo se lo di a otra persona para que lo cuidará bien, y al parecer ha acabado en sus manos. Lo tienen en muy mal estado, atado, entre escombros, sin agua- añada la amiga. Si pero comprendan que quitárselo… Es normal que se altere- añade el agente. Pero es que el perro…añade la chica cuando el farandul la interrumpe. Por favor, dejarme hablar, estamos divagando- exclama el farandul- Lo del perro agente da igual, aquí lo importante es que ese individuo ha venido en plan agresivo y sin mediar palabra se ha metido en mi casa, nos ha amenazado con garrote en mano, insisto en lo vil del garrote. Con agravante de delante de un chiquillo. Ellos se han llevado el perro de su casa, es cierto. No se si será legal o no, pero si ético, pero no importa eso. Él tenía primero, antes que nada que haber empleado otra formula oratoria, al uso de los blancos. Por ejemplo: Oye tíos ¿qué pasa, por qué os lleváis mi perro? Entonces yo lo hubiera invitado a entrar a casa y hubiéramos hablado tomando café. Yo vivo aquí y doy fe de que ese animal y todos los que tienen están mal estado, sufren de tortura. He silenciado estos hechos. El perro ese no tiene chip, así que acreditar su propiedad, lo dudo. Lo se porqué vivo aquí y los conozco. ¿ Gastarse dinero en el chip? si no le dan ni agua al animal. Además, se que hacen cosas raras con los perros, tienen muchísimos, algunos desaparecen, así que el chip a perros que aparecen colgados en una garrofera, no creo que sean tan tonto para identificar a los animales. Hasta un ponny tenían agente, siempre atado y sin agua, desde hace meses ha desaparecido. Son unos salvajes, se lo juro por el señor, no son de ley- Muy bien- dice el agente- ¿van a denunciar? Si lo hacen pasen dentro de un rato por el cuartelillo. Pero les advierto: No me hagan hacer la redacción si luego no va a venir. No me gusta escribir. Si, si iremos y contentos firmaremos, y entre rejas los meteremos- dice el farandul. El padre del chirigüili se acerca, anda renqueante, con voz lastimera se expresa. Canas cubre su escasa cabellera. Mala vida y poca instrucción las causan. Su figura encorvada aparece en la escena rompiendo la tranquilidad del amable grupo de payos. Emite unas palabras inentendibles. El perro que está mal, y que os importa, es nuestro y hacemos con el lo que queremos, cómo si lo matamos en una cuneta, que os importa a vosotros- Mira a todos de forma confusa, sin entender que un perro pueda inspirar ternura y pena. Sigue su discurso cómo un mantra: qué os importa el perro, es nuestro. Por favor, retírese- dice el agente evitando confrontaciones. El anciano obedece. Su compañera sube, el anciano baja girando la cabeza y hablando solo. Su sombra encorvada traspasa la vereda del camino al declinar la tarde. Lleva sobre sus espaldas la figura desbaratada envuelta en sombra todo lo ancestral, cainico de un pueblo errante, sin porvenir, a extinguir. El agente se dirige al grupo. -Miren, estoy pensando- hace una pausa el agente- tienen derecho a denunciar, pero el juicio es caro si pierden- La palabra caro retumba en la sienes- Si les parece yo me ofrezco a intermediar. Si quieren denunciar hagándolo, están en su derecho, insisto. -¿qué hacemos?- pregunta la chica. -Decidir si queréis, yo denunciaría, pero haré lo que votemos- dice dubitativo el farandul. -Mejor que intermedie no sea que nos toque pagar- dice sensatamente la esposa. El marido furioso, con el pensamiento lleno de ganas de no haber pegado al chirigüili asiente con la cabeza, la chica también, y todos miran al farandul, incluido los agentes. Este inclina los hombros indiferentes y exclama: cómo digáis. Hágase vuestra voluntad. El agente baja y vuelve a subir al rato. -Han dicho que por su parte queda todo olvidado. Acto IV. El perro. Se sientan todos a hablar de lo acontecido. Los perros del farandul corretean junto a ellos. Un Sueve y frío viento anuncia la inminente noche de estrellas, cuernos de luna, palmas, guitarras y hogueras en las calles. -Cómo odio a los gitanos, habría que matarlos- exclama el esposo con un extraño sentimiento de culpa por no haber peleado. -Hemos hecho lo correcto- dice el farandul- lo mejor no es pelearse, te lo digo por experiencia. En estos casos hay que llamar a los beneméritos. La nuestra no es un victoria de puños, si no moral. - Habría que matarlos- exclama resentido sin olvidar la ofensa el marido. Aquí el día a día es así. Yo vivo en este apestoso lugar, rodeado de estos subnormales, tengo varios juicios contra ellos, no solo están los gitanos, si no también los chonis . Esta gente es una desgracia para el país. Son fracasados de la Esso, analfabetos, sin trabajo, sin estudios, que andan por la calle buscando problemas. Una vergüenza para el país. ¡Que diferentes de los chavales de su edad ingleses o alemanes! Yo estuve en Alemania y lo que aquí pasa allí no ocurre. España está muy atrasada, esta gente de texas, de Vall d´uixó, los de este lugar, son el verdadero problema del país- patriótico exclama el farandul. Se levanta y va a por una guitarra. Toca una triste melodía, de repente se para. Deja la guitarra en el suelo y con cara desencajada habla a la chica. -Acabo de caer en la cuenta de que matarán al perro. -¿ Qué? preguntan todos sorprendidos. A nosotros no se atreverá a matarnos, ¿veinte años de cárcel por matar por la espalda a alguien que les ha cogido a un miserable perro? Ni aunque haya nacido en Madrid el tipo este está tan loco para hacer eso. Ese tipo tiene una chiquilla, no la vera crecer y vive bien, no trabaja, vive vete a saber de que sin mucho esfuerzo, pues se pasa el día dando vueltas con el coche. No, esta gente no quiere ir a la cárcel, pero si necesitan vengarse, son gitanos, es la ley. -Los gitanos no tiene ley- corrige el esposo. El farandul sonríe- es cierto, es cierto, pero al perro lo matarán. Pagará por nuestros pecados. El grupo calla, miran al cachorrin jugar, trotar y sus pensamiento se vuelven hacia su hermano, semejante a su padre, el pastor alemán. El cachorrin motivo del conflicto que hace un instante estuvo a punto de beber. La botella de agua aun está sobre la mesa, y el cacito preparado para él en el suelo. Sus corazones tiemblan, la imagen del negro can atado en una jaula, desconcertado, esperando la muerte se apodera de ellos. Sienten angustia y temor. Ahora si la muerte flota de verdad por primera vez en el ambiente. Angelillo de uixó. Licencia de Creative Commons
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