martes, 23 de abril de 2013

Atentar en la maratón de Madrid, de Angelillo de Uixó

Atentar en la maratón de Madrid, de Angelillo de Uixó.


Manada de corderos en pantalones cortos y con cara de cal esperando la señal de salida para llegar a la meta. Rebaño de borregos en la salida de la maratón de Madrid custodiados por sus verdugos para que no les asesinen otros que no sean ellos.
La megafonía chirriando cómo un grillo enjaulado emite el himno nacional interpretado por Medina Azahara. Da la bienvenida a la maratón al populacho un spiker:
-Señores y señoras, muchas gracias por asistir a la maratón de Madrid, y correr del punto A en el que les hemos convocado, al punto B que hemos llamado meta. El primero que llegue al punto B donde ya ha llegado el presidente Don Mariano Rajoy, y su majestad Don Juan Carlos, y en un butacón les aguardan abanicados por un par de negras, tendrá una medalla, el segundo otra de menos valor, y el tercero un diploma. El resto las gracias, y otro esfuerzo sin recompensa en su existencia. Así es la vida. Por cierto, tenemos aviso de posibles atentado terroristas, por su seguridad estén cerca de la policía que les animara y les vigilará de cerca, y sobretodo desconfíen de los vendedores ambulantes mexicanos y peruanos por si junto a los perritos calientes tienen preparada una olla a presión llena de dinamita. Ahora borregos, a correr y recordar: el último maricón.





Suena la pistola dando la señal de inicio y cae el primer maratoniano abatido. El resto de borregos le chafa y corren los engendros cómo esos paganos salvajes antropófagos zulúes.
Sus caras, desencajadas tras los primeros pasos, los labios cómo los de los camellos se mueven temblorosos, asoman sus lenguas exhaustas cómo los perros. Los ojos, abiertos cómo ventanas de par en par. Las primeras gotas de sudor riegan sus frentes , luego los sobacos. El olor de la manada es repugnante. Los brazos se cansan de ir junto a las caderas y algunos los levantan pareciendo siux de la pradera. Las rodillas cómo pistones engrasados suben y bajan haciéndoles avanzar. Sus gritos y jadeos de endemoniados recuerdan a los de una repugnante orgía de gays y lesbianas mezclados. El horror, el horror, el horror.
Dos ancianas desde las corralas donde ven tranquilamente la telenovela, sobresaltadas por el ruido de los zapatillas nike que retumban cómo aquellas botas en Paris de aquellos soldados alemanes, salen cómo curiosos pajarillos a la reja de la ventana.
  • Mira Charito que guarras son esas chicas, van enseñándolo todo- le dice Alejandra a Charito al observar a una grupito de chicas exhibicionistas que corren en bikini la maratón. Charito entra al cuarto de baño, vuelve con orinal a rebosar, y lo vacía sobre las maratonianas.
  • -tía guarra, asquerosas- chillan las chicas que se descuelgan del pelotón.
-¿les ocurre algo señoritas?- pregunta el agente Gutiérrez aun con sangre en la manos de la última manifestación contra el 15-M.




-Si agente, nos han tirado pis desde ese balcón- señala la chica el balcón pasándose la mano por la cara mojada de sudor y el pis ajeno, deja su rostro brillante y hermoso. Las ancianas tras la cortina miran semi ocultas con discreción y le rezan al niño Jesús.
-Vamos muchachos, tenemos orden de proteger a estos ciudadanos contra ataques terrorista, provengan de ollas a presión, cazuelas de barro, u orinales.
Los agentes se bajan la visera, agarran los bazocas y suben a por ancianas que las bajan a golpes y se las llevan al juzgado.
-¿Perdonar, vais a pasar por la calle Colón, podéis repartirme esto y así avanzo? Por favor el corte inglés me amenaza con despedirme si no lo reparto todo y soy el sostén de mi familia, por favor marotonianos, por favor- de rodillas un cuarentón repugnantemente obeso que padece de gota trata desesperado, abrazando las rodillas de los maratonianos de salvar su puesto de trabajo.
Los maratonianos, delgados, hermosos, juveniles, pijos, ante la horrorosa visión de ese saco de grasa sienten repugnancia.




-Respétate gordo, cuida tu cuerpo- le dice un moro fibrado pegándole una patada en la boca en el nombre de Alá y la salud corporal. Cae abatido el gordinflón.
Aparta saco de grasa- le dice una chica rubia que tiene que sobresaltarlo para no caer.
La propaganda del corte inglés vuela por la acera en el momento en que asoma Iván, el terrible encargado de publicidad del corte inglés, la persona más temida de España.




El gordo observa en la acera con los brazos cruzados el rostro sin expresión ni sentimientos de Iván. A través de sus gafas de sol observa al gordo en medio de la calle intentando ponerse en pie y sufriendo todo tipo de insultos y empujones por los marotonianos, y con la marca corte inglés entre sus rechonchas manos.
  • Agente por favor ¿ puede venir ?- llama Iván al agente Gutiérrez. Saca su carnet de encargado del corte inglés y se lo muestra. Gutiérrez se cuadra ante él. Aquel asqueroso gordo es un anti sistema que está dando publicidad contra el corte inglés, y la marca España. Deténgalo y llévamelo al sótano del corte inglés, yo me encargaré de él- le ordena Iván.



Gutiérrez y sus chicos se bajan la visera y van a por el asqueroso gordo que reptando entre los pies de los maratonianos intenta escapar lentamente.




-¿Qué pasa gordo, de paseo?- le pregunta Gutiérrez chafando al gordo con la bota.
-agente soy un trabajador. Por favor agente, me espera mi mujer en casa. Por favor, por favor, solo quería ayuda, no iba a hacer nada malo- con los ojillos de cordero suplica el gordo llorando.
- No me andes jodiendo gordo. ¿ Un soplapollas cómo tu tiene trabajo habiendo seis millones de parados? No me jodas patoso, no me andes jodiendo mi maratón- le amenaza histérico Gutiérrez dándole con la porra y abriéndole la cabeza. EL gordo exhausto por el cansancio y el golpe cae sin sentido abatido. Los agente lo cogen de los pies y panza arriban entre más de 8 agentes lo sacan.
¿ Y ahora cómo lo levantamos para subirlo al furgón?- pregunta un agente al cabo Gutiérrez.
-Pues no se muchacho- responde quitándose el casco y rascándose el cogote.
Yo, yo lo se mi cabo- le dice un adelantado agente.
Habla López- da la palabra el agente.
Vera mi cabo, lo que podemos hacer es atarlo con una cadena larga a la rueda de la furgoneta, cómo hacemos en mi casa con los perros de presa, así el gordo no se escapará si se despierta mientras patrullamos, y cuando vuelva en si ,que suba por su propio pie.
-Muy bien López, tomo nota de su iniciativa para una medalla, nos ha salvado la espalda- le replica el cabo Gutiérrez.





Pam, pam, en mi joroba todos dan cuando corren. Suerte nos darás, me dicen los que se preparan para la maratón. Míralos, hoy corriendo felices están. ¿No queréis frotar mi joroba o mucha prisa por la meta tenéis? Esperar, tunos que ahora bajare- un jorobado contrahecho de Madrid, burlado y humillado por su naturaleza inferior por los burguesitos que se preparan para correr las maratones observa desde un terrado la carrera.





-Oh mi humanidad que no ha conseguido ningún reconocimiento de mis semejantes por mi joroba, conseguirá el respeto de los maratonianos por mis crimines. El jorobado se pone el gorro con cascabeles de bufón con el que se gana los garbanzos mendigando en el metro, y agarrando el instrumento de la justicia suprema, su AK-47 , dispara una ráfaga abatiendo a una fila de maratonianos.
A la furgoneta rápido muchachos- dice aterrorizado el agente Gutiérrez a sus hombres que corren cómo maratonianos a refugiarse bajo la furgoneta mientras el jorobado no para de disparar con su AK-47 derribando un helicóptero que se estrella en la meta matando contra su voluntad, su lógica y sus motivos, al presidente Rajoy y al Rey . Da sin desearlo imprime un carácter político, transcendental e histórico a su reivindicación dandista y chovinista hacia su imagen.




El jorobado cuyo único objetivo legitimo es masacrar a los deportistas, al ver las consecuencias funestas de matar al presidente del gobierno y al Rey, sintiéndose culpable de haber matado a un par de inocentes que nunca se ha metido con su joroba se pega un tiro quedando sus crímenes perdonados.

Angelillo de uixó. Paz al terrorista y a Masacrar al pueblo, que se desangre hasta que no quede ningún ciudadano no revolucionario.




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