viernes, 27 de julio de 2012

III. La disidencia a cáritas y a la cruz roja. Los anti sistema. Los heróes que acuden a cáritas y a la cruz roja

Los héroes que acuden a cáritas y la cruz roja. Episodios nacionales de Angelillo de Uixó.
III . La disidencia a cáritas y la cruz roja. Los anti sistemas.
Calle abajo camina el indio y la china, rostros de revolucionarios zapatistas al descubierto. Malcarados e indignados con el mundo, muestran el orgullo de los anarquistas ante la injusticia y pretenden la destrucción de la sociedad unos días, del mundo otras, y de un alzamiento de la clase obrera a la que desprecian algunos bisiestos, las más desean el retorno a la naturaleza, ir de conciertos y tomar el sol. Llevan pancartas. Se cruzan con los furtivos que también representan la disidencia anti sistema de vall d' Uixó. -¿Se está haciendo el reparto?- Pregunta la china, mujer dura, de cara enjuta, tostada y exótica, tiene los ojos rasgados sin que se sepa por qué, ni de quién. Hija de un jornalero del campo de Jaen, que la abandono a ella y a su madre. Nacida en Cuenca, ha circunvalado a lo Magallanes heroicamente la nación hispana buscándose la vida en más de siete ocasiones, incluida Zamora, tierra de nada. El trapero furtivo con gorra de tela en la cabeza, mirada de adicto a las sustancias estimulantes, de brazos huesudos y venosos, le responde con voz quebrada de carajillo. - Casi China, es hoy, a nosotros sin que nos digan ya nos han repartido. Aun llegáis que no ha empezado- muestra las bolsas orgulloso. -¿Venís a montarla? - pregunta el indio con su mirada cheroki guerrera sin plumas, larga caballera espesa y negra, talla corpulenta. Nosotros hacemos la revolución proletaria de esta manera, discretos y espontáneos, ya lo sabes indio- responde el otro furtivo, mal rapado y enjuto, sacando papel de liar y costo que quema revolucionario. Cada cual hace lo que puede, estamos en el camino- responde la china. El gachupín le pasa el porro que entre humos y una luz roja de ascuas se enciende cuando chupan. Vuela de labio a labio sociabilizando el pitillo. De las bolsas sacan vino don Simón y se lo pasan. El chino y el indio animados bajan calle abajo. Sus compañeros revolucionario suben silenciosos y comprometidos con la causa calle arriba. La policía que hace ronda les echa una mirada. Los revolucionario se hacen los locos y no responde a la provocación que acabaría en noche de calabozo. China, Indio, daros prisa que va a empezar el reparto de la cruz roja- les dice un hombre de edad indefinida, mal cuidado, negruzco y redondo, de mirada violenta y aspecto que repele. Se ha cruzado con ellos en dirección a la cruz roja. No lenteja, no. Nosotros tenemos dignidad y no vamos a los curas ni a esos tipos a que nos alimenten. No se acepta la invitación. Es mejor robar, boicotear, no vayas lenteja, únete a nosotros y lucha por tus derechos- le dice el indio guerrero. ¿Que derechos ni que coño? Comer es lo primero, si te dan un carro con comida aprovecha, ademas, va todo el mundo- responde el lenteja con furia y rabia, las venas de la garganta y de la frente al visceral animal se le hinchan, gira la cabeza pinchado por la palabras. Sus compañeros a su lado giran también la cabeza negando el argumento del lenteja. La solución no es ir a pedir, hay que exigir trabajo, hay que organizarse. ¿ Qué os vais a pasar toda la crisis yendo a cáritas y la cruz roja? ¿ Que sera vosotros mañana? Eso no es vida, una vida así no vale nada. A mi no me habléis, iros al carajo desgraciados ¿quienes os creéis que sois, el Rey de España? Si estáis vosotros igual que todos- les dice amenazador el lenteja a los revolucionarios anarquistas. Empiezan a encenderse. Eres un imbécil lenteja, no entiendes nada- le dice violento el indio. Los dos hombres se miran. La china se mete en el medio conciliadora. El lenteja temblando de ira, de mirada roja, empujando su carrito, el engendro desciende por la acera ofendido por las palabras, separado de sus amigos y furioso por una actitud que no comprende. Lo achaca a un orgullo aristocrático del indio y la china. Junto a la cruz roja suena la charanga de las fiestas, los pobres bailan alegres bendiciendo a la cruz roja y al alcalde asomado al balcón del edificio habla y cuenta el número pobres sumisos con satisfacción por tanta audiencia obligada. Empático y cercano cacarea:
-El ayuntamiento de vall d' Uixó no deja en la estacada a los más necesitados. No abandona a los que han fracasado en la vida para que se extingan cómo predice darwin, el partido Popular no apoya la teoría de darwin de la selección natural por eso actúa, no se queda con los brazos cruzado viendo cómo los compatriotas pasan necesidades. Por eso ayuda cuanto puede a la cruz roja. Les hemos dado más de 200 euros a la cruz roja para que compren, y yo mismo, Óscar Clavell, he ido al careful para que lo que sobre, la basura, nos la den y llegue a vosotros amado pueblo. No es indigno pedir, todos en España lo hacen, lo hace el presidente en bruselas, los banqueros, el Rey ,y yo siempre que puedo pongo la mano y agarro la pasta. El pueblo aplaude, la oposición socialista y de UI da silbidos y toma la voz desde el gallinero mezclados con la pobredumbre. -Nosotros hemos dado también alimentos, hemos entregado a la cruz roja 50 litros de aceite, naranjas , manzanas, y los rollitos primavera del chino que iban a tirar-protestan airadamente. El indio y la china interrumpen con un megáfono al alcalde. Rosarito llega con sus peludas criaturas quiquilleras que aúllan de hambre, pide que le guarden turno para el reparto y sentada en un banco se saca sus turgentes pechos para alimentar a sus mascotas que se lanzan criminales y lujuriosas a la teta para exprimirla. Ella suda de satisfacción cómo toda madre que es tocada por sus hijos. Los engendros con la negruzca y roja boca calorra succionan. Los pobres hambrientos y erotizados al ver la escena solicitan el reparto ya. tenemos hambre, queremos el bocata joder y menos chachara o nos agarramos a las ubres de la moza- estalla la muchedumbre. El megáfono trina con la voz aguda y peleona de la china, suena a voz traumatizada, a violación por parte de padre o padrastro, a comprensivo cóctel molotov, a odio y justicia: -Compañeros y compañeras, nos os dejéis torear, esto es una atraco, es indigencia lo que estáis viviendo. Os tienen sumidos en la miseria, revelaros, ir al mercadona y atracarlo, a un banco,quemar el ayuntamiento. Los chillidos de los despreciables pobres contra la china les hacen retroceder a esta y al indio, la masa va hacia ellos, el alcalde hierático desde el balcón con gesto de rapaz medita el eco de las palabras de la china y contempla con satisfacción la acogida que tiene entre los pobres. Gallardo y seguro, ríe la desgracia de la china y el indio y la hipocresía del mundo. Una nube de humo le llega, mira sacando medio cuerpo lombricero agarrado a la barandilla para ver de donde viene el fuego mientras el populacho quinquillero de Uixó persigue a la China y al indio para lincharlos. La policía con las sirenas distorsionadas y parpadeante acude al tumulto. El alcalde, el sapo Villalba, el sargento desde la balconada plantados y sin público ven llegar al enfermo mental de Tomasito que plantado cómo Romeo bajo el balcón torticuloso y tartaja se expresa gramatical: -Fu..e...go, fu..ego. Respira Tomasito, respira ¿ de donde? Que el humo lo vemos coño- le dice el cruzado. Fuego en el camión, camión, camión- canta ecocalico. Los bomberos acuden, la policía se divide. Unos tratan de parar el linchamiento y son atacados por la masa. Un policía dispara en legitima defensa. La bala se estrena en el cráneo del chiquillo quiquillero que toma el pecho, sus sesos salpican a su madre y la blancura del cerebro sin estrenar se mezcla con la piel morena de la madre, la roja sangre, y la blanca leche. El otro chiquillo cae al suelo y es chafado por varios pordioseros que ante el fuego y las balas retroceden. El camión con la comida arde. Varios pobres se meten para acaparar alimentos, uno es rodeado por las llamas y arde junto los espaguetis, las compresas y los condones. Los hidroaviones y helicópteros acuden, lanzan polvo amarillo para las llamas, los pobres son rociados de esta sustancia. Entre toses se dispersan ahogados, chamuscados y hambrientos. La China y el Indio son cogido y acusados de incendio y asesinato. El sacerdote de cáritas esconde tras la sacristía el bote de gasolina. Reza piadoso ante un cristo con mirada de sufrimiento, clavado a una cruz, salpicado de sangre.
Angelillo de Uixó.

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