El regreso de Aznar a mi
huerta.
Dedicado a Marina Albiol.
Es mayo cuando las vegas están todas
verdes. El maíz de la huerta del poeta enverdecido bajo los
azulados cielos surcados de nubes algodoneras que traen vientos que
susurran crueles voces cargadas de ira y de venganzas históricas,
que no pasan de ser meras amenazas gitanescas. Los gorriones, las
tórtolas, juegan entre las matas y las ramas de la retama.
Entre unos bancales construido de
calcárea piedra: blanda, ligera, hecha para que obre la mano del
hombre ordenando la naturaleza meridional, se alzan erigidos por
nuestros antepasados, los ciclópeos ribazos, que dan un aspecto
plomizo a la sierra de Vall d´Uixó. El poeta se afana en cuidar sus
plantas: lechugas, tomateras, pepinos… bajo un aire seco, brusco,
molesto, que anuncia violentas tempestades. Rodeada la huerta del PAI
de hermanos Ventura. Enormes solares desiertos que antaño fueron
huertas de naranjos y limoneros, por donde las morunas acequias
cubiertas por la sombra de los árboles, serpenteaban cargadas de un
agua pura, cristalina, con ranas y tritones. Ahora se ha convertido
por obra del liberal en un páramo donde los perros y las personas
desocupadas vagan amenazantes o amenazadas. Estando el poeta
descansando, tocando la flauta, a la vera de su huerta, dos
farándules conocidos, del vecindario, sin quehaceres y con ganas de
risas se le acercan.
-Seonor poeta- con gesto burlesco de
rojillos le dicen los fariseos- afánese rápido en su cosecha, que
Aznar, el poseído, ha vuelto y le expropiara la tierra.
-¿Cómo es eso? ¿ Qué nuevas tan
extrañas me traen los señores perroflautas?- les pregunta el poeta
por la nueva, absorto en su mundo alejado de los noticieros. Para
él, solo existe junto al “perejil” que cultiva, doncellas
descarriadas y enamoradas llamadas Diana. Y Apolos, arlequines,
Júpiter, Diomedes, vagabundos, y algunos días patrióticos:
cruzados que matan sarracenos.
-Tal es que del amor a la patria que
enciende el corazón de Aznar, el poseído, que escuchando la voz de
su conciencia ayer hizo un pronunciamiento-le dice un perroflauta de
largas barbas pelirrojas. Por aspecto, semejante a los oleos de Judas
que cuelgan en el museo del congreso y sirve para que sus señorías
piensen en el castigo futuro que sus decisiones puedan acarrear.
- ¿Es una Sanjurjada, o una de Riego?-
pregunta el poeta.
- dicen que temor a las páginas de la
historia, que si se cuenta la verdad se dirá que fue un inútil, y
le ha entrado mucho coraje de la verdad al ex presidente-comenta el
otro perroflauta, de aspecto no menos fiero y criminal, con rastas y
mirada de animal. Los dientes amarillos de la marihuana.
No, no lo creo- dice el poeta- que esas
páginas no las escribirá gente ilustrada, si no escribanos del
ABC. Además esta la contrarreforma del señor Wert. Por eso que no
tema su señoría Aznar- les dice el poeta.
-¿Pues a qué pusiera ser este
regreso?- dice el farandul de largas barbas pelirrojas intrigado.
-Quizás sea la larga sombra de
Narcisismo. Así lo dijo ayer un psiquiatra entrevistado por la
cadena Ser. Con buenas palabras, eso si, que daba ganas tras escuchar
al psiquiatra de ser narcisista. Aseguraba que las personas
poderosas deben tener un yo fuerte y con personalidad, que el
narcisismo en personalidades sublimes en normal y positivo-explica
sapientísimo pese a su aspecto simiesco el farandul de las rastas.
Su pose, intelectual repitiendo cómo una cacatúa.
- ¿A usted señor poeta, también le
dijo eso su psiquiatra?- hace chanza su atílico compañero
barbirrojo.
-En mi caso ya lo saben ustedes, que mi
psiquiatra vio que mi narcisismo a diferencia del de Aznar era cosa
mala, herejía de extirpar. Y buenos palos me dieron hasta que les
dije que ya no me veía cómo Nerón ni cómo Saturno, que Yo era un
hombre más, cómo cualquier otro. Viendo que no lo creían, y
seguían haciéndome en el psiquiátrico perrerías, les dije que era
menos que todos, el más miserable de las personas que hay sobre la
tierra, un gusano inmundo, y así conseguí me abrieran las puertas
para que saliera.
Y escuchando esto los perroflautas
tirándose de las largas barbas reían mucho de las desventuras del
poeta y de las tratas que en su vida ha tenido que realizar para
salir de psiquiátricos y prisiones. Entrándole mucho coraje al
poeta las risas, cómo a Aznar, con gesto caudillista, agarrando la
azada les amenaza.
-Váyanse de aquí con sus romances
Aznarianos o les abro los sesos, hijos de la discordia y las guerras
civiles. Guasones. Rojos.
Los perroflautas acostumbrados a
sentir los palos que su vida canalla y anti narcista les proporciona,
salen corriendo atropellando varias matas de pimientos.
La Charito que luce su nuevo modelo de
pantalones cortos de hacer footing, pasa cerca de la huerta del
poeta, muy frecuentada por chicas que hacen footing para estar
guapas. De entre las chumbera en flor, que proporciona Cupido a los
enamorados, salen sin miran, doloridos por las pinchas, en tromba
perroflauta tropezando con ella.
-Perdone. ¿Le he hecho daño?-
exclama con su larga barbarroja el perroflauta extendida sobre sus
tersos pechos apenas cubiertos por una ligera prenda de algodón.
Mira fijamente los ojos rasgados de la Charito que ha quedado entre
sus brazos asombrada y erotizada, pues de indolente no tiene nada. Su
carne es muy sensible al calor de la bragueta.
-No, no- niega moviendo lentamente la
cabeza ondeando su rubia melena. Una sonrisa de picara asoma en su
rostro cómo la Monalisa.
-Que viene el poeta armado- le dice el
otro farandul recordando la amenaza.
El poeta blandiendo el azadón afilado
va hacia ellos.
-Corra usted señorita, que un
aznariano nos persigue- le comenta agarrándola de la mano
Barbarroja.
-Oh dios mío. ¿También en vall
d´uixó hay batuecos de esa índole que sigan a ese criminal
Vanidoso de Aznar?- con tristeza lánguida de un Emmo del 15-M, la
Charito, sigue a los muchachos asustada mientras el poeta se detiene
cansado. Recita maldiciones. Da media vuelve y regresa a su huerta.
De rodillas invoca aladas palabras hacia los dioses para que le de
fuerzas a él y a su igual, Aznar. Habla el poeta en nombre de los
dos Magnos:
Oh Vendetta de los Magnos. ¡Cuanto
deberían temernos aquellos que se nosotros se ríen, que no
comprenden cuanto nos queremos cuando nos miramos en el espejo! y
cuando nos ven, no nos ven cómo queremos que nosotros que nos vean.
¿Por qué se oponen los ciudadanos del reino de España a reconocer
nuestra superioridad y magnificencia? ¿Es acaso pedir demasiado que
la gente de su sangre por nuestra hermosas ideas nacidas de nuestro
descomunal Yo? Yo éxito, tu no, he aquí nuestro lema de obligado
cumplimiento. Sangre, sangre, sangre, ha de correr para imponer
nuestro eslogan, pero no importa si de nosotros se habla en la
historia, si se nos exalta, aunque sea cómo idiota, pero idiotas que
quitan vidas, menuda bufonada.No nos améis por amarnos, por estar a
vuestro lado. No nos améis cómo a cualquiera. ¿Somos nosotros
acaso chuchos para que se nos quiera cómo a ello se les quiere?
Amarnos por amar no es amar. Amarnos por lo superiores y perfectos
que somos, amarnos por despreciaros, por escupiros, por golpearos.
Aznar presidente, y Yo Júpiter.
Angelillo de Uixó.
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