lunes, 3 de septiembre de 2012

La gitana abortista

Los huerfanitos, Episodios nacionales de Angelillo de Uixó.
La gitana abortista. II parte.
El conde de Egipto baña su pañuelo de lunares en la fuente del barrio. Lo posa sobre su cráneo de viejo caimán verde. El sombreado cobrizo de su rostro se humedece con el agua que bendice al hereje evangelista. Un perro robado que lleva consigo lame a su lado las gotas del suelo y observa colmillero y callejero la psiquis del calorro olfateando . Cohetes festivos retumban en el aire de Vall d' Uixó. Recuerdan al Conde de Egipto los clavos con los que ataron al madero a nuestro señor Jesucristo.
-Ay Jesucristo, jalipe, jalipe, tu maribe por nos- piadoso y fanático lleno de fervor semana santero besa el cráneo de oro que cuelga de su cuello. Unas avispas impertinentes, indecisas se acercan. La más atrevida le pica en su nariz evangélica. Recibe el insecto palmadas y taconeo. El perro robado la degusta ejercitando la lengua y los molares. El conde de Egipto espera observando la calle. -Jee, jeee, jeee- aparece un peludo joven alegre, con la bandera tatuada de España en un brazo, negras trenzas en la cabeza boronjondonas que anuncian la muerte, vestido en bañador floreado jaguayano, calzando cómo los negros americanos deportivas adidas exhibe su tripa redonda de luna y latón descamisado. Se acerca al conde de Egipto sonriendo. Se abrazan y festejan la vida. El sol amarillea las sucias calles de Texas de Vall d' Uixó. La música de los infames Estopa mezclada con la de Camela dota de poesía al barrio que despiertan a las 12 del medio día. Los marginales salen a partirse la cara con la vida dispuestos a buscar chatarra, coger algarrobas, pasar droga. Se anima de etnias la petanca y el campo de fútbol del barrio realizado por el PP a cambio de votos. La guardia civil hace ronda. Los desempleados de casta obrera latina hispanis, aunque sin conciencia de clase, traidores a los principios sindicales más básicos, se manifiestan sin ganas por un barrio que no es el suyo, si no de las Taifas gitanas- canis votantes del PP. Andan con prisas, entre pancartas y globos rotulados de rojos logos inflados de gases buscando apoyos sin ideologías. Los farandules latinos critican callejeros eso que llaman crisis y recortes, totalmente necesarios y buenos para una guerra civil revolucionaria. Reciben pedradas de los facciosos marginales del barrio de Texas, oficiosamente llamado Colonia San Antonio, cuando los manifestante denuncian la demagogia PP de inaugurar los 50 años del barrio con un monumento de porcelánicas letras de Ripolles en tiempos de hambre. No sabe la raza hispana mal llamada de pana o de izquierdas, de que andan en tratos con los gobernantes corruptos del partido popular en cosas de votos y pagas de servicios sociales el criollaje proletario del barrio. Nunca la forma de vida del gachupin de barrio ha sido tan reforzada, siendo el criollaje de la chatarra, los servicios sociales, y la algarroba ,los grandes triunfadores de la crisis. -jeee, jeee, jeeee- sigue sonriendo abrazado al viejo el joven calorro, indiferentes ambos de dos familias enfrentadas a la lapidación sindical obrera. Preciosilla, una chiquilla gitana de 16 años de largos cabellos negros que le llegan hasta la cintura en los cuales se crían azucenas y claveles, vestida con falda roja de lunares y volantes que al mover su hermosa cintura baila, está encerrada en el corral. Dos viejas enlutadas sentadas en unas sillas de esparto pelan unas urracas para el caldo. La vigilan desde la ventana. Arde el agua del negro puchero en la chimenea. Preciosilla llora junto a los gallos que quieren picar su hermosa carne de hembra.
! Huye Preciosilla, huye por la escalera hasta las estrellas! Pero en lo alto de la escalera está clavada la cruz de cristo que le hace bajar al fango.
Bedorí, bedorí, baribén, baribén- le dicen bizqueando, mostrando su boca sin dientes formada por una dura encía una de las viejas. Preciosilla entre lagrimas se tapa el rostro cómo una mártir. Las comadres gitanas hablan entre si con envidia e indignidad haciendo gestos goyescos de aquelarre a Preciosilla. Cuentan las comadres con envidia de los hechos acusando con sus mente de viejas verdes. Breve traducción del caló de la historia de Preciosilla que contaban las viejas gitanas que la custodian. El Kepsu, al que aman todas las gitanas, un príncipe delicado nacido de las lilas, ser carnal, duende de labios gruesos rojos intensos cómo ascuas, de lengua larga, tez delicada imberbe, y unas manos grandes, nervudas. En una noche de farra de cuatro menguante preño a Preciosilla, la menor de los Montoya. Preciosilla, en la noche de autos, noche de estrellas, de toros, trompetas, guitarras, cascabeles y panderetas, calor y cometas, con grillos cantando, sapos croando, gitanos danzando, fue buscada y bien hallada por el Kepsu. Ella iba caminado recogida en si misma, añorando conocer un príncipe, cargada con el cántaro a la fuente. Él, un rufián de hermosos cabellos ondulados largos, gran cantador y trovador de guitarra se cruza con ella bajo un olivo.
Ella le suplica cuanto puede al Kepsu que la deje, pero este no para de decirle cosas hermosas, de hacerle promesas, de tocar sus brazos, su cadera, y encender de deseo los ojos de Preciosilla. Fue tomada por el kepsu cuya navaja de fuego ardía dentro de sus pantalones, bajo el olivo, y mientras la amaba la apuñalaba inyectándole el semen necesario para formar un bastardo. El Kepsu, una vez consumado su escozor, huyo a los huertos de melones para buscarse el jornal. Preciosilla decidió callar. Volvió con el agua muerta en su cántaro que bebieron sus hermanos sin sospechar nada. Un mal sabor de boca tenía ella al tragar las aceitunas. Las dos comadres maldicen cómo nadie reparo lo que después paso. Coin chanar que la coima quedarse arañí- dice una vieja a otra mirando cómo llora Preciosilla en el corral tirada entre sacos con los pollos a su alrededor. Preciosilla desde esa fatídica noche de brujas y hadas que marcaron el sino de su destino, cambio su carácter. La niña de 16 años se hizo una mujer reservada, discreta. Pasaba la vida recluida, casi monástica, algo muy triste para una mujer bella ,y que degrada la condición femenina, porqué estás por naturaleza son zalameras y pendencieras. Preciosilla llego al extremo de negarse a ir a la fuente con el cántaro a por agua, que cómo todo el mundo sabe es lo que más le gusta hacer a la mujer junto planchar y malgastar el dinero en cosas de higiene. Poco a poco la barriga se le hinchaba. La ataba con cuerdas y un gran corsé para que nadie se diera cuenta. Se pegaba puñetazos en el vientre para abortar, pero el sátiro que llevaba dentro no moría. Sus hermanos, su padre, el reverendo, el patriarca, ni por asomo pudieron discurrir que una gitana llegará a quedarse en estado de gracia sin estar casada y sin hacerse antes la prueba del pañuelo. Preciosilla a punto de estallar, vio vídeos por internet y compró fascículos de cómo parir en casa. Tuvo su hijo en el corral; y miedo étnico de ir a Afanias- orfanato-albergue Segarra, por si la denunciaban o le hacían ser monja gitana. Así que realizó lo más sensato y recomendable que puede hacer una madre soltera. Colocó al bebe sobre la cama y le tapo con su mano cálida, suave, delicada, la nariz y la boca. Poco a poco, de forma indolora, amable, humana, acompañada y tierna fue el calorrillo muriendo. Mientras la luna se llevaba a lomos de oscuros caballos su niño apilo troncos de algarrobo en el corral. Creo una hoguera a la que arrojo a las llamas a su bebe. Todo fue bien hasta la llegada de la luna creciente. Llegó hechicera Zoraida, las dos mujeres se cruzaron en el patio de luces. Zaraida sintió un fuerte deseo hacia Preciosilla, el romero se le puso mustio y sufrió una visión en la bola de cristal. Zaraida en trance, sublimada por un ardor descomunal, epiléptica hablaba sola tirando espuma por el suelo. En la bola de cristal ante todos los espectadores de la familia aparecía Preciosilla desnuda bajo el olivo. Sobre ella, el Kepsu. Los dos cuerpos unidos junto al tronco milenario y afrodisíaco del olivo del que surgen dos ramas cargadas de frutos. Ella gime , goza, ríe. Desliza dulcemente con sus manos repletas de cascabeles la espalda de su príncipe pidiendo más y más y más. La bola de cristal rueda por el suelo ante el grito de dolor de los Montoya. Preciosilla empieza a correr haciendo volar su falda, la larga cabellera, y dejando un aroma en el aire a claveles rojos intensos. Sus hermanos la siguen hasta llevarla al cuarto donde la encierran maldiciéndola y escupiéndole. Fin de la breve historia de Preciosilla que narran las comadres gitanas guisando urraca. Rumí mulí seré- y rompe a llorar Preciosilla recordando a su difunto hijo que está incinerado junto al dornajo donde bebe el ponny. El conde de Egipto, el patriarca de los gitanos de Uixó , y la autoridad del santo oficio evangélico entra seguido del joven descamisado familia del Kepsu. Las dos familias hacen las paces. Anuncian que el Kepsu ha aparecido muerto en un melonar de Córdoba. Cuatro navajadas han cortado su cante y le han liberado del deseo que le hacia prisionero. Ahora ha alcanzado el nirvana bajo tierra , su sexta alma se encuentra reencarnada en un perro vagabundo castrado del barrio de Texas en Vall d' Uixó. !Alabado sea Cristo , rey de chonis y gitanos! Preciosilla mira cómo entran las familias. Se prepara para recibir su pena. El conde de Egipto, centro de gravedad y poder, suda a raudales en un día de chicharras y poniente de finales de Agosto. Las ancianas cocineras, de negro riguroso cómo todas las mujeres que andan por allí, ofrecen sopa de urraca con col fermentada. Agradecidos beben en familia los asistentes dándose la paz. Sobre los sacos de algarroba, Preciosilla mira el cielo sin luceros y a la cruz clavada en lo alto de la tapia del corral. Se santigua. Sabe que llega su hora. Vuelve a mirar la cruz clavada y respira el cálido viento. Entre risas de sangrientas amapolas entran cuatro navajas con pañuelos de lunares que se clavan blancas en la cobriza y de luna carne de Preciosilla. Sus ojos verdes abren las tapias de sus pupilas. Preciosilla mirando a todos lados, sin ver nada, se aferra a los muslos de los cuatro jóvenes intentando seguir de rodillas. Los verdugos quedan satisfechos del placer de consumar el instinto humano de destruir lo bello. Manchada de sangre es derribada sin decir ninguna palabra sobre los sacos del corral y la arena. Los gallos se alejan, y vuelve al rato para picotear sus cabellos. Un perro abandona aullá tras la tapia del corral. Al medio día la luna eclipsa el sol. La sombra de la Cruz se alarga sobre Preciosilla, y todos se santiguan.
Código: 1209032222957 Fecha 03-sep-2012 8:14 UTC

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