miércoles, 8 de agosto de 2012
IV Jornada. luna, espuelas, muerte y gitanos.
El perroflauta que escuchaba a wagner. Episodios nacionales de Angelillo de Uixó.
IV jornada. Luna, espuelas, muerte y gitanos.
La tarde cae cenicienta, marchita y triste sobre la patria latina en crisis. En la ecoaldea de Vall d' Uixó , la ciudadanía apátrida, ajenos a la situación nacional, los corazones rebosan de alegría y dicha, alguna planta muere por falta de cuidados, y las eras se van dejando por falta de rentabilidad que se suple con la reventa de bisutería made in china a los civilizados funcionarios power flowers de las ciudades.
La siesta se prolonga en las horas tórridas hasta la caía del sol, al igual que el resto de nacionales que sufren por los recortes y por la prima.
A la caída del sol unas guitarras despiden a los hijos del junco y del clavel que suben monte arriba cantando: “verde que te quiero verde” músculos de mulo varonil, puñales en el bolsillo, cruces de oro del cuello, cristos resplandeciente, pañuelos con la bandera de España.
El criollaje gachupín de texas, malparidos del calorro e inmigrante de la mancha, raza esperpéntica, batueca y farandula camina entre esparraguera, zarzales y oliveras. Son cabestros hijos del cuerno cómo el toro bravo, apestan a sudor rancio de tradición, a gueto marginal, a semen y cristianismo. Avanzan los bárbaros bajo un cielo parpadeante de luna siniestra que se va a llevar muchas vidas. Croa el sapo desde la roca devorando caracoles y caracolas. Un caballo relincha y golpea con sus cascos la tierra de la que brota sangre negra. Los Camborios, los Heredia, ,los Montoya, siempre con el puñal, con la espuela asesina en la bota, con el Cristo sangrante ahorcado del cuello. Por los campos de aceitunas, de almendros, de algarrobos, todo marchito y silencioso, entre bancales, nobles trincheras republicanas, caminan homicidas, acechando, buscando venganza. Llegan a las afueras a la ecoaldea, las teas están encendidas y danzan lo mejor de la especie humana. Los ojos de los quinquis brillan de maldad. La muerte está con ellos. Sus cuerpos llenos de cicatrices, deformados por el alcohol, las drogas y las enfermedades venéreas reposan tras el escuálido tronco de los almendros. Escuchan la música hobbit irlandesa.
Los hobbits de la comarca brindan con cerveza desde la pagola bar, bailan encima de las mesas desenfrenados el “ a galopar, a galopar hasta tirarlos a la mar” de Paco Ibañez. Los más veteranos en un rincón fuman en pipa hablando y exhalando humo blanco de los nuevos tiempos y las amenazas futuras. Los perros ladran, la vaca luciana que sigue sin ser ordeñada, dolorida muge con todas sus fuerzas, y Parua, el gran chaman cuyos pelos se erizan cuando un perro lobo aullá. Pide silencio:
-Algo oscuro y siniestro se acerca cabalgando a lomos de luna negra- les dice a sus compañeros.
El grupo conmocionado silencia y se dirigen a las primeras líneas de caravanas oteando el horizonte boscoso.
Juan de Dios con fusta de avellano en la mano llama a los dos adúlteros mercheros que estaban en la higuera buscándose la vida.
-Lenteja, manteca- les dice.
Los dos muchachos miran a la autoridad calorra asustados.
-No seáis cagados- venir que quiero garrurale con vosotros- les dice Juan de Dios a los chavales que obedecen.
Largar gachipe bien el suceso.¿ Han encarrujado al caimán aquí?- pregunta Juan de Dios no muy convencido de esas gentes hayan sido.
Si Juan de Dios, lo juramos por Cristo, que muramos si mentimos- le dicen los muchachotes medio cobrizos, medio blancos que nadan entre dos agua, tantean España 2000 y el mundo de las azucenas, navajas y castañuelas, desde los pisos de protección oficial en barrios marginales el gitano es un disléxico en su identidad racial.
Juan de Dios saliendo de un alcornoque da voces:
Ye, ye, payos, quiero hablar con vosotros, no temáis aporreamiento.
¿ Qué pasará?- se preguntan incrédulos los perroflautas. Intuitivamente Parua algo confuso por las formas les invita gritando al vacío oscuro:- Seáis quienes seáis sed bienvenidos hermanos, nosotros no negamos a nadie el acceso. ¿Qué significa payo? Nosotros somos hijos de la tierra, no somos hijos del Dios Payo.
Juan de Dios hace un gesto brusco y bajo la noche encendida de estrellas fugaces que se llevan las vidas avanzan por las sombras bajo la protección de la luna lunera sedienta de amores. Frente a frente queda Juan de Dios, con sus anillos de oro en los dedos brillando, sus labios gruesos de sapo, crueles cómo los de dictador y con la mirada siempre verde de sangre. Parua enfrente, con ojos de cordero no entiende nada, tiene un mal fario por qué el pelo está erizado.
Nos habéis hecho una fullería grande- dice el patriarca al Raja.
No te comprendo- le dice subiendo los hombros Parua, hace gesto de más idiota que de costumbre.
Juan de Dios llama a unos críos graduados en la Esso con suficiente y solo dos amonestaciones de la guardia civil y el tribunal de lo penal de Nules por lesiones. Hacen de traductores.
El patriarca dice que alguien se ha llevado un perro de nuestro territorio- le dice chulesco Pablito.
Es absurdo- balbucea atónito Parua- si nosotros no creemos en la propiedad ¿ por qué íbamos a hurtar un animal?
Juan de Dios le dice unas cosas a los chavales, traducen:
-Queremos registrar vuestro poblado para ver si está el perro, y dame la cartera- saca el mocoso Pablito un cortaplumas navaja y amenaza chungo a Parua.
-Bueno entrar- les dice Parua, saca la cartera y se la da al churumbel que se cabrea al registrarla.
-Tío aquí no hay nada más que el carnet de la biblioteca- Parua hace una mueca de idiota.
Los calorros y quinquis entran, se quedan atónitos ante bella Mari, la mirada verde de todos ellos se clava ante su cuerpo trémulo de pavor. Está bellísima al tener aspecto del ángel indefenso, su larga melena rubia, sus facciones puras de Vírgen Santísima, tan diferente a los colores sucios de olivaceos y ocres de las gachupinas pendejas latinajas y calorras de Vall d´ Uixó. La superioridad de Bella Mari se amplifica cargada de adornos exóticos cómo cascabeles, sus piernas largas, sedosas, cubiertas por unas medias de rejilla negras delicadamente sujetas con cintas y lazos de un liguero, les hace palidecer y violentarse, sentir el deseo de unirse a ella, de devorarla cómo hacen con cristo, engullirla, matarla a golpes, violarla, amarla y venerarla muerta, moribunda, cómo a la madre de Dios. Aparece junto a Sigfrido en la otra punta del poblado el perro de presa.
-Juan de Dios mire usted: el caimán, el caimán, lo habían robado- gritan unos quinquis con el perro de presa cogido con una cadena. Se resiste cómo puede a salir de la pagola la pobre bestia.
-Por favor, por favor, lo vais a matar- gritan los perrafluatas exaltados.
Zairo, zairo, a machete, venga las facas y a pinchar, nadie se ríe de Juan de Dios-dice sádico el dictador patriarca.
Los gitanos, criollos, marginales y falangistas morenos de cante flamenco y guitarreos de Paco de Lucia del barrio de Texas, asesinos de palomas y victimas de los gavilanes del inem, el Ayuntamiento, las ETT , el fracaso escolar, la genética de sus padres de la mancha , pinchan varios vientres de hierbas, los corazones de lechuga se derraman gritando: love, amor, ay, ay, love. Un adolescente gitano que aun no se ha estrenado en el amor, coge a Bella Mari del cuello y la tumba a patadas al suelo, abre sus pechos con las mano mientras ella suplica indefensa con la mirada. Toma el calorro desvirgado su boca seca que parece de difunta. La penetra. El joven Sigfrido con una hoz corta la cabeza del batueco de Texas que rueda.
-Corre hermana, ponte a salvo- Sigfrido lleva a su hermana por la calle de las pagolas abriéndose paso con la guadaña. Parua cae abatido por varias navajas que forman un abanico sobre su pecho. La vaca luciana sin ordeñar y dolorida consigue escapar. En embestida agarra a varios quinquis cuyos cuerpos sangrantes quedan abandonados a los perros que lanzan colmilladas extirpando a bocados la carne del mal de los calorros y quinquilleros.
Sigfrido intenta desesperadamente llamar a la guardia civil, pero la falta de saldo no se lo permite, lo intenta con el 123 de vodafón.
-pague usted la factura- le repite la telefonista con voz de loro.
-Por favor señorita, la pagare, se lo juro, pero llame a la guardia civil, al ejercito, al fondo monetario internacional, necesitamos ayuda, nos están secuestrando y asesinando.
-¿ quiere que llame a Merkel para que pague el rescate?- responde sarcástica la empleaducha- haga el favor de pagar los tres euros- insiste impertinente.
Mientras habla un golpe le hace perder a su hermana que cómo Helena de Troya es llevada a hombros por unos calorro que la soban.
Rápidamente Sigfrido repuesto se pone en pie y con una quijada de burro que encuentra golpea a dos quinquis que va a darle una estocada, les revienta sendos cráneo. Persigue a su hermana que se aleja a hombros de los sátiros del agua , el atrida Juan de Dios se cruza en su camino. Sigfrido coge una navaja del cuerpo de Parua y se lanza hacia el patriarca. Grita corriendo hacia él el patriarca. Sigfrido esquiva el navajazo y le introduce por la boca la navaja atravesando dientes que suenan a cascabeles y castañuelas, cómo los de bella Mari, que ve alejarse por el hueco que le ha abierto a Juan de Dios por la nuca. Sigfrido chilla mientras a lomos de la grupa de los calorros se la llevan hacia la luna que corre, corre, corre. La ecoaldea arde y los gitanos quinquis cómo avispas dan muerte a los perroflautas. Suena el móvil de Sigfrido, se escucha las valquirias de Wagner: param- paramparam- param- paramparam , param- paramparam. Varios cuerpos corren ardiendo hasta consumirse calcinados prendiendo fuego a la floresta del edén. Los ladridos, los chillidos, la sangre, el dolor, las furgonetas volcadas, las palmeras ardiendo, los limoneros cuyo fruto se derrite, los cadáveres, el acero blanco entrando y saliendo brillante y jabonoso de la carne no le permiten a Sigfrido atinar donde está el móvil, por fin lo encuentra en un bolsillo de su pantalón.
¿Cómo te va Sigfrido en la ecoaldea?- pregunta su amigo Felipe.
Felipe, llama a la guardia civil, nos están atacando los calorros de texas- grita Sigfrido metiendo un puñal en el ojo de calorro.
Dios mio, no jodas, ya te dije que no te fueras a una ecoaldea al lado de un barrio marginal cómo el de Texas- le responde vehemente y racional Felipe- Ya te lo dije, ya te lo dije- insiste.
Felipe , ya lo hablaremos, llama a la guardia civil rápido, tienen a mi hermana, me temo que la vendan aun burdel o la cambien por drogas para un año.
Vale, vale, ¿quieres que vaya a echar una mano?- pregunta bienintencionado el bueno de Felipe.
¿Tu que crees Felipe? Pues claro, traete la motosierra.
Angelillo de uixó.
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