miércoles, 8 de agosto de 2012
I Jornada. La ecoaldea de Vall d'Uixó y la ciudad gitana de Texas.
El perroflauta que escuchaba a wagner. Episodios nacionales de Angelillo de Uixó.
I jornada. La ecoaldea de Vall d' Uixó y la ciudad gitana de Texas.
Luna redonda sobre el establo. Cielo parpadeante y encendido de astros cubiertos por el suave manto algodonero de nube siniestra y rasgada que oscurece la luz candelera. Transciende su romántico brillo a rostros iluminados por antorchas y hoguera. En la tierra bailan y brincan la amorosa humanidad campestre de Vall d' Uixó. Algarrobales solitarios sobre bancales muestran sus raquíticas ramas donde acoge su nido, la rata. Las vainas esperan colgantes la mano calorra que agarre su misero fruto. Oliveras, esparraguera, zarza moras, zarzaparrilla, pinares caóticos y curvos por las lomas, el terreno: piedras rodeno. Alrededor de estos bancales pagolas y caravanas de la ecoaldea. Tras la loma donde se esconden, cargada de cruces cristianas que recuerdan a los caídos por Dios y por España, camino al pueblo de Vall d'Uixó, pintado y esculpido en rocas y arboles propaganda de España 2000 que anuncia la proximidad de las casa chavoleras del barrio marginal de Texas. Por ahí andan los perros maltratados, los gatos colgados de los alambres de las ventanas donde se tiende la ropa, y los cadáveres de los gorriones en sus nidos picados por los gallos. Se amontona el criollaje calorro- faccioso de barrio reproducido en masa y en serie por madres solteras abandonadas, o de matrimonios de conveniencia. Al monte escalan las voces quinquilleras y drogadas cantando “hosanna en los cielos” , dan palmas violentas cargadas de bronce cómo campanas de catedral. Bailan los delincuente de navaja, bastón y jeringuilla ofreciendo sus cuerpos cubiertos por camisa de volantes al señor. Los paganos gitanos evangelistas dan aleluyas camaronicas al señor de los flamencos: Jesucristo el canibalizado. Terminadas las abluciones y el baño de hierbabuena, en un rincón de la esquina del templo, el encuentro con la joven de piel cobriza. Acaba con sangre de bella en la mano y su labio partido. Es preñada la preciosilla por el calorro cristiano que le clava su viril espada bajo la falda. Olor a blancos claveles sobre sus pechos. Los seres de luz de la ecoaldea, al otro lado de la civilización, separados por una pequeña colina cargada de cruces y historia de muertes, alrededor de la hoguera, la amorosa humanidad celebra la cosecha abundante de 5 kilos de romolacha, 2 de berenjenas y cuatro de tomates ecológicos. Varios pepinos adornan el orgulloso mantel donde se extienden los frutos. En el establo, la vaca Luciana espanta las moscas con el rabo, danzan aéreas, suena la épica música de las fanfarrias de Wagner. Cerca del altavoz del transistor un joven tirado sobre las balas de paja de la vaca luciana suspira y llora. La sublime y magistral música wagneriana evoca al rey Arturo, el grial, blancas armaduras, nobles caballeros, princesas, honor, honra y espadas que chirrían en bosque de robles, oscuros, fríos envueltos en nieblas y misterios. Los lamentos del joven desesperado y cautivo de su situación de miseria salen por la ventana y se cuela en el bello oído de la sin par bella Mari que baila la danza del amor brujo de Manuel de Falla. Sus preciosos ojos de princesa verdes turquesa dirigen una profunda mirada cargada de melancolía y empatía hacia el establo.
Su mirada es capaz de hacer morir de deseo a cualquier hombre o mujer, pues la belleza sin par de Mari atrae hacia si a todo ser vivo y planta existente en la tierra.
-Sigfrido me necesita- exclama con su voz de dulce sirena en la ecoaldea.
La danza se para, los rostros bellos y elficos de los seres de luz se sobrecogen ante el rubor de bella Mari, y la percepción de que la infelicidad existe en la tierra. Se abre paso entre el coro de bohemios que destrozan el anillo que forman sus cuerpos. El infinito se deshace en la cuadratura del circulo. El lamento y suspiro del joven Sigfrido hiela el fuego de la hoguera que baila mecida por el cálido poniente. La hoguera chirría con pena y arroja incandescente ascuas que caen sobre la huella leve que ha dejado en la bendita tierra Bella Mari. Gaya, la madre tierra, que es lesbiana y feminista, besa las palmas del pie desnudo y cargado de cascabeles de bella Mari, la más bella criatura que vive en la tierra. Venus, con su luz blanquecina sigue encelada los pasos de la joven. Sus cabellos rubios y largos le caen hasta la cintura, son mecidos por el viento. Una suave melodía de violines wagnerianos, el poema musical del encuentro de Isolda con Sigfrido da la bienvenida al establo a Bella Mari. Muge Luciana que mira con deseo a bella. Una suave mano, dulce, blanca, pura, femenina, adornada de cascabeles, pulseras de colores con estrellas y delfines, toca amorosa el hermoso y ario cuerpo de Sigfrido, cuya figura y pose es la de un adonis apolinio extendido desnudo sobre la paja. Sus muslos musculosos y fibrosos, tersos, indefensos en esa posición de adolescente desconsolado reciben la caricia de su bella hermana. Repliega la pierna derecha ante el tacto suave y cálido. Se vuelve y mira con sus ojos azules y profundos el rostros de su hermana que le habla arrodillándose frente a él.
-Sigfrido, hermano, no te lamentes de este destino, vive en paz y amor con nosotros, ama la tierra, a la madre gaya. Disfruta del ocio, del baile. Olvida tu anterior vida de asalariado.
-Oh hermana- le dice el rubio Sigfrido de largos cabellos vikingos ondulados y dorados besando ardorosamente la mano de su hermana. La desliza hacia sus turgentes pechos envueltos en una gasa transparente mientras con la otra agarra a la bella arrodillada sobre él. La conduce a su ancho y fornido pecho donde puede escuchar los latidos de su herido corazón. La cervatilla bella Mari descansa sobre Sigfrido. Los dos hermosos cuerpos arios yacen juntos y ardorosos. Se posa un rayo de luna que ilumina sus puros rostros repletos de inocencia y palabras de consuelo capaces de enternecer hasta a un judío.
Hermana, mi querida hermana, se que me ayudas acogiéndome en la ecoaldea, en estos momentos en que me han embargado el piso, el coche, la moto,la barca a motor, la vídeo consola, pero he de confesarte que sufro de ver tanto desorden, miseria y estar rodeado de gente sin iniciativa. Mari, yo no se vivir sin ambiciones, el ocio me aburre tanto cómo el trabajo. Mi futuro de rascar las hierbas del campo sin jornal es para mi un infierno. No siento la misma alegría ante un tomate maduro que tu, ni tus compañeros, ni me felicito de vender 5 kilos de melones en un mercadillo agroecológico. Oh, Mari, Mari, el encuentro de ayer cuando me explicaron y enseñaron vuestro mundo fue traumático. ¿ Por qué el chaman de la ecoaldea no me hace caso sobre mi proyecto de cultivar con tractores, contratar peones inmigrante para que labren todas las tierras y plantar miles de hortalizas y vender a gran escala? Luego con los beneficios podemos comprar deuda soberana y bonos del estado a un 7% de beneficio. Con eso podría pagar mis deudas, recomprar mi piso a bankia. Hermana, debemos tener ambiciones- Sigfrido besa la mano de la bella Mari, la paja pegada en sus cuerpos y cabellos les da el aspecto de adolescentes despreocupados de los sucios interese de un mundo gobernado por el inferior judío mercader cuya coronilla se adorna por una kipa y tienen nombres cómo: Rodrigo Rato, Rajoy , Rubalcaba y Juan Carlos.- ! Qué Dios, Ala, el 15-M, el tribunal supremo, los anarquistas, UPYD, las asociaciones de consumidores, y los ecologistas acaben pronto con ellos!
Bella Mari , cuya mejilla derecha recibe un haz de luna besa a su hermano en la boca horrorizada de escuchar tales palabras. Mari nacida para amar y servir al amor, incapaz de tener una conversación que haga contrariar a nadie y le haga sufrir, besa con sus carnosos rojos labios el cuerpo de su hermano que suspira extasiado y erecto. Levanta Sigfrido la túnica de vestal de su hermana. La muchacha piadosa, devota y beata se coloca sobre él, santificando su hermoso cuerpo desnudo al verdadero amor al prójimo. Baila Bella Mari sobre el cuerpo de su hermano. Desde la ventana del establo varios perroflauta contemplan la escena con alegría y felicidad. Los lamentos de Sigfrido desaparecen, ya pueden bailar y danzar de nuevo alrededor de la hoguera que súbitamente prende su fatua llama repleta de espíritus del bosque del secano de algarrobos y oliveras de Vall d' Uixó. Prende hasta los 20 metros de altura. Los seres mágicos y luminosos de la ecoaldea van quitándose la ropa y tirándola a las llamas para desprenderse de la propiedad y la brutalidad del capitalismo. La sin razón de los prejuicios son purgados cómo los herejes en la inquisición. Hacen el amor los perroflautas en una hermosa orgía de hombres con hombre, mujeres con mujeres, hombres con perros, perros con gatos, el gallo del corral con un rosal, inclusive los hay que practican el convencionalismo aburrido y decadente de hombre con mujer. Venus sonríe triunfadora, las fanfarrias de Wagner con trompetas y violines se mezclan con profundos suspiros, jadeos, cuerpos que chocan unidos. Los cascabeles del tobillo de bella Mari suenan en percusión sobre sus nalgas y por la vibración del movimiento que agita su concupiscente carne al ritmo del sube y baja, armoniza la sinfónica metálica con su melodía de suspiros y jadeos de placer ghospel y soul entrecortados de: ahhh, ahhh,ahhh, aaaaahhhhhhh y uhhhh, ayy, uhhh,ahhhhh.
El grillo chirría del calor y el sapo solitario, melancólico y noctambulo croa entre la hierba húmeda. Los gitanos y quinquilleros de vall d' Uixó, violentos y asesinos salen en busca de chatarra. En el pueblo de Uixó, en sus barrio céntricos de la milenaria judería poblada de blancos decrépitos, ancianos pensionistas de raza latina y habla valenciana, quedan recogidos en sus casa visionando el tiempo por la televisión. El toro embolado corre por las calles maltratado y apaleado por los gachupines que hacen méritos de valientes para conquistas a una golfa en pantalones cortos y escotada de menos de 15 años que se vende por cocaína. Los caciques desde las balconadas de las calle más anchas, acompañados de autoridades, curitas, monjas y sus mujeres viejas, aristocráticas, feas, engalanadas con mantón de manila, peineta y blusones de falleras, se exhiben autoritarios, competente y plenipotenciados junto la bandera nacional atada a los hierros forjados del balcón. En las calles los trabajadores parados, serviles, batuecos y tradicionales acuden al toro.
Bella Mari colmada de orgasmos, al terminar , coloca su trasparente y sacra túnica de seda sobre su hermoso cuerpo. Su hermano queda tendido, desnudo y bañado por la luz de la luna sobre la paja. La luna huye, huye, cargada de deseo, de amor y de muerte. Carne negra de toro en el pueblo de vall d' Uixó al terminar la orgía en la ecoaldea le apunta con sus aspas menguantes. La legua morada de la bestia sobre la tierra. Unos gachupines le arrancan las pezuñas y el carnicero afilando los blancos aceros se acerca. La luna se ha ido.
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