jueves, 29 de noviembre de 2018

EL JUDÍO EN EL TEJADO: VIVA HITLER.








No hace mucho tiempo ocurrió la siguiente historia en un tejado de  mi pueblo. Un desempleado de izquierdas de Vall d´ Uixó desesperado, el cual sufría persecución y exclusión social se subió al tejado de su casa por las escaleras. Paseo por la terraza notando como se hundía el piso a sus pies. Miró el pueblo, escuchó las sirenas de la policía que iban a casa de alguien  al que buscaban.   Notó que llevaba en un bolsillo de su gabardina papel y boli. Levantó la cabeza hacia el suelo y hacia el cielo, sacó papel y el bolí y escribió estas palabras que volaron haciendo una pirueta por el aire entre las golondrinas cuando plegó el papel dándole la forma de un avioncito de papel:
“En otro lugar  seré rico.”
Y se lanzó por el tejado mirando el mar con los brazos abiertos sintiendo el cálido poniente en su rostro.
Entre tanto, en un lugar del mar que nadie quiere recordar, un pequeño pesquero de Santa Pola, nuestra señora de Loreto llevaban a bordo refugiados rescatados de un naufragio. Los refugiados imploraban desesperados a la tripulación que salvaran sus miserables vidas. Los trabajadores del pesquero aún eran de esa clase de trabajadores,  y sobre todo,  personas decentes. La tripulación se comunicaba todos los días por la radio. Sus compatriotas obreros podían escucharlos en los medios de comunicación comentando su situación. Estando sin víveres y a la deriva, teniendo los puertos cerrados para ellos   en la Italia fascista, y también en la no menos racista Malta. No les dejaban desembarcar violando gravemente y con absoluta impunidad  las leyes internaciones y humanitarias. En Libia les esperaban para matarlos, y el gobierno de España callaba dejándolos a la deriva.
El gobierno progresista Español escuchaba a los hambrientos, a los necesitados, a los desempleados y a los trabajadores de España, asustados  en el bar y empapados en cerveza. Gritaban contra la entrada de refugiados  que veían por la televisión huir de países en llamas. En vano era decir que esas palabras con las  que sentenciaba el pueblo a muerte a los refugiados de ese pesquero y a otros refugiados  daban asco, y anunciaba que el   populacho sería  el  siguiente en caer. Ya olían a muertos en el bar, empapados en cerveza cobrando una miserable paga del estado, o explotados en cualquier lugar del reino, todo  un cheque en blanco para gritar contra los obreros de otros países.
Angelillo de Uixó.


No hay comentarios:

Publicar un comentario