No hace mucho tiempo ocurrió la siguiente historia en un
tejado de mi pueblo. Un desempleado de
izquierdas de Vall d´ Uixó desesperado, el cual sufría persecución y exclusión
social se subió al tejado de su casa por las escaleras. Paseo por la terraza
notando como se hundía el piso a sus pies. Miró el pueblo, escuchó las sirenas
de la policía que iban a casa de alguien al que buscaban. Notó que llevaba en un bolsillo de su
gabardina papel y boli. Levantó la cabeza hacia el suelo y hacia el cielo, sacó
papel y el bolí y escribió estas palabras que volaron haciendo una pirueta por
el aire entre las golondrinas cuando plegó el papel dándole la forma de un
avioncito de papel:
“En otro lugar seré
rico.”
Y se lanzó por el tejado mirando el mar con los brazos
abiertos sintiendo el cálido poniente en su rostro.
Entre tanto, en un lugar del mar que nadie quiere recordar,
un pequeño pesquero de Santa Pola, nuestra señora de Loreto llevaban a bordo
refugiados rescatados de un naufragio. Los refugiados imploraban desesperados a
la tripulación que salvaran sus miserables vidas. Los trabajadores del pesquero
aún eran de esa clase de trabajadores, y
sobre todo, personas decentes. La
tripulación se comunicaba todos los días por la radio. Sus compatriotas obreros
podían escucharlos en los medios de comunicación comentando su situación. Estando
sin víveres y a la deriva, teniendo los puertos cerrados para ellos en la Italia fascista, y también
en la no menos racista Malta. No les dejaban desembarcar violando gravemente y
con absoluta impunidad las leyes internaciones
y humanitarias. En Libia les esperaban para matarlos, y el gobierno de España
callaba dejándolos a la deriva.
El gobierno progresista Español escuchaba a los hambrientos,
a los necesitados, a los desempleados y a los trabajadores de España, asustados
en el bar y empapados en cerveza. Gritaban
contra la entrada de refugiados que
veían por la televisión huir de países en llamas. En vano era decir que esas
palabras con las que sentenciaba el
pueblo a muerte a los refugiados de ese pesquero y a otros refugiados daban asco, y anunciaba que el populacho sería el siguiente en caer. Ya olían a muertos en el
bar, empapados en cerveza cobrando una miserable paga del estado, o explotados
en cualquier lugar del reino, todo un
cheque en blanco para gritar contra los obreros de otros países.
Angelillo de Uixó.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario