Trabajadores de medioambiente de Vall d´uixó talan árboles protegidos.
Sinfonía ecológica de Angelillo de Uixó.
Prefacio a la obra. Resumen de los hechos en la que está basada.
Un trabajador de medioambiente de Vall d´Uixó ha sido visto sábados por la tarde vistiendo el uniforme del Ayuntamiento de dicho municipio con una motosierra en la mano talando algarrobos en el paraje de la balsa de cristal, supuestamente para su estufa. Interpelado el acusado y culpable por los venerables ancianos que pasean por este lugar de si tenía permiso de tala, el acusado, lampiño y mentiroso, testifica estar capolando los árboles para su conservación por orden del Ayuntamiento. Exhibe el felón operario el escudo del Ayuntamiento cosido a su sudadera cómo prueba. Sin embargo, el coche y remolque utilizado para el crimen es el suyo, y no el del trabajo. Solicitamos que se le investiguen estos hechos que me han sido contados. Pueblo Vall d´Uixó, colectivo del L´arquet, muntanyes de la guerra, La vall verdá, partido socialista, IU, y PP con el alcalde Lelo Clavell a la cabeza: acudamos en tumulto a su casa y si encontramos leña de algarrobo colguemos al funcionario cómo escarmiento.
Acto I de la sinfonía. La tala en la balsa de cristal.
Tarde de sábado en el paraje de la balsa de cristal de Vall d´Uixó. Aparecen al espectador y al paseante unas pequeñas huertas ancestrales perdidas en el tiempo. Su origen fue cuando cartagineses y romanos. Hoy sobreviven en barbecho de retama, jarama y lavandas en espera recalificación. Rompe el silencio de la tarde mortecina cercana a la primavera el silbido de las cañas mecidas por el viento acompañadas por el melancólico croar de la rana que aguarda la llegada de la redonda luna entre los charcos verdes del barranco. De la oscura roca de la montaña, repleta de pequeñas cuevas sale el negro murciélago que abre con sus fauces las puertas a la noche. Asciende alado a la ermita de San Antonio para dar vueltas en torno la cruz de ese falso Dios. Recuerda el murciélago en su vuelo los viejos y honorables tiempos primigenios. La era de dioses iberos mancillados por la pasarela de aluminios Mateu que chafa las murallas erguidas sobre la negra bóveda de las cuevas de San José.
Un autobús mercedes frena en el andén cargado de obesos turistas estafados por el ayuntamiento que les ha vendido entradas para visitar un lugar encantador y con valor medioambiental: las cuevas de San José y la visita a Vall d´Uixó. El conductor abre la puerta y el ganado baja cómo zombis. Del bus a la góndola, y de la góndola al bus. Tras ellos un campo solar al que no le prestan atención los zombis. Caminan sobre cientos de metros alquitranados del gigantesco parking hasta llegar a las grutas. El forastero, el turista, ser de costumbres, creencias, piel, e inteligencia diferente a las nuestras, marcha pegado a la barandilla de protección del cauce del Belcaire. Observan con sus ojos de turistas, mirando sin mirar, observando sin comprender, buscando lo postalero. Pero no ven más que el batracial del paraje de la balsa de cristal, al que no le dedican ninguna foto. Sigue todavía sin haber salido nunca en Facebook.
-Mater, Mater, mirar her man torero, destruir árboles- una pequeña heidei de hermosas trenzas doradas que le cuelgan hasta sus hermosos hombros blancos cubiertos solo por una ligera camisa de tirantes, tira de la mano de su no menos hermosa madre Gertrudis, también ligera de ropa.
La madre Bavara, de esas regiones boreales repletas de respetables bosques de robles y oscuros abeto que se adentran hacia el lejano norte donde nadie debería vivir. Mira este hembrar hacia la balsa de cristal desconcertadas y disgustadas por la tala. Se apoyan en la barandilla.
Españolos ser una colonia de gente tercer mundista. En Baviera esto no pasar- le explica pedagógica la madre.
El yonky del pueblo que hace de gorrilla va hacia ellas y las separa de la barandilla.
-Por favor, por favor, froilans, no se apoyen en la barandilla, está suelta. Hace unos días unos gitanos hambrientos robaron parte de la barandilla para venderla al chatarrero. Este tramo lo acaban de poner hace un momento. Los obreros me han dicho que avise de que faltan por colocar unos tornillos y unos remaches. No habían traído bastantes los operarios y hasta la semana que viene no vendrán- les explica el yonky que se gana la vida pidiendo a los turistas en el parking.
Gertrudis agarra a la pequeña Heidi y se apartan de la barandilla que se cae al vacío. El gorrilla extiende la mano esperando la recompensa. Gertrudis de costumbres diferentes se la choca.
-Son 10 euros por salvarles la vida froiland- le explica el gorrilla impaciente con la mano roja del golpe.
-Ah, ah, perdón, perdón. No comprender- le dice Gertrudis mirando en el monedero.
Gestrudis paga y le da dos euros de merecida propina al yonky que observa atento al grupo que llega por si alguien se acerca a la barandilla.
Ruido estridente y chirriante de motosierra. Unas manos cubiertas de guantes de cuero aprietan el gatillo del acelerador, los dientes crujen tanto cómo el tronco que se ladea a la izquierda. La cadena- sierra penetra por segundos revolución cada vez más honda sobre un ciclópeo tronco de algarrobo.
- Vamos bonita, cárgatelo todo, cárgatelo todo, derriba a este tronco. Vamos bonita corta, corta, corta. Tala por aquí, tala por allí- dialoga el farandul con su motosierra. Se trata un hombre rechoncho de pelo rizado negro que le cae en pequeños bucles bajo una gorra de tela del Ayuntamiento de Vall d´Uixó. De mediana edad, de clase media, e inteligencia baja- subnormal, lo que le capacita para trabajar en el ayuntamiento de Vall d´Uixó. De repente la motosierra se para. El farandul la saca del tronco. Pasa la mano bajo la gorra de tela y se quita las gotas de sudor. Abre el tapón del depósito y mira con un ojo abierto y otro cerrado la gasolina:
-Pero so hija puta, si tienes gasolina, ¿Qué quieres? Joderme el día, cómo me han jodido el arbitraje de mañana? A mi tu no me jodes, me has costado 300 euros. ¿Una still alemana y no eres capaz de cortar un viejo algarrobo? Tira el batueco de la cuerda de arranque histérico. Maldiciones a Dios y los santos. La motosierra vomita humo, ruge, y se para ahogada. La lanza cómo castigo a unos metros de distancia. Suena a nana gitana el golpe contra la roca. Se gira el farandul desesperado, le pega al tronco una patada y luego avanza un par de pasos y le pega a la motosierra que se queja.
Saca un pito y le toca la señal de la falta, y grita: -tarjeta roja hija puta, tarjeta roja. El sudor le cae a chorros de su cabeza de buey.
- So hija de puta arranca ya- le grita insistente.
-¿Por qué no miras el carburador, quizás se haya ahogado?- le dice un paseante que se acerca.
-Es nueva, la compre la semana pasada. Ya no hacen motosierras cómo antes- le contesta el farándula más calmado.
- Intenta purgarla- le dice el paseante, y misterioso cómo un ángel bueno se va.
Corta la gasolina y tira de la cuerda, luego abre el paso de la gasolina y la intenta arrancar sin apretar el acelerador. Al quinto intento arranca.
-Muy bien bonita, muy bien, cárgatelo todo, no dejes rama viva- feliz y contento destroza el algarrobo que cae abatido junto a dos hermanos suyos. Las raíces de los tres árboles sacrificados se unen abrazadas, y lamentan lo que les ocurre. Las raíces del bosque de la balsa de cristal llora, las ramas de los árboles se agitan. Los ancianos que pasean y que han vivido de la venta del fruto de esos árboles observan con frustración el triste espectáculo. Silencian por miedo a tener problemas. Saben por experiencia que si llaman a la policía no va a acudir, y si acude no van a decirle nada al exterminador de algarrobos. Su época se ha terminado. Miran a su alredor y contemplan un paisaje nuevo del que están desarraigados. Está infinitamente más degradado de aquel que conocieron hace 70 años.
Con resignación de saberse vencidos se retiran los ancianos. Solo uno que sufre de trastorno senil se queda. Se acerca en silencio al farandul de la motosierra. No dice nada, solamente con severidad mira al ejecutor. El farandul lo reconoce e ignora el mensaje de la mirada. Indiferente continúa matando: Cárgatelo todo bonita, no dejes nada.
Trabajadores de medioambiente de Vall d´ Uixó talan árboles protegidos. Sinfonía ecológica de Angelillo de Uixó by Ángel Blasco Giménez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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