jueves, 23 de diciembre de 2010

Orgía de sangre con una joven funcionaria





Orgía de sangre con una joven funcionaria.
Basado en una anécdota real con una funcionaria de la cámara de comercio de uixó.

A 23 de diciembre del 2010.
Esta es la fecha en la que ocurren estos acontecimientos basados en hechos reales y dan prueba del momento difícil en el que se encuentra el miserable pueblo Español.
En las tierras de Uixó envueltas estos días de borrasca entre nubes blancas que traen lluvias y humedad, el afligido pueblo sufre de parálisis por la crisis económica, la corrupción y el tradicionalismo.
Pasan gran parte de sus habitantes horas de incertidumbre, inquietudes y cansancio a ritmo de villancicos angustiosos que traen recuerdos tristes y melancólicos, las voces de los niños cantando hace extrañar a alguien o algo.
Por las calles, en contraposición a los villancicos circulan los coches con música de discoteca conducidos por algún joven solitario. Sus sentimientos a diferencia de gente más adulta son violentos, semejantes a los de un animal en celo.
Conducen sus potentes coches cientos de jóvenes sin empleo y repletos de una agresividad mal utilizada.
El impulso de adaptarse y salvarse de la miseria les hace a todos ellos seres inferiores.
La vida de la población de Uixó, cuyas existencias e historias personales no tiene el más mínimo valor al no tener nada que aportar a la humanidad, transcurre entre el miedo al poderoso, las fantasías de ser felices, y el horror a la miseria provocada por a crisis. Es decir transcurre como siempre.
La crisis y los que la dirigen habían creado dos tipos de ciudadanos : los que tenían un empleo y los que no.
La bendita crisis económica estaba limpiando el lodo que no dejaba ver lo que había en el corazón de las gentes. Ahora se podía ver en ellos lo que eran: Nada, frágiles criaturas cargadas de egoísmo e instintos de supervivencia. En estas gentes no hay alma, espíritu, pasiones elevadas, moral. Solo apego por sobrevivir, es decir que son como el resto de la humanidad: Absolutamente nada.
Todos se comportaban en Uixó desde que empezó la crisis como un atajo de borregos asustado intentando salvar inútilmente el pellejo, desde el sindicalista de extrema izquierda, al moderado, o al de derechas.
Angelillo que ante la crisis tenia el corazón dividido por varios sentimientos: en ciertos momentos sentía compasión por la gente que iba cayendo junto con la esperanza en que naciera el razonable odio que debían tener para hacer una revolución; y de otra parte sentía una profunda alegría de que mucha gente que antaño tenía empresas, coches, casas, animales, mujeres... acaban en la ruina, desconcertados y con profundas depresiones de las que no saldrían jamás. Atribuía en su pensamiento que esto debía ser una especie de justicia del mundo.

Aunque el instinto de adaptación y de luchar en esta sociedad en Angelillo era débil, le ocurría lo contrarío en su instinto de destrucción de la sociedad y la gente que le rodeaba que era muy poderoso, quizás lo único que fuera realmente razonable para hacer en el mundo.
Aun así, en ocasiones Angelillo era tan vulgar y despreciable como esa gente que le rodeaba. En ciertos momentos intentaba estúpidamente salvarse condicionándose a la sociedad a través de un trabajo, como esa gente de raza blanca que vivía el sueño de la clase media, y que tanto deprecio y angustia le causaban.
Un 23 de diciembre del 2010 se le ocurrió acudir a los servicios sociales de Uixó sin tener claros los motivos, sabiendo de antemano que esa es una batalla perdida, una artimaña del estado para mantener sumisos a los pobres.
El edificio era una construcción de la época fascista. La democracia pocos cambios hizo con esta edificación, su transformación se limito a quitar la imagen de franco y poner la de su discípulo el Rey Juan Carlos, y en ocasiones ni eso, seguía el dictador clavado a la pared.
Lo que fue añadido en Uixó al mobiliario fascista de los servicios sociales eran cierta cantidad de ordenadores.
El personal cambiaba de rostro conforme se jubilaba, ese era otro cambio “los rostros”
Rostros y en ocasiones el nombre. En otras ni eso ya que la fortuna hacía que si se jubilaba un tal Jose de 55 años, entraba otro Jose de 27, sin que se notará la diferencia.
Todo el personal de Uixó sin ninguna excepción es personal dócil, oportunista. Un animal diseñado para adaptarse con el mínimo esfuerzo e inteligencia a la vida.
Es la antítesis de las teoría de Darwin, los funcionarios de Uixó y el conjunto de sus empresarios caciques y cuerpo político son la refutación inexorable de las teoría de Darwin.
Aquí el más apto para sobrevivir es el inútil, el vago, el pelota, el inculto, el inmoral y en los servicios sociales es lo que pasaba.
Por allí pululaban todo tipo de garabatos humanos a cual más holgazán, oportunista, vil, agasajador e indigno de existir.
Ante esta gente tenía para su infamia que presentarse Angelillo.
Sentía junto con la lógica emoción paralizante de vergüenza, un profundo sentimientos de desprecio hacia esos funcionarios con los que tendría que hablar.
Al entrar en el salón del edificio se quedo perplejo al ver el volumen de gente que allí estaba agolpada. El aire era denso, por el circulaban millones de germenes exhalados por los miserables.
El espectáculo era pintoresco por el mestizaje de gentes: gitanos, negros, reconocidos borrachos y drogadictos del pueblo, moros, e indefinidos de color amarillento, seguramente traídos de Asia para esclavizarlos algún empresario
Angelillo encontró a un grupo de ellos cantando un villancico alrededor de un árbol de navidad que estaba en el centro de salón principal.
Una asistenta social al parecer les obligaba a cantar, primero cantaba ella y luego los demás repitiendo la frase. Al que se equivocaba le rectificaba, lo que daba a entender que era obligatorio. Por algún motivo les hacia a estas pintorescas personas de diferente colores cantar como si fueran niños pijos de un colegio privado Británico. Era repugnante la escena para Angelillo, pero los negros estaba muy contentos, no se sabe lo que podrían pensar para estarlo, no se observaba tampoco en ellos que experimentarán el menor sentimiento de vergüenza o indignidad, estaban allí como chiquillos de preescolar cantando con ella mientras recibían una bolsita con comida si eran buenos.
El aspecto físico de la asistenta era esplendido, muy sensual, frente a los de los miserables cuyas vestimentas estaba sucias y rasgadas.
La asistenta era una joven de 26 años de raza caucásica. Le pendían hasta los pechos unas trenzas rubias, sus pechos eran enormes, los exhibía en un escote más provocativo que el que suelen llevar las furcias. De hecho Angelillo observo que había mucho de furcia en su aspecto por lo ajustado que iba, aunque se notaba que no pertenecía a esta casta social, si no a la de pija egoísta que va de alternativa.
Ante los indigentes disfrutaba de la situación de superioridad. Para su psiquis femenina de niña universitaria burguesa el estar entre pobres era algo así como estar en una jaula rodeaba de bestias, algo excitante que contar en los grandes almacenes, y por supuesto suponía para ella salir del ambiente conservador de su familia y amigos pijos de la urbanización.
Cualquiera de esos negros con una sola mano podría haberla derribado y violado, sin embargo la niña sabia que no iba a ocurrir, y eso sin duda la excitaba sexualmente como a todas las burguesas.
Miro a Angelillo y se dirigió a él preguntándole con una sonrisa que dejaba ver una blanca dentadura:
-¿Deseas una bolsa de comida?
-No gracias- le contesto con tono indiferente Angelillo- Venia por que me gustaría pedir cita para hablar de mi situación, tiene que ver...
Le interrumpió la asistenta con un tono de intelectualismo y sabelotodo típico de los funcionarios y de la gente que cree que sabe algo.
-Tiene que ver con la crisis- le interrumpió la pija.
Si, eso es- contesto indiferente Angelillo- tiene que ver con la crisis.
Pues es en la puerta de al lado, allí te atenderá una compañera y te dará cita, aunque tardara ya que la situación como ves estas muy mal, espero que lo que te pase no sea grave, cierra la puerta al salir, Chao.
Sonó el teléfono en ese instante y la asistenta siguió sin atender al ultimo de los negritos que daba muestras de ansiedad ante el temor de quedarse sin la bolsita con los turrones y mazapanes pese haber cantado en un perfecto castellano el noche de paz. La bolsita de comida no llegaba con tanta interrupción.
-Oh que ilusión Luis, nos vamos de excursión a la nieve es fantástico- exclamaba la asistente gimiendo y dando pataditas con sus preciosas botas fetichistas-¿ pero que me dices? que tu perro no podrá venir por qué tiene depresión, es terrible, jo, con la ilusión que me hacia ver a Lulu en la nieve. Me da mucha pena lo que cuentas, me entristezco cuando escucho eso, no sigas por favor.
El negrito no hacia más que ver la bolsa de comida cada vez con más preocupación.
Angelillo salio de allí, al momento se escucho a su espalda el noche de paz irreconocible por los acentos empleados.
Angelillo entro en el cuarto contiguo. Había en el fondo de la habitación una secretaria, el cuarto apenas tenía ventilación y estaba rebosante de gente. A diferencia de la estancia anterior aquí reinaba el silencio y el mayor de los desánimos. Esta era una habitación de nacionales y como tales se comportaban en silencio, con aspecto pesimistas, muy diferente de la alegría de los negritos al estilo la cabaña del tío Tom.
Una anciana, típica de la clase humilde de Vall d' Uixó, poseedora de una pensión ínfima de 300 euros y de una hija divorciada con dos chiquillos. La hija en paro y el ex- yerno también, es decir lo normal en Vall d' Uixó, seguía necesitando la ayuda de su madre anciana para subsistir.
Lo normal en el valle de Uixó es que la abuela saque adelante con sus pensiones a nietos e hijos, y en este caso así era. Entregaba prácticamente toda su pensión a la hija, mientras ella ya anciana y con menos vergüenza se encargaba de mendigar por los servicios sociales. Sacaba algo de comida, algún ticket para libros, y migajas de la picaresca nacional tan al uso y tan necesarias en una población miserable como la de Uixó, desgarrada por sus dirigente políticos, empresariales y una sociedad campestre atrasada mentalmente.
La anciana tosió, miro un instante a Angelillo que leía en sus arrugas su vida, ella aparto la mirada fatigada y siguió pensando en sus asuntos que versaban sobre el dinero, el destino de su hija y nieta cuando muriera.
La mayoría de gente estaba en ese trance, el silencio era embarazoso. Angelillo temblaba de rabia e impotencia, a cada instante sus pensamiento de venganza sobre los funcionarios crecía.
Una joven funcionaria muy arreglada y con una gran sonrisa que no albergaba maldad, si no algo medianamente humano se despedía de una persona.
La siguiente persona que atendió era un viejo moro parecido al de las guerras de Ifni. Poseía como en las viejas fotos de esas gentes la cara huesuda de anemia, era flaco como un pellejo, hablaba muy mal castellano. Le mostró el moro una tarjeta de la seguridad social.
La cara de la funcionaria que atendía ya no tenía la sonrisa, no volvió a aparecer en el resto de gente que atendió. Gestionó indiferente la petición del moro que se fue satisfecho con gran discreción haciendo muchos saludos a todos de una forma bastante cómica. Siguió la secretaria atendiendo con indiferencia hasta que le llego el turno a Angelillo.
¿Cita para la asistenta? -le dijo mientras observaba la pantalla del ordenador donde había saltado una alarma.
Se trataba del facebook donde su novio posaba semidesnudo para ella en la fiesta en la cual se encontraba. Se lo mandaba para que fuera testigo de lo que se estaba perdiendo. La joven funcionaria empezó a reír sin poder evitarlo sin sospechar del malestar que generaba ante quien tenía delante. Angelillo trataba de comprender a la funcionaria, al fin y al cabo ella era feliz y no tenía que preocuparse de como se encontraban los demás. Sin embargo le molestaba y le angustiaba estúpidamente a Angelillo que la funcionaria estuviera en ese momento que para él era desagradable en el facebook.
Mientras pensaba esto Angelillo se escucho un sonido sordo y duro, a continuación irrumpió en la tranquila sala de citas la voz desesperada de un hombre:
- !Y a mi no me contratáis! llevo yo más tiempo en la lista que este moreno, el trabajo se lo dais a los inmigrantes antes que a los de aquí, hija de puta, te matare...
Por favor tranquilícese, no hay trabajo para todos Luis, lo debes comprender, ya trabajaste hace un año, aun debes esperar. Haz el favor de comportarte y tranquilizarte, intentaremos encontrarte algo. En la próxima plaza de empleo seras llamado para limpiar el basurero o las lápidas del cementerio, pero debes tener paciencia y comportarte, o tendrás más problemas.
Ya me dijiste que tendría faena en el cementerio y en la basura hace dos meses, y cogiste a un colombiano, siempre me estas prometiendo lo de las basuras y no llega. Yo estoy desesperado, en mi casa no tenemos de nada para comer mientra tu todos los meses comes cabrona, puta, desgraciada. Te voy a matar, le dais el trabajo a los morenos hijos putas terroristas.
No vas a tener trabajo Luis, se acabo, largate de aquí miserable.
Al terminar de sonar esas palabra se hizo en el cuarto de las citas un silencio tenso, al igual que en el cuarto contiguo. Debió parecer a los asistentes más rato del que en realidad fue, ya que pasaron unos breves segundos en los que seguramente Luis y la asistenta social se estarían tanteando. Al cabo de ese instantes se escucho un ruido salvaje, el lamento lastimero de una persona herida.
Luis había cogido una silla y la tiro a la cabeza a la asistenta social abriéndole la sesera. El que fuera un bello rostro estaba desfigurado, al igual que el rostro histérico de Luis presa de los nervios. Con la silla siguió golpeando Luis a la asistenta, a cada sillazo gemía Luis de un placer nacido de experimentar una liberalización de sentimientos reprimidos.
La asistenta daba gritos inhumanos, toda la gente estaba paralizada, los inmigrantes se fueron de allí corriendo para no tener problemas. Sus compañeros los funcionarios como son de naturaleza cobarde no hacían nada, varios hombres se pusieron a llorar y cobardemente llamaron a la policía.
El espectáculo podía dar la impresión de ser triste, pero era algo sin importancia para el mundo.
Una escena lógica de los tiempo, una mera explicación del comportamiento humano y de la pobreza.
Lo que era interesante y milagroso era que una chica de unos 50 kilos golpeada por un hombre de cerca de 100 kilos y fuera de control con una silla cuyas patas eran de acero no hubiera perdido todavía la consciencia. Al parecer el instinto de supervivencia de la funcionaria le hacia aguantar muy bien la paliza. Era de admirar.
Entro Angelillo a la habitación.
La chica pensando que sería algún salvador se enredo entre los pies de angelillo suplicante y sollozando. Sus palabras apenas eran perceptibles emitidas desde la humillación, el dolor y la vergüenza de ser golpeada. Sus hermosos labios seguían siendo muy eróticos, o por lo menos a angelillo así se lo parecía, se agitaban tiernamente abriéndolos y cerrándolos mientras temblaban como la gelatina agitada. Hacia pucheros ante su posible salvador diciendo algo así como: ayúdeme por favor.
Angelillo estaba confuso: por una parte la escena le repugnaba, pero por otra la comprendía.
Al fin y al cabo al principio de hablar con ella había sentido la misma inclinación que Luis, pero ahora cuando lo presenciaba su fantasía le parecía horrorosa.
Los pobres son capaces de cometer los crímenes más bestiales a veces sin ningún provecho. Este acto se desesperación se debía a que Luis, un miserable como tantos de Uixó sentía envidia de otro miserable que hacia un mes mendigaba. En el pueblo la gente estaba más preocupada de que nadie tuviera trabajo que de repartir el trabajo o la riqueza robada por las autoridades. Es decir que nuestros pobres eran tan mezquinos y se comportaban como los de brasil, Bolivia, Perú, ruanda...
En Vall d' Uixó la frase más común cuando no entraban al ayuntamiento a trabajar a través de la cámara de comercio era: ¿por que a mi no y a ese si?
La frase a Angelillo se le clavaba como un aguijón en el alma, se le desgarraba hasta despreciarlos hasta la muerte. Comprendía que los pobres unicamente tienen un sentimiento: el la envidia por la dicha de otro miserable. Si en vez de eso se unieran para acabar con el poderoso, pero eso sabia que no ocurría, por eso le repugnaban los pobres tanto como los funcionarios o los poderosos.
Finalmente tras varias reflexiones y comprendiendo que ya tenía bastante la funcionaria por hoy.
Se dirigió al hombre extendiendo sus manos en señal de paz.
-Tranquilo hombre, no pasa nada, tranquilo hombre- Le dijo angelillo mirándole a los ojos fijamente.
El hombre al verle le examino intentando comprender de quien se trataba. Quizás fuera alguno de esos fascistas sádicos de la policía les gusta pegar a la gente sin ningún motivo, o quizás de un psicólogo, o un bombero...pero pareció llegar a la conclusión de que se trataba de alguien como él, y eso le tranquilizo notablemente.
Dejo Luis la silla en el suelo, observo a la asistenta gimiendo totalmente empapada por su propia sangre y orín ya que se había meado encima.
-Tranquilo- seguía diciendo angelillo con las manos extendidas- tranquilo.
Luis conforme recobraba la razón su piel se volvió más pálida.
Angelillo avanzaba poco a poco, el hombre lo miraba aterrado, su mirada denotaba un profundo temor y angustia, sus ojos azules y cansados se volvieron vidriosos hasta que estalló a llorar. Angelillo termino de llegar hasta él y enseguida se abrazaron.
Luis se inclino hacia el pecho de angelillo y abrazándole le decía con una voz desesperada:
-Perdón, perdón, lo siento mucho ya no podía más.
Apenas podía expresarse por ahogarse con sus lagrimas.
Tranquilo hombre, tranquilo- le decía angelillo abrazándole mientras escucha el corazón de Luis que palpitaba junto al de angelillo- Todo saldrá bien, lo que te ha pasado es normal y comprensible, no tiene por qué arrepentirte.
Acto seguido se escucho a la policía. Entraron en manada como una jauría de hienas pegando patadas a las puertas.
Al ver a los dos hombre abrazados los agarraron y los esposaron a los dos.
Al ponerles las esposas se las apretaron los fascistas sádicos de la policía de manera tan fuerte que les hacia sangre en las muñeca. Mientras les leían sus derechos los siervos de los burgueses se colocaron con la rodilla sobre la columna vertebral tanto de Angelillo como Luis, produciendo a ambos un dolor insoportable.
A golpes y mediante insultos se los llevaron a la furgoneta y se fueron a toda velocidad, entretanto llego una ambulancia para asistir a la asistenta social.
Los funcionarios salieron de abajo de las mesas para atender a la prensa y contar lo que habían sufrido, loco que estaba el agresor, lo peligroso que era ,y el riesgo que ellos habían corrido.
En la ambulancia le hicieron una traqueotomia a la funcionaria para que pudiera respirar.
Su pulso estaba muy débil y su corazón apenas latía ya que un golpe en una costilla hizo que se rompiera perforándole el corazón. Sin perder la consciencia y retorciéndose de dolor murió convertida en un adefesio monstruoso la que fuera una mujer bellísima, cosa que no importa mucho al mundo, una muerte más o menos es indiferente y razones ni para vivir ni para morir las hay.

Un texto de Ángel Blasco Giménez, angelillo de Uixó en exclusiva para Algarabía y basado en una anécdota vivida.
Registrado en save creative.

No hay comentarios:

Publicar un comentario