martes, 28 de agosto de 2018
Angelillo Cruz y Raya . ( Te aterrará saber
Sobre un cruce de barrancos de Vall d´Uixó asomaba un trozo de bancal dorado por la avena silvestre rodeado de montañas. Este bancal formaba parte de un conjunto de bancales perdidos, dibujando una terraza escalonada por la montaña que descendía hasta las torrenteras del barranco desde el colmo de la montaña hasta una cantera en desuso desde hacía lustros. Los bancales habían sido construidos con paredes de piedra y cemento ocupando la cara de toda una ladera que había perdido su vegetación de monte mediterráneo de encinas, romeros, tomillos, pinos… hacia principios de los años sesenta del siglo XX , cuando se propagó la fiebre del cultivo del naranjo en toda Castellón y Valencia, hasta extensiones inimaginables e insostenibles para el medio ambiente, creando una burbuja con la naranja que estalló treinta años después. Ahora que no daba dinero, por eso la mayoría de campos estaban muertos. Desde ese bancal , las vistas aún conservaban algo belleza, aunque empezaba a estar algo desgastada por el abandono el paisaje . Al fondo se veía el castillo de Almenara. Tras Almenara surgía hasta perderse en el horizonte una línea azul y recta, la raya del mediterráneo, con varios puntos negros en movimiento. Los barcos sobre la mar yendo hacia el puerto de Sagunto . Se les veían flotar en medio de una nebulosa blanca y azul de un paisaje de luz transparentes. Entre los bloques de hormigón de una costa reventada por el ladrillo surgían os puentes grúas del puerto de Sagunto y las chimeneas de la refinería. El resto, era una tierra plana, agrícola, desecada para plantar naranjos, salpicada por carreteras entre campos y campos de cítricos . A la espalda de este bancal estaban las montañas de la sierra, poblada con olivos y algarrobos secos rodeados de grandes pinadas que se alejaban creciendo en altura y vegetación hacia el oeste. En ese bancal dorado iba cayendo la avena al suelo conforme un curvo pico se hundía monótono, los golpes caían cansados sobre la tierra, y un hombre aburrido y fatigado preocupado por el hambre que le acechaba miraba aquella pobreza impuesta contra la que no podía rebelarse.
Se animaba hablando consigo mismo:
Hay que trabajar, hay que seguir trabajando.
Lo hacia con el estomago vacío. Lo había engañado con un poco de café aguado porque ya no le quedaba casi nada de café. Acompañó al café con unas hojas de lechuga de su huerto, varios trozos de pan duro que encontró en una bolsa de hacia varios días. Lechugas, calabacines , bachoquetas… eran desde hacia varias semanas su dieta principal, intentando de este modo alargar los días para no verse obligado a pedir dinero a ningún amigo. Trabajaba con ahínco y trabajaba con cansancio, esperando saber algo de la prestación de urgencia que pidió el 4 de Julio, a través de servicios sociales cuando ya no le quedaba casi nada de dinero.
Esa madrugada era 29 de agosto. Junto a él estaba un perro afectado de una enfermedad cutánea causa de alguna infección. Todo el lomo lo tenía el animal pelado y le salían unos granos que se le inflaban y reventaban, dejando como un agujero poco profundo en su cuerpo lleno de sangre y pus. Perecía que las bacterias que atacaban al animal ( que no se movía del lado de eso hombre) fueran mineros que golpeaban su fuerte lomo de perro de tiro. La visión de su compañero enfermo y sin parar se rascarse le sacaba de quicio más que el hambre. El animal, cuando se cansaba de rascarse desesperadamente se mecía entre la hierba agotado, con el lomo cubierto de sangre y pus. En aquella finca que les había prestado un conocido de aquel hombre por caridad, no sería necesario el tiro del trineo para llevar agua al regadío, como pasaba en otras pequeñas fincas que había ocupado. Los perros, medio husky , estaban mezclados con perros de caza del mediterráneo. Estos animales eran fundamentales en las tareas de este hombre, sin otro medio de transporte, se veía obligado a utilizar estos animales para cargar agua,tanto para regar como para beber, para recoger leña con la que cocinar, calentarse en invierno , incluso lavarse alguna que otra vez, llevar estiércol a los campos, o subir material de obra como cemento, arena... para reparar una caseta ruinosa en medio de la montañeta de San Antonio.
Hay que seguir trabajando- se decía pegando con el pico la tierra sedienta y calcinada por el sol sintiendo dolor en el estómago por estar vacío y cansancio en los brazos del esfuerzo. La tierra cedía unos centímetros a cada golpe con el pico y avanzaba un pequeño paso. Otro golpe otro paso. Cuando había hecho unos cuantos metros, retrocedía lo andado y empezaba el turno a la azada sobre lo picado, con ella removía la tierra rompiendo las bolas de arcilla y dejándola como fina arena que luego tendría que volver a remover con estiércol, y elevarlas haciendo bancales profundos que cubrían con una fina capa de hojas y hierbas, más a parte encofrar los lados con maderas, o troncos para que aguantara la humedad. A parte de esto, debería vallar la parte que cultivara debido a que merodeaban ladrones sin escrúpulos. Gente que salía sin necesidad a pasear con una bolsita después de haber comido alegremente en su casa para robar cualquier cosa que encontraran plantada. Robos frívolos, de los que presumían al volver a su casa y que en el bar causaban risa. En otras ocasiones eran las pandillas de chavales las que se divertían destrozando todo el trabajo de un agricultor. Los agricultores de Vall d´Uixó impotentes se desesperaban, blasfemando contra la humanidad entera que se empeñaba por los siglos de los siglos en ir contra el agricultor y la naturaleza pese a que estos se encargaban de alimentarlos.
Este hombre que picaba y removía la tierra cansado y sin descanso, había conocido la mayoría de desprecios, miserias, ultrajes, , odios, injusticia que puede soportar cualquier hombre de la sociedad. Pero no era esto en lo que pensaba en esos momentos, sino realmente lo que rumiaba le atormentaba desde hacía una semana. Estaba angustiado, así como hambriento, pero le dolía más la angustia de dar el siguiente paso para seguir viviendo. Lo que le hacia sufrir de tal modo era el tener que pedirle prestado dinero a un amigo.
El 29 de agosto mientras picaba bajo un sol que le quemaba la piel, y sus pulmones se llenaban de polvo de una tierra seca, la situación en la que se encontraba era inabordable y peligrosa para su salud.
Recordaba triste y cansado las dos conversaciones con el concejal de bienestar social viendo elevarse de entre los pinos del barranco unos pajarracos negros y blancos que se volvieron a ocultar, parecían urracas, aunque no las vio bien salir del follaje . Pensó que era fácil que hubieran echado allí algún gato o perro muerto y acudieran a devorar la carroña estas aves políticas.
Meditaba este hombre volviendo la cabeza a la tierra y dando con el pico a unos terrones secos. De nada le sirvió durante el mes de agosto hablar dos veces con el concejal de bienestar social sobre la posibilidad de un empleo como ofrecen a otras personas en casos como el suyo. Aquel joven comunista, Don Antonio, notó como en la última reunión le miraba consolador como un párroco con prisas que quiere dar esquinazo a un pobre que quiere sacarle de la sotana una limosna.
Don Antonio, alguna faena, ¿ no será posible para mí? vea como estoy, aunque fuera ayudando a los jardineros con la motosierra , o en la cocina del asilo limpiando ollas y orinales , ajustando las ruedas y los frenos de las sillas de ruedas a los inválidos, engrasando las guías de las puertas en los colegios, o los cables de los ascensores… hay mil cosas que puedo hacer.
Don Antonio suspirando contestó.
Quieres trabajar, lo sé. Pero es que…
¿ es qué he crítico mucho , verdad y molesta?
A mi no me molesta, por lo menos a mi, pero el trabajo no depende de mí.
El hombre con vergüenza le pidió como el que suplica:
¿Y sobre la ayuda que pedí hace meses? no remedia pero consuela el hambre, es como una sopa boba.
Don Antonio levantando el ánimo con una sutil y breve sonrisa:
Eso es otra cosa. Haber empezado así: ayudita social, Dame tu nombre completo y preguntó.
Mi nombre es Ángel Blasco…
Un momento que me llaman:
Si, soy Antonio…
Entre cifras de dinero, autorizaciones, barajó el concejal el cierre de contrato de un grupo de imitadores de Julio Iglesias para inaugurar el nuevo jardín del centro de” demencial senil y otras acepciones incurables”.
Susurrando y pidiendo por favor que saliera:
ya te miro esto, confía en mi. Adiós Pedro. Te llamo.
La puerta se cerró en las narices de Ángel y se vio rodeado en la madriguera de despachos de asistentas sociales que formaban un círculo a su alrededor. Las paredes estaban llenas de carteles fotografías con ancianos seniles emocionados con sus nietos que los visitaban en el asilo del pueblo, eslóganes favor de la tolerancia, la inclusión social, la paz, en contra de la guerra, el hambre, la marginalidad. Aquellas buenas intenciones llenaban de sombra aquella cueva y desprendían el hedor de la mentira . Había palomas portando la paz con sus ramitos de olivo sobre el pueblo de Vall d´Uixó. Tras cada una de aquellas ocho puertas se escuchaba un lamento siempre parecido:
No tenemos para comer, si fuera posible un trabajo para mi o para mi esposo. Da igual en lo que sea, nos conformamos.
Nos van acortar la luz, si fuera posible algún trabajo, el que fuera.
He estado veinte años trabajando cuidando a un hombre mayor sin seguro, y ahora ha muerto, mi marido no tiene empleo, si fuera posible un trabajo para mi o para mi esposo.
Por las paredes resbalaban las mismas historias, salían todos los días a pleno rendimiento cinco días a la semana, de lunes a viernes, en turnos de diez minutos por persona o grupo familiar, durante ocho horas, así en cada una de las ocho puertas, chocaban las voces contra aquella paloma de la paz hecha por niños de un colegio público, las fotos viejos sonrientes con sus nietos se hinchaban como una vela y volvían al sitio con la brisa de las voces. Aquel hombre de mediana edad plantado en la puerta de aquella sala, en plena facultades físicas para llevar una vida digna que no tenía, giraba la cabeza, y veía esas puertas como una noria de un perversa maquina alimentada por la violencia de un sistema cada vez más inhumano, cada vez más cerrado y sin fisuras, donde cada agente del sistema formaba un pequeño átomo de opresión y difuminaba el poder haciéndolo invisible e impersonal. Eran como un vampiro con forma de mariposa que se alimentaba de sangre de corderos humanos. La pobreza, la esclavitud , la indignidad, la injusticia era defendida por trabajadoras sociales, policías, asistentas sociales, psicólogos, periodistas, políticos de izquierda progresista, votantes, sindicatos, médicos, moralistas… todo un ejército adiestrado para golpear a la mayor parte de la sociedad, los obreros. Millones y millones de trabajadores sin empleo sustituidos por maquinas. Estos obreros desempleados carecían de algún tipo de poder , estaban desorganizados ante un estado formado por eslabones que creaba una cadena de poder que funcionaba como un verdadero grupo terroristas. Es decir, como células independientes que actúan de forma conjunta sin saberlo para aniquilar una posible organización de las capas desfavorecidas o inferiores, en el argot del sistema.
El pico volvió a caer sobre la tierra seca, haciéndola pedazos como esa paloma de los servicios sociales, avanzó un paso más, uniendo mentalmente los nodos de poder y filtros por los que había pasado para ser aniquilado. Primero en el sector privado del trabajo fabril, tras manifestarse contra los contratos temporales en las fábricas por las que pasaba, luego, después de años sin empleo por la crisis fue descartado de todos los programas de empleo para excluidos sociales, dejándolo en el mayor desamparo y exclusión conocida por alguien en Vall d´UIxó desde la entrada de la democracia. Que fuera su caso conocido, el más conocido por reivindicarlo, no significaba que era el único. ¿ Cuántos más había así? Cientos, incluso en Vall d´Uixó podría tratarse de más de mil , y en España, cuántos sufrían represión política, exclusión social, censura, pobreza extrema , millones.
La guerra había empezado.
Angelillo de Uixó. Continuará.
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