Quien este libre de pecado que tire la piedra contra la pecera.
Angelillio superstar.
El magno poeta se asoma con una piedra en la mano a una
enorme pecera de cristal piramidal donde en diferentes sacas y niveles
se representa un idílico mundo paradisíaco decorado con montañas,
valles, ciudades, pueblos, valles, cuevas, cuidado por sus marinos
habitantes que disponen de libre albedrío y su raciocinio para
organizarlo.
Disposición estratificada de la pecera.
En la cumbre de la pecera, muy cerca de la superficie
nadan panza arriba satisfechos con el festín los gordos escualos, junto
los gallardos peces espadas de azules agallas. Bajo estos,a su sombra
nadan los orondos meros, las morenas de afilados dientes. Nadando un
poco más abajo se encuentran un enjambre de miles y miles de plateadas
sardinas, arenques, anchoas. Sobre el fondo de la pecera, limpiando el
fango y comiendo la mierda de todos los otros, se encuentran las
negruzcas y escuálidas anguilas, los feos rapes.
Estrofa del magno poeta ante la pecera con la piedra en
la mano. Observa ese mundo y reflexiona en las palabras revolucionarias
del mesías Juan Carlos.
“El que este libre de pecado que lance la primera piedra”
Estrofa del poeta dejando la piedra en el suelo.
EL tirar la piedra es una cuestión de virtud.
¿ Soy un hombre bueno y justo para lanzar esta piedra?
El Magno poeta se coloca las gafas de bucear sobre su
rostro y coloca sobre sus creyentes pies unas aletas. Sube a lo alto del
trampolín, y sobre los rojos cielos que le cubren lanza estas aladas
palabras antes de mojarse en el mundo.
Quiero ver tu luz, oh mesías.
Quiero saber porque te mueres de hambre Juan Carlos.
El Magno poeta pasa entre los escualos y se mete en una cueva donde hay una sirena.
A la entrada de la cueva hay un cartel que pone Ayuntamiento de Nueva Acuopolis City.
Una hermosa sirenita es funcionaria de ese ayuntamiento.
Padece de claustrofobia dentro de la pecera. Necesita oxigeno. Sueña
con el amor, con salir de allí. Su conciencia por la noche sueña con el
espacio exterior. Viaja de la mano de un apuesto astronauta vestidos
ambos con sus trajes espaciales entre los asteroides y cometas en
llamas.
Al desperar cada día y verse bajo el agua quiere gritar.
Su trabajo consiste en recoger las quejas que le llevan
las sardinas y los arenques de nueva Acuopolis city, y pasársela a su
jefe, un enrome mero que trabaja para un escualo que ha ganado en las
elecciones la alcaldía de la ciudad mordiendo a otro escualo, ya viejo y
mellado.
Canción de Magdalena Sirena.
Cortar , pegar, sellar.
cortar, pegar, sellar
cortar, pegar, sellar.
Así paso las horas de mi trabajo.
No puedo más.
Esto es opresivo.
Una maquinaria infernal la de esta pecera.
Cortar , pegar, sellar.
cortar, pegar, sellar
cortar, pegar, sellar.
¿ quien me puede ayudar?
He dado mi vida al mejor postor.
Trabajo para un mero que tiene miedo a que el gran escualo lo devore.
Me pide que selle más deprisa todos estos expediente.
Tengo 33 años y me parece que haya pasado una eternidad aquí.
Mi cola de sirena está vieja ya.
Cortar , pegar, sellar.
cortar, pegar, sellar
cortar, pegar, sellar.
Para que la pecera funciones bien.
Así paso las horas de mi trabajo.
No puedo más.
Esto es opresivo.
Una maquinaria infernal.
Para que la pecera funcione bien.
Ojala alguien le tire pronto una piedra y estalle todo.
Canción Paco el anguila.
Oh hermanos quiero que sepáis antes de que sea devorado
por el gran escualo y desparezca para siempre por todos mis pecados,
esto:
Que en los años que he vivido en esta pecera lo he hecho en medio del fango.
Y si cometí ese crimen contra un arenque, fue porque mis tripas estaban vacías.
La crisis hizo que bajaran a los bajos fondos a muchas sardinas y arenques.
Las anguilas nos quedamos sin la mierda que nos
alimentaba, y en nuestra desesperación acabamos enfrentándonos a
sardinas y arenques por la lucha por la mierda que nos lanzaban los
escualos, los peces espadas, los meros, las sirenas.
Antes de que me devoren quiero advertir esto al resto de la pecera:
Romperles los dientes a esos tiburones,
quebrar el sable de los peces espadas.
Devorar a los serviles meros ,y que su carne y su sangre os sirva de alimento.
Ahora, yo voy a morir por mi crimen.
No me arrepiento de lo que he hecho.
Coro de los grandes escualos.
Saltando fuera de la pecera y sudando surgen las figuras
de varios enormes escualos, y un enorme pez espada que también suda al
ser juzgado fuera de la pecera. Le acusan de cientos de asesinatos de
insignificantes pececillos.
Los sobrevivientes al ataque del pez espada, se han
organizado en un coro y claman ante los tiburones que les representan
que les hagan justicia.
Coro de escualos al pez espada.
Se le acusa de haber pinchado con su espada la pecera,
causando que muchos arenques y sardinas de pequeño tamaño fueran
empujados fuera de la pecera y murieran ahogados.
Gran pez espada, con cinismo, sonriendo, derogando su responsabilidad.
Yo cumplía con mi deber.
De me dio orden de pinchar la pecera cuando el encargado
de vigilar el nivel de presión se durmió. Había mucha presión en la
pecera. Todo podía haber estallado. Era necesario abrir un sumidero.
Una vez vaciado de presión nuestra pecera, los trabajadores taparon la fuga.
La pecera funciona bien.
No hice nada que no contemplen nuestras leyes.
Sigamos nadando, oh hermanos.
Vayamos dentro, que aquí sudamos mucho.
Lo que he dicho es la verdad.
Lo juro por la Gran Ballena Blanca.
Los escualos lo absuelven con un poema Bertolt Brecht.
!Esos peces ya no existen!
Mala suerte para el juez:
Hoy declaran los escualos
que no entienden de escasez
Ellos no recuerdan nada
Y no hay nada que rascar
Que un escualo no es escualo
Si no se puede probar.
La escena termina cuando el poeta sube a la superficie con el alma triste de esta visión marina.
Sale de la pecera y vuelve a pensar en las palabras de Juan Carlos que se muere de hambre en el fango de nuestro mundo.
El que este libre de pecado que lance la primera piedra.
Busca la piedra y dentro de su conciencia mirando la pecera el magno poeta.
Se va hacia atrás, coge carrerilla y lanza la piedra.
La pecera estalla en mil pedazos.
Angelillo de Uixó.
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