viernes, 20 de agosto de 2010
Maneras de vivir: Angelillo
Maneras de vivir: Angelillo de Uixó.
El baile del pueblo, la cena de Angelillo y los ocupas.
En una de las humildes casas de la loma de San Antonio ha caído ya la noche, hay claro de luna de agosto, vuela el negro murciélago, y las fluorescencias de las luciérnagas llenan de chispas la hoguera nocturna.
Angelillo observa las luces bohemias de las farolas y a las gente que salen a cultivar el espíritu por los bares, restaurantes y discotecas.
Se escucha desde la terraza de la loma de San Antonio la verbena de la plaza, y ve Angelillo figuras lejanas sin forma, sombras humanas que avanzan iluminadas bajo el foco de las farolas.
Camina el pueblo en profesión de fiesta íbera.
Con gula avanzan por las aceras, feroces de rostro las gente de pueblo pobre sedienta de goces.
Algunos van de la mano de sus novias con pensamientos llenos de deseo y violencia, otros acompañados en manada de sus amigos.
Atienden en todo lo que puede la población de Uixó las demandas de sus almas, degradados sus cuerpos que a fuerza de no robustecerlos languidecen con las primeras privaciones causadas por la crisis.
Algunos raqueando por el camino blasfeman de forma estéril sin saber contra que.
El por qué es debido a que no les va bien, pero se resignan ante la pobreza adaptados y hechos a la sumisión que es manera común de vivir en Vall d' Uixó.
Lo que nunca hará nuestro numen es resignarse a no acudir a los bailes y toros organizados por los que les oprimen.
Buitres, lombrices, asnos, hienas y mulos, la fauna de nuestra nación se dan cita en el baile.
Con los brazos abiertos en cruz, gritando, sin camisa, salen a la plaza los primeros borrachos agresivos, pegando a quien les parece que les mira mal.
Caen de rodillas medio inconscientes de algún empujón anónimo.
Lloran sus desgracias beodos histéricos, se humillan, se insultan y se pegan en el centro del ruedo.
Acaban redimidos besando las faldas cortas de alguna moza de pocas entendederas, vestida pornográfica, con tatuajes y grandes pendientes, y con alma obediente que se rinde a la causa de los hombres perdidos.
El idiota y la idiota abandonan abrazados el baile a trompicones.
Sigue el baile con alguna broca y con alguna pareja de enamorados que hoy se besa y mañana se detesta.
El cacique del pueblo, el cura, los concejales, los funcionarios, disfrutan del verano alimentando sus espíritus con todo tipo de vicios.
Los obreros sumisos y hedonistas también invierten sus escasos beneficios en los vicios más comunes y menos caros: algo de alcohol, algo de drogas y algo de putas; logrado con muchas horas de trabajo y sisa a sus cuentas de ahorros para la hipoteca y la comida.
En la terraza escuchando ráfagas de música hortera de la orquesta y el cantar de la chicharra melancólica fortalece su cuerpo Angelillo a través de la dieta y la preparación de la mente y el estomago para las penalidades, la resistencia y la lucha.
Monte arriba sube una pareja de ocupas.
Buscan vida alternativa, o más bien desertar de la lucha y de si mismos.
Han encontrado ésta pareja afín en las casas vacías de San Antonio refugio.
Saludan a Angelillo con un buenas noches.
Él les saluda fríamente mientras termina su frugal cena consistente en hojas de remolacha, rábanos y lechugas con almendras, nueces y avellanas.
La mujer que pasa tras saludar monotonamente y sin mirar a Angelillo es una chica joven y hermosa, alta y esbelta, con estudios universitarios y alienada por el árbol del espíritu, igual que su compañero.
Carentes de fuerza, de resistencia y de voluntad estos seres sensibles individualistas escondidos del mundo se refugian bajo el sayo de la espiritualidad.
Como la persona sumisa y sin recursos de afrontamiento encuentran en la oración y la meditación consuelo.
Angelillo los veía muchas veces cargados de incienso, cascabeles, panderetas, monte arriba en busca de algún algarrobo, carrasca, olivera o pino.
Al encontrar el árbol fetiche deseado esparcen polvos y besan la tierra sacando imágenes de buda, de dioses indios, hacen yoga y el oso panda rezando por todos los oprimidos y opresores del mundo.
Subían la pareja de ocupas llena de felicidad y materia esa noche de verbena de agosto en la España de la crisis y los cinco millones de parados.
Sus oraciones habían ido a oídos de las orejas de varias mujeres burguesas con depresiones múltiples que les habían pagado una fortuna por darles unos cursos de meditación y yoga.
Angelillo del Valle de Uixó, ante las muchas maneras de vivir solo hay una correcta.
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