Solo Juan Miguel, de entre todos los compañeros que nos
manifestábamos y recogíamos firmas contra la exclusión social que yo sufría en
Vall d´UIxó, conocía a ciencia cierta el
infierno en el que trabajaba. El resto, estaba movido por un ideal de
solidaridad. Conocían las noticias,
documentos, que durante más de un año había ido aportando a sindicatos como CGT
Castellón, a la oficina de atención obrera, o
al casal popular de Castellón sobre mi situación y sobre la exclusión
social. Fenómeno incluso desconocido para sindicatos y organizaciones sociales,
quedando reservado en el ámbito del trabajo clínico de servicios sociales. En
los informes que yo aportaba se describía vagamente , como ante la carencia de
empleo y de rentas, y al estar socialmente excluido de cualquier puesto de
trabajo por el Ayuntamiento de Vall d´Uixó, había ocupado unos terrenos para
uso agrícola. En esos informes no se describía el dolor de mis piernas, y el de un hueso del hombro afectado por andar todo el día empujando una
carretilla con garrafas de agua. Llegó hasta tal punto el dolor, que me vi
obligado a emplear con gran éxito y
fortuna, he de confesar, a unos perros
que tenía en casa recogidos de la calles y que se pasaban el día aburridos en
el corral . Ahora venían conmigo enganchados a un carro, y el esfuerzo era más
llevadero al estar mejor repartido. Aunque eso no evitaba que un tramo, por
donde no podía pasar el carro, tuviera
que andar con dos garrafas de 30 litros cada una, portando cada una de
un brazo. Además de tener que andar con 60 litros escaleras abajo,
llevaba atados a mi mano dos perros que tiraban de mí hasta bajar de la calle de arriba donde
estaba la fuente pública, a la rivera
del Belcaire que conducía a mi huerto. Cuando llegaba abajo, y miraba hacia
arriba, quedando sobre mi cabeza el pequeño parque con la fuente y el banquito
bajo dos sauces llorones me preguntaba como lo hacía para no haber acabado rodando yo, las garrafas y los perros hasta
el barranco. Una vez sobrepuesto teníamos que hacer unos cuatrocientos metros
de transporte de agua hasta llegar a los
bidones. Otras veces el método de evitar la carga por la escalera consistía en
hacer el spiderman. Ataba los perros a la barandilla del paseo de la rivera y
escalaba con una goma entre los dientes el muro con pendiente que separaba los
seis metros de desnivel entre la fuente y el paseo de la rivera. Una vez
lograda la operación la bajaba conectando un cubo con una salida de
16 milímetros
a la goma que llenaba un bidón de 100 litros . luego otra vez a volver a llenar las garrafas del bidón y meterlas
en el carro, enganchar los perros y salir disparados a otro bidón ya en mis
tierras. Allí debía desenganchar las garrafas del carro y llenar a pulso los bidones. El hueso
de mi hombro izquierdo empezaba a inflamarse por el esfuerzo constante de años
levantando a pulso estas garrafas. Este descomunal derroche de fuerzas daba muy
poco. Unos kilos de guisante, algunas lechugas…miserias donde en ocasiones tenía
ventas de veinticinco o treinta euros a
la semana. Tenía que mal vender los productos ecológicos a precio similar o más
baratos que las grandes superficies, debido a que la gente de Vall d´Uixó
carentes de conciencia ecológica no
estaban dispuestos a pagar más por productos ecológico y locales que por lo que
pagaban en el supermercado traído de no se sabía donde y contaminado. Por citar
un ejemplo de cada venta en Vall d´Uixó en la que me daban 5 euros, por los
mismos productos en Madrid, Valencia o
Barcelona me hubieran dado de media 15 euros. Y esto era cuando las cosas iban
bien, pero la mayoría de las veces la falta de lluvias, los robos y los golpes
de calor no rentaban nada, absolutamente nada el huerto. Había semanas sobre
todo en Agosto ,donde las necesidades de agua eran 10 veces superiores a las
que podía proporcionar, y los perros eran inservibles debido a que el calor les hacía detenerse,
entretenerse a la mínima, incluso tumbarse a la sombra con un descaro
inaceptable desde el punto de vista laboral. Los meses de invierno por contra, cuando
menos agua se necesitaba y los husky eran cien por cien operativos, ocurría que
desde enero hasta abril, eran cuatro
meses donde prácticamente el campo quedaba detenido. EL crecimiento se
ralentizaba. Cebollas, ajos, puerros,
patatas quedaban en estado de hibernación sin apenas crecimiento. De habas y guisantes, si la
flor no se helaba, y dependiendo del viento, daban para casa y para la venta siempre
y cuando no las robaran. Las acelgas y las espinacas si no escarchaba, y eso
hacía varios años por el cambio climático que no pasaba, no paraban de dar
hojas sin espigarse, pero su valor de venta era ínfimo, ya que pocas personas
comían platos con acelgas y espinacas, y
acaba haciendo trueques por arroz o leche a mujeres que aún hacían potajes. De acelgas y de coles de Bruselas hubo un año
que tuve que arrancarlas todas por los robos.
En un momento en que no pasaba nadie por la calle y
estábamos en silencio les pregunté
a mis compañeros, considerando importante que vieran el huerto:
cuando terminemos de
recoger instancias, ¿ os parece que nos acerquemos al huerto ? como no dijeron nada, añadí para
que no pensaran que nos íbamos lejos, ya que la mayoría de asistentes una vez
acabara el acto irían a sus trabajos o
sus actividades normales , que no tenían nada que ver con el sector
agrario o el de la exclusión social.
- Queda muy cerca de
aquí. Casi desde el balcón del Ayuntamiento que tenemos al lado me pueden ver
sufrir los empleados públicos todos los
días-
Sonaron varios si no
muy altos, aceptando visitar el huerto.
Varias personas se acercaron a interesarse en ese momento
por la reclamación.
Un flamante
mercedes blanco ralentizó su marcha.
¿ sabes Paco de quién es ese Mercedes que pasa? Le pregunté mientras
Jorge e Inma hablaban con varias personas que estaban detenidas interesadas.
Paco tras sus gafas redondas miró con sus ojos azules y negó
cabeza la cabeza.
Ese que ha pasado es el concejal de seguridad. Su miraba la ha guiado a los carteles. Como
apenas sabe leer ha tenido casi frenar el mercedes para unir las palabras del
cartel:
Contra la exclusión social.
Luego ve visto como nos ha contado. Como apenas sabe contar
iba con los dedos marcado, uno, dos, tres, cuatro… A los progres solo les
preocupa el número, aunque el número dé el resultado un montón borregos como
ellos. Como ha visto que somos pocos no se ha preocupado, y como no sabe lo que
es la exclusión social no le preocupa, pero por si acaso nos mandará la policía
fingiendo que le preocupa un asunto que no le preocupa. El cambio de aceite del
mercedes es en lo que está pensando. Cuanto le van a cobrar.
Pero el mercedes es bonito- comentó Paco
Para ser socialista no están mal- riendo comenté- peor le ha
salido el mercedes a la
Alcaldesa . Se ha comprado uno, el pequeñito, que lleva un
motor Renault. Hasta la casa mercedes le engaña a la alcaldesa. Luego tenemos
al concejal de empleo que se ha comprado
un mustan yanqui que le ha costado una fortuna mientras los demás pasamos hambre.
Paco, como buen comunista, alargo sus suaves labios
esbozando una sonrisa:
Los progresistas y sus discursos cínicos llenos de buenas
intenciones con la barriga repleta y calentitos en inviernos, entretanto los demás de matan trabajando.
Una radio sonó a nuestra espalda cuando comenzábamos a
hablar de política.
Se escuchaba del walky : desalojen a los que están
concentrados.
Escuché con voz educada, era un policía local. Vino como
adiviné cuando nos vio el concejal de seguridad.
¿Tenéis permiso de estar aquí?
Yo le contesté la verdad:
No.
El policía sin querer parecer autoritario, mostrándose
razonable y algo cansado pensando en su
futura jubilación nos dijo con tono
campechano:
Pero para estar aquí hay que tener permiso.
Juan Miguel haciéndose el loco le preguntó:
¿ Y eso como se consigue?
El policía le aclaró
como se consigue el permiso. Hablaba como cuando le preguntaban por una
dirección de una calle:
Pues se va al Ayuntamiento, se pide una instancia, luego toca rellenar
solicitando espacio público y el motivo, en este caso para recoger firmas.
Podemos hacerlo ahora- pidió Jorge.
Si pero… comentó el policía mirando a cada uno de la oficina
obrera que formábamos un grupo en torno a él.
pero será para la
semana que viene, ahora sin permisos no se puede estar…
¿ nos desalojas? Pregunté yo un poco brusco, parecía que se
iba a iniciar una confrontación.
EL policía pareció dubitativo:
No he dicho eso., estuvo un par de minutos más hablando con
nosotros, no recuerdo muy bien que dijo, y se retiró.
Al cabo de unos minutos vino otro policía montado en
bicicleta. Iba por la acera directo a nosotros. Le vi llegar, pero en ese momento estaba atendiendo
a una estudiante universitaria que quería firmar. Entre atendieron al policía
mis compañeros. Después de explicarle mi situación a la chica brevemente:
trabajo en un huerto
sin agua, abocado a esos debido a que nunca consigo entrar en las políticas activas de empleo, y esas mismas políticas son un desastre para la
clase obrera ya que obedecen a una ley del embudo, de igual modo que los
servicios sociales… La chica de unos veinte años, delgada, pálida, con gafas
redondas, me escuchaba atenta y con horror. Noté que al contarle mi relato se indignaba ante las cotas de miseria a que
se estaba llegando en Vall d´Uixó . Firmó para que por lo menos me dieran agua
para el huerto. Cuando se fue me metí en la conversación del grupo que
hablaban con el policía de forma afable. Yo les había estado escuchando aunque se mezclaba mi voz y mis
razonamientos con los de este. Era conmigo con quien quería hablar, ya que era
por mi por quien se estaba produciendo esta reivindicación. Se trataba de un
policía joven y de rostro agradable que no intimidaba como algunos de sus
compañeros. Hablaba de forma educada y reflexiva. No sé exactamente la pregunta que me hizo, pero con esa pregunta
lo que buscaba era que yo confesará las motivos por los que estábamos
recogiendo firmas. Cosa que estaba deseando hacer.
Nos hemos reunido aquí para recoger firmas como ve, porque
ya no quedaba otro remedio. Otra cosa no se podía hacer. Desde hace más de
cuatro años cultivo un huerto ecológico. Al principio, no era del Ayuntamiento
y las cosas iban bien. Pero desde que lo compró el Ayuntamiento, y ha empezado
a hacer trabajos de mejora medio ambiental, que no es más que maquillaje caro
que pretende tener un tinte cosmético social dando puestos de trabajos en muchos
casos a gente a holgazana y esquirola que no van a mover un dedo por el resto
de trabajadores. Entre sus logros medio
ambientales está el secar la última charca de reserva con fauna protegida que
quedaba.. Después está la creación de una especie de jardín que rega matorrales
de montaña. Todos los días tira litros y litros de agua a matorrales que son de
secano. Yo solo les pido lo que marca la ley. Que pongan a disposición de los ciudadanos todas las
posibilidades que tenga al servicio de
la economía y el medio ambiente. Solo
les pido tres barriles de agua cada dos o tres días para regar un huerto que da
rendimiento. He hablado con el concejal de medio ambiente, bienestar social, de
empleo, con la alcaldesa… Mis peticiones se amontonan, ni siquiera me contestan,
o me dan largas. Me desprecian porque saben que estoy solo y sin recursos… yo
paso hambre cuando a mi lado hay agua, a la distancia de un muro, tan solo con
dos metros de goma y un adaptador podría regar. Hay gente que todo esto lo ha
visto injusto, y han venido a expresarlo.
El policía hizo un breve gesto molesto, como mucha gente que pasaba por la
calle y se avergonzaba del cartel de la exclusión social en su pueblo. Era hora
de empezar a hablar de injusticias.
Ahora que se hablaba tanto de igualdad femenina, integración,
recuperación económica. Dentro de el policía, parecía comprender los
motivos que teníamos para protestar, a la vez que le molestaba que se alterar el orden público, pero también la injusticia. En general a la gente que mi
miraba aunque guarda silencio le pasaba
lo mismo. Era molesto ver cartelitos hablando de exclusión social, y que mi
nombre figurara como afectado era molesto incluso para mi. Y es posible que a
partir de ahora incluso empeorara mi situación. El policía para despedirse de nosotros una vez
me escuchó, nos miró a todos e insistió
en que teníamos que irnos al carecer de permisos, y nos aconsejaba como hacer
lo que hacíamos el próximo día con los
papeles en reglas. Incluso para desearnos suerte y que viera que no estaba en
contra nuestra nos dio una
recomendaciones de lugares donde la gente hacía sus peticiones. Luego se retiro
una vez le prometimos que en cuanto registráramos las instancias en el Ayuntamiento nos iríamos.
Una vez hecho esto, fuimos a mi huerto.
Aparca aquí- le dije a Juan Miguel dirigiéndolo a la pista
de atletismo ya que conducía el coche.
Empezaremos visitando la charca. Les bajé a un sumidero
lleno de plantas que crecían salvajes con barro por todas partes y peces
agonizantes.
Esto que veis es de donde cogía el agua. Aquí me le llegado
hasta a bañar. he visto parar patos. Vivían familias de fochas. Cientos de
ranas alegraban con su canto, incluso se veían cangrejos. Se cargaron esta charca cuando metieron una
retroexcavora para hacer una pista de footing.
La oficina obrera en pleno miraba aquello con tristeza. El
paisaje era apocalíptico dentro de la charca llena de limos verdes y lomos de
pequeños peces en un palmo de agua.
Subimos por el barranco. De mi huerto se veían las
bachoquetas, las hojas más altas de las matas de pimientos.
Antes de entrar iremos para veáis de donde cojo el agua- les
comenté.
Les hice el recorrido de la fuente a mi huerto fingiendo que
iba con los perros y tiraba de un carrito con garrafas de agua.
Al entrar el huerto les enseñé el cartel del Ayuntamiento
que me habían puesto delante de la puerta, para que quedara claro que lo había
hecho una escuela taller ese huerto.
La escuela taller- les aclaré mostrando el cartel - aquí no
ha hecho nada. No sé ni cuanto se habrán gastado en este paraje, seguro que un
cuarto de millón de euros, y hacer en un año lo que es hacer, no han hecho
apenas nada. Arriba de mi bancal han limpiado algo, pero en un año… Ahora como
apreciáis hay muy poco plantado en el huerto. Estoy esperando a que bajen las
temperaturas para arrancar las tomateras, los pimientos y plantar lo de
invierno. Aunque sin agua, la verdad ya
no puedo más, es una tortura constante, y más cuando veáis lo siguiente. Los
llevé al final de huerto donde había sembrado unas pepineras, tras darles unos
pepinos a cada uno de ellos les dije que me siguieran. Subimos una rampa.
Allí vieron un jardín horroroso, ni siquiera habían quitado
las piedras ni habían retirado la maleza salvaje . La tierra estaba sin
trabajar. Eso si, habían instalado un moderno sistema de goteo que arrojaba
agua a plantas monstruosas e improductivas. En ese momento estaba regando.
Fui corriendo a por garrafas y empecé a llenarlas. Mis
compañeros veían con estupor el resto la
escena llena de violencia, vejaciones y
maltrato por parte del Ayuntamiento.
Así llevó años- grité desde abajo del acueducto mientras me
hacían fotos.
Años de este modo. Viendo como regan todo esto mientras yo
me mato empujando el agua con mis perros.
¿ Y no puedes coger tu el agua cuando regan?- me preguntó
Jorge.
No conozco su horario.
Casi siempre cuando llegó ya han regado. Es posible que el riego este a
cargo de una centralita y una electro válvula de la orden. A lo mejor es a las
seis de la mañana cuando empieza a regar. No es habitual que regué a estas
horas. Y para postre también tengo conflictos con los jardineros y facsa que me amenazan con
denunciarme si cojo agua. Me han pillado varias veces y me amenazan.
Que poca vergüenza tiene el Ayuntamiento- exclamó indignado
Juan Miguel.
Yo me he movilizado cuando trabajaba en empresas y ha habido
un conflicto social- les comenté- y os digo que es muy diferente a una
movilización por exclusión social. EN esos casos, el gerente habla con los
trabajadores, les trata de convencer con mentiras del tipo: es que la empresa
no gana dinero y debemos bajar salarios y despedir gente. Ved la competencia
que quiere arruinar esta empresa.- La empresa también lo pasa mal y para
sobrevivir se ve obligada a reducir costes….
Sin embargo en este caso como veis, no es la escasez de agua
lo que no permite que me den agua, ni que haya que hacer unas obras, otra
excusa que me han puesto muchas veces, tampoco es la competencia de mercado
porque la alcaldesa o el concejal de empleo vendan verduras en su tiempo libre
lo que les obliga a no darme ni agua ni tierras. La realidad es que están para
desorganizarnos a los trabajadores, para que dependamos de ellos y no les demos
problemas. Abrir los ojos y despertar con lo que veis.
Al día siguiente cuando bajé a mi huerto estaba otra vez
solo, con los pies doloridos, las piernas ese día las tenía tan pesadas que caí
de rodillas con el trineo bajo el puente de San José rezando asqueado de
pobreza y de no tener futuro. Me acompañaban al tajo los husky. EL humor de los
perros era excelente ya que estaba nublado y no hacia un calor extremo, aunque
si muy pegajoso. La situación sabía que
iba a empeorar, el Ayuntamiento progresista era capaz de hacer cualquier
locura, presentarse con la guardia civil
y sacarme a punta de fusiles de las pepineras, o hacer algo más sutil y
decir a un juez de nules que era un inadaptado cuya sanación dependía de mandarme a un psiquiátrico que me darían electro shocks
hasta hacerme votante socialista. Eso es lo que esperaba, pero lo que pasó.
Encontré enormes ramas, tan grandes como árboles detrás de la fuente. Iba a
hacer el spiderman con la goma en la boca para no bajar las garrafas por la escalera.
Intenté subir y me enredé entre las ramas de unos sauces que me habían puesto
de barricada. Resbalé por la ladera. Los perros atados empezaron a ladrar y yo
a gritar. Me levanté lleno de rabia, de ira, olvidé el dolor de mis piernas y
subí con los pies doloridos . chillando levanté las ramas y las lancé hacia abajo aplastando los árboles plantados por la
escuela taller a los que empecé a patear cuando bajé, entre gritos pegaba a los
árboles aplastados:
Sé que lo habéis hecho adrede para que no coja el agua, dos
malditas garrafas cuando al lado de mi huerto se arrojan a tierra miles de
litros. Es posible que hayan sido los jardineros, obreros bien pagados por el
Ayuntamiento, con buenos horarios de mañana, que están en contra de que otros
trabajadores se organicen. Están dispuestos a boicotearme. También hay
alimentos tirados detrás de la fuente que apestan. Hace varias semana que
aparece un mal olor detrás de la fuente. ¿ Qué queréis, hacerme huir de este
modo? Inventar algo mejor, esto solo me
da más fuerzas, hoy mis perros y yo tiraremos con más vigor y energías que
nunca. Coloqué la goma en mi boca una vez estuvo libre el camino y fui trepando hasta llegar a la fuente. Mi mano se
deslizó bajo el asiento donde había una pareja de jóvenes besándose. Mis ojos estaban
a la altura de sus pies entrelazados. En la pata del banco até la goma y bajé
en silencio.
Angelillo de Uixó.
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