El loco de vall d´uixó que planta en los bancales

El loco del Vall d´Uixó que planta en los bancales.

A escasos metros de su casa; pequeños cerros cenicientos amurallados por la piedra del ribazo; dorados en los lentos amaneceres escarchados de primeros de Enero, y en los ocasos de rojos purpúreos. El monte se ha vuelto humilde: encinas y llentiscles desbaratados cuyas ramas brotan de cualquier manera: retorcidas, rectas, de lado. Junto al arbusto, los señoriales y gigantescos algarrobos. Sus agujereados troncos podridos de colosales ramas centenarias que arrancas con las manos. Olivos de dos pisos de altura que alzan hacia el cielo sus frutos olvidados por los que nos arrastramos por la tierra. El monte se ha vuelto vil: algarrobos bordes arrastreros que no se levantan dos palmos del suelo , corren cómo serpientes entre las rocas, se meten sus ramas en las madrigueras. Envidian la altura de sus padres de la vieja estirpe noble y laboriosa perdida. Zarzales, cambrones, jaras, retama, componen hoy la huerta de Vall d, Uixó. Olivos devorados por sus propios chupones. ¿ Eres tu ese monte de vall d´Uixó amurallado cómo las torres iberas de esas fotografías amarillas donde un campesino aparece erguido entre los surcos de la tierra abierta en la que echa raíces junto a sus garroferas? Dime: ¿ quien te ha expulsado para siempre de tu tierra? -Oh delirios del loco que escucha los gritos de alegría de los jóvenes chonis y motoristas de trial rompiendo el pasado. Bicicletas de descenso, motos, pasean destruyendo, ensuciando el monte a su paso por donde antes caminará la mula y el campesino mirando los cielos suplicando a Dios para que lloviera. Hoy da igual que llueva o no llueva. El loco de Vall d”uixó mira su cosecha. Entre bancales de algarrobos ha abierto unos surcos, y ha depositado en los hoyos semillas: espinacas, cebollas, apio, lechugas... Y mira los cielos azules, vacíos, sin nubes; donde pasa la pirueta desgarbada y cómica de la garza que aterriza en los vertederos y las charcas que se forman en los polígonos industriales. El loco camina por la sendas buscando escuchar el borbotear las fuentes de agua clara, pero están secas. Y escucha los insultos y amenazas de los ciclistas y motoristas cuando los expulsa de los bancales. El loco vuelve a casa. Chirrían por la cuesta de San Antonio unas cadenas de bicicleta, pasos, voces infantiles. Los perros dentro del hogar protegen la casa, ladran. Una voz juvenil rompe el silencio, y un coro le sigue: - Mira loco, nos tiramos en bicicleta. Unas piedras caen sobre la casa del loco. Y el loco se envuelve en una sabana cómo un fantasma y coge una escoba. Sale a la calle seguido de sus perros que ladran y mueven el rabo. Los chonis de texas se paran en una curva para mirar al loco. Entre carcajadas sádicas y tirando piedras vociferan: - Loco, loco, mira nos tiramos en bici. Angelillo de uixó.

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