lunes, 16 de abril de 2012

!Viva la cadera del Rey! de Angelillo de Uixó

Viva la cadera del rey, de Angelillo de Uixó.





Para no herir la sensibilidad de ningún lector: este articulo no pretende ser ofensivo para la corona, ni lo escribe alguien anti monárquico, Angelillo de Uixó cree en la monarquía, pero en la absolutista de origen divino a lo Luis XVI y no en la parlamentaria.

!Cuantas caderas rotas de nuestros dirigentes serían necesarias para hacer justicia en este país!
Quiero agradecer a la cadera del rey el servicio prestado a la nación, a la justicia y a la transparencia.
Sin ella, un nuevo y vil hecho se habría consumado de forma feliz por su felón protagonista que estaría riéndose de todos nosotros a estas horas , descansando en el palacio real asistido por mayordomos en vez de médicos y recordando con gusto sus aventuras en medio de nuestras desventuras.

Pero, Oh fortuna, tu que riges los destinos, que mandas sobre la justicia y los hombres, mi diosa más querida pese a que me maltrates tanto, hoy has sido justa castigando sabiamente al monarca, en cuya conciencia y en la nuestra queda su crimen. Has girado y el Borbón ha caído.
La cadera del Rey nos entrega la cabeza del Rey cómo trofeo.
Queda envuelto entre las sábanas de un hospital con la cabeza tapada Don Juan Carlos, un cazador cobarde, sin honor, y al que le mira la nación con muestras de desprecio y asco.

Vuelve de guerrear en África nuestro valiente capitán general, y no lo hace engalanado con el sable en la cintura, ni las medallas colgando de la guerra obtenidas en la batalla, si no con muletas y cubierto de vergüenza.
Ha regresado tullido de una cacería de elefantes dejando a Dumbo sepultado a miles de kilómetro de distancia.
Los que nunca hemos estado en aquellos recónditos lugares, y nunca lo haremos al vivir en una nación con más paro que la negra Botsuana. Nos trae a la memoria el viaje del rey los libros de las minas del rey salomón, cinco semanas en globo de Julio Verne y algunos recuerdo más de las lecturas juveniles de libros de exploradores de África que no conseguiremos recordar del todo al no tener una memoria tan grande cómo la de los elefantes, que recordarán a nuestro rey más tiempo que nosotros estos hechos, pues cuando empiece la propaganda pro casa real en los medios de comunicación hasta los republicanos más ecologistas olvidarán la semana que rey quedo en enaguas cuando el canalla quería reírse de todos y el tiro le salido por otro lado, cómo a Froilán. La misma semana que nos quitan la sanidad publica tenemos que sufragar los gastos de la cadera del rey, la operación de froilancito , y nos tocará pagar el nuevo lavado de cara de Juan Carlos saliendo a todas horas en los medios de comunicación poniendo flores a Félix Rodríguez de la Fuente.
Advierto a su majestad, yo, Angelillo de Uixó, conociendo más al pueblo que usted, que se pueden ahorrar la millonada en propaganda. Los Españoles son cómo los negritos de Botsuana, tragan con todo. Hoy se sienten ofendidos, pero mañana se les habrá pasado el elfanticidio y podrá salir usted de arlequín a la hora de la cena presumiendo de sable diciendo que debemos ser austeros y hacer esfuerzos para superar la crisis. La mayoría de súbditos estarán entregados a sus palabras frente a la televisión comiendo cocido empobrecido cargado de huesos y verduras que no se venden en el mercado y afirmando que si convencidos con la cabeza esperando a que termine su majestad para ver el fútbol.

Pero por si duda de sus vasallos, le juro por mi parte cómo súbdito que soy, ser austero en las cuentas y hacer esfuerzos en los ahorros.
A miles de kilómetros mientras el Rey lesionado prepara el discurso de hermandad con el pueblo, llegan las brumas a la selva y la oscuridad. En ese lugar donde yacía el elefante ya no queda nada más que la hierba aplastada por su peso y un pequeño hoyo.

Una vez hecha la foto, el animal queda allí tendido de forma grosera con los colmillos entre el árbol apuntando a la luna, hiriendo los sentimientos a quien le contempla en esa pose ofensiva, como diciendo: morir de esta forma: No por favor.
La trompa retorcida bajo las ramas y apoyada aplastada al tronco, lo han arrastrado mezquinamente de esa forma para que pose el rey con su rifle. El ojo del animal, ese ojo penetra y llena la escena de drama, de inquietud, parece contemplar al espectador, confunde la vida con la muerte, inquieta. Ese ojo ira perdiendo el color a estas horas, y un nuevo drama causado por la mano de nuestro monarca empezará.
Acude el grupo al que pertenencia el elefante difunto en su búsqueda. Se abren paso por el bosque, el resto de animales se aleja. El caribú alzá el vuelo, los monos se retiran a las profundidades de la selva saltando por las ramas, los leones que merodean se adentran en la sabana, los cocodrilos sumergen su cuerpo por el río y flotan entre los troncos dejándose llevar corriente abajo entre las tranquilas aguas. Cuando llegan los elefantes y encuentran a su familiar con su cuerpo humillado y profanado en esa pose después de muerto, se produce un sonido ensordecedor, pavoroso. Semejante a las trompetas de Jerico sonando a la vez.

La selva se espanta, se hace profunda, gime de terror, se cubre luto gitano. En las aldeas se para el tam tam y los salvajes aterrorizados abandonan las hoguera y el baile. Entran a sus cabañas sobrecogidos buscando protección bajo ídolos paganos. Se acurrucan orando entre mascaras hechas en madera capaz de causar pavor a cualquier occidental. Piden los salvajes que la madre naturaleza acoja el alma del elefante muerto y su asesino sea castigado. El rey, el gran cazador blanco, se dirige a España después de pasar el rato con varias negras, al salir de la cabaña se rompe la cadera.
Alrededor del elefante difunto sus familiares le velan, la matriarca manda cargar su cuerpo.
Con grandes muestras de pesar comienzan a mover al difunto para llevarlo al cementerio de elefantes y darle sepultura. La luna ilumina misteriosa las tiniebla del corazón de la tierra. Los ojos brillantes de los simios asoman desde las lianas, siguen a la comitiva tirando flores desde las copas de los arboles, la selva llora en un silencio sobrecogedor solo interrumpido por el sonido de las pisada de los paquidermos y el crujir de las ramas a su paso. Atraviesan el bosque y llegan a un pequeño lago entre unas montañas de color turquesas repletas de una vegetación exuberante.
El lugar nunca ha sido complementado por ningún ser humano.
Una blanca cascada alimenta las vírgenes aguas del lago que se convierten en espumosas cuando chocan entre sí. Los elefantes se detiene un instante, la matriarca hace una señal y la procesión se adentran en las aguas que les cubren hasta el vientre. Las ondas del agua se extiende cada vez más grandes a su paso alcanzando las dos orillas. Los elefantes caminan hacia la cascada y la atraviesan con el difunto cargado. Detrás de la cascada hay una cueva enorme que se adentra por galerías durante kilómetros. El lugar está lleno de huesos de elefantes, el marfil se acumula por toneladas habiendo el suficiente cómo para pagar más de 100 veces la deuda de un país pequeño y miserable cómo España.
Con gran dolor dejan en un nicho a su compañero y le velan durante varios días.

Angelillo de Uixó.

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