sábado, 10 de marzo de 2012

Cedo casa a cambio de cuidado de perros. historias de la emigración española







Cedo casa de campo a cambio de cuidado de perros. Historias de la emigración española.
Hoy en día es difícil echar raíces en algún lugar tanto para nosotros cómo para las plantas que están conociendo mundo y llegan zonas donde jamás habían tenido tierra que las acogiera.
Yo me voy donde no me quieren, pero me reciben de buen grado por que soy mano de obra barata, austera, fuerte , sumisa, que acude refugiada a un país de acogida para españoles ,y que junto a las guirnaldas de la igualdad, la fraternidad, y las consabidas bromas al desastre español, me cargaran con el yugo más pesado en el nombre de una vida con oportunidades.
Lo arrastrare, y lo haré con toda mi fuerza, con toda mi rabia, con toda mi determinación, aunque sepa que no hay horizonte, que la vida aquí, allí, es una prisión, y que el único sentido que tiene el mundo es el que gritaban los gladiadores cuando iban a morir ante el cesar. Ese es mi único deseo.
Aun así hay algo aun que detiene mis pasos, y no es la rabia, el odio, ni la ira, que siempre me han dado fuerzas para aguantar. Es el amor, algo que yo no me puedo permitir si quiero ser justo, coherente con mis principios.
El amor me hace sufrir de un modo diferente, sin rabia , y esa es la peor forma de sufrir, la única que hace daño.
Hace unos años recogí dos perros abandonados, se entregaron a mi, y yo a ellos.
No recuerdo ningún momento con ellos que no haya sido grato, ni dichosos,.
Me ha ofrecido en este tiempo los momentos más felices de mi vida y ahora debo dejarles, provisionalmente, durante un par de meses, quizás algo más y no se explicárselo.
Ante ellos me derrumbo cuando me miran con sus ojillos del color de la miel y me dan la pata cuando les digo que me tengo que ir, ajenos a todo lo que esta pasando. Con la cabeza grande alzándola cómo un toro que desafía a la luna me empuja el pastor alemán suavemente pidiendo que lo acaricie, mientras Meidei una pequeña perrita se acurruca entre mis brazos y suspira protegida.
Yo no quiero irme, pero me tengo que ir, no quiero cortar mis raíces, por que yo estoy conformado del barro de este lugar.
Debo irme consciente de por que me voy, quien me expulsa y volver para alzar mi voz.
Volver y encontrarme a mis compañeros.
Volver y encontrarme por quienes me voy.
Por ello cedo la casa de Vall d´uixó durante tres meses a alguien que se comprometa a cuidar a Aquiles, a Meidei.

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