miércoles, 11 de abril de 2018

El Gran San Vicente Ferrer-



 El Gran San Vicente Ferrer, de Angelillo de Uixó.



Nuestra historia ocurre en el siglo XIV en el reino de Valencia. Las hogueras contra los herejes están encendidas por todo el reino. Hay paz , orden, y una sociedad cohesionada a golpe de látigo, crucifijo y  espada. No hay desempleo, y toda la gleba  paga sus impuestos puntualmente  al señor de la comarca. Desde el punto de vista anímico y  espiritual,  que es lo más se estima cada cual , mucho más que el cuerpo o el sexo, hace que este tipo de sociedad este lista y preparada, gracias a la labor que  inquisidores y sacerdotes realizan  engrasado la maquinaria para recibir de nuevo al hijo de Dios, al que esperan con verdadera Fe y anhelos desde hace siglos los Valencianos. En cada hogar medieval levantino se respira paz y bien dentro un reino que es el más prospero del mediterráneo. Los milagros  son creídos por un pueblo tradicional, alegre y festivo. Es fácil por tanto adivinar que Valencia es la envidia de sus vecinos Castellanos y los reinos Andalusis de taifas. Muchos de los habitantes de estos reinos mendigan por el Gran Reino de Valencia, atraídos a estas tierras porque es más fácil  buscarse  la vida . Solo la sospecha que el  diablo puede aparecer cuando menos se espera y desea en la vida de uno y arruinarla, los brotes de peste negra, los cismas papales que sacan a la gente a protestar a la calle, y alguna escaramuza puntual con alguna corte vecina por cuestiones de linaje, es decir, por repartos de cargos para la familia , ensombrece la existencia del puñado de miles de personas que por entonces viven en este ejemplar  reino que es un lugar tranquilo y de prosperidad general, comparado con el subdesarrollismo tercer mundista y belicoso  en que el se halla en continente Europeo. En estas circunstancias  económicas y sociales de Valencia , no es de extrañar que acabara Europa encumbrado en lo más alto de la gloria y fama de la sociedad del viejo continente, a  un ciudadano de este reino al que convirtieron en Santo- el  equivalente en prestigio de hoy al nobel de la Paz-
Nuestra historia nos la narra un joven de Vall d´Uixó llamado Angelus de Uixó, es un plebeyo que escribió esta crónica.
Un medio día  de abril  del año 1. 398 , acude angelus perezosamente  a la plaza de las horcas donde a esas horas retira el barrendero municipal las cenizas en que se ha convertido último ajusticiado   al dudar de los milagros de  San Blas.
Se trata de  las cenizas de Mossen Recadero Centelles, un sacerdote ambicioso local que da sermones con tanta Fe como San Blas, y San Vicente. Recadero hace milagros con el dedo del pie, pero que no consigue pese a sus grandes esfuerzos por curar apestosos con agua y jabón, reformar prostituta y gays, encontrar trabajo a huérfanos, más que fama de milagrero local que no pasa más allá de Burriana. La desesperación de Recadero, que tiene ya cuarenta años, cosa que no es broma en aquella época, le hace emprender una campaña publicitaria muy agresiva desprestigiando a gente poderosa como San Blas, un franquiscano que hace milagros  a favor del papado de Roma. La estrategia de Recadero pasa por  posicionarse a favor de  dominicos como San Vicente, que apoya el papado de Aviñon . San Blas,   alertado de que su poder se tambalea y puede acabar en la hoguera  si deja que les difamen hasta en Vall d´Uixó, mueve la maquinaria del estado que tiene a su alcance. En una sencilla prueba para saber si el don milagrero de Recadero es obra de Dios y el demonio, lo mete en una hoguera bajo la siguiente formula lógica:
si Dios lo salva de la llamas es inocente, si que quema, culpable.
El juicio debió celebrarse esa mañana al alba. Angelus nos lo presenta ya consumada la ordalía con Recadero Centelles asado.
Desgraciadamente San Vicente, que tenía que estar presente en el acto, y es enemigo de San Blas así como parte de  la defensa de Recadero se ha retrasado. Una fuerte tormenta no anunciada en sus visiones en Valencia le ha apeado de su burro en el que siempre viaja. La no comparecencia de San Vicente que quiera parar el juicio y buscar más pruebas que condenen o salven a Recadero, es tomada como una señal de Dios por San Blas para quemarlo al instante, ya que San Blas,  es el otro juez imparcial de este proceso. Angelus nos  relata a San Blas presente en la plaza, como un hombre moderado, de buen animo y  humor.  Hace chistes, reparte bendiciones....Esta situado entre las autoridades; la mayoría forman parte de la bancada que están a favor de roma, los más conservadores, mientras los progresistas, más afrancesados y de parte de Pedro de Luna del papado de Aviñon, no han aparecido por estar en contra de que quemen a Recadero. Aunque publicamente respetan las señales de Dios si tienen que quemarlo. Los que si están presente como testigos de la legalidad, se dan por muy satisfechos del resultado. San Blas que hace milagros con las cejas, come con las autoridades pro- roma, chuletas de cordero asadas a la sombra de una higuera junto las grutas. El ambiente es primaveral y festivo. los bufones y trovadores amenizan el acto con sus piruetas gracias. Una pelea de lobos que han capturado en alfondeguilla , atrae la atención de  los campesinos que no entienden las latinadas de los trovadores.
De repente, en la otra parte del pueblo, lo que será la plaza de San Vicente, varias trompeta anuncian la llegada de San Vicente. Mucha gente progresista sale a verlo atraídas por su ideal caritativo.
San Vicente, cuyo asno entra resonando a la plaza de las horcas es descrito por angelus de este modo:
es un hombre maravilloso, pero tiene un extraño comportamiento.
San Vicente comprende de inmediato a través de una visión de la hoguera casi apagada, que ha llegado tarde para salvar a Recadero. medita grave y con pesar ante la gente. llora caminando en círculo con cuidado para no chafar  las cenizas. exclama a la multitud levantando el dedo.
el horror, el horror, veo el apocalipsis, hoy antes de que se ponga el sol familias de Vall d´ Uixó estarán separadas. Habrá dos pueblos, el de arriba, y el abajo. Uno y otro pueblo estando juntos nunca más se encontrarán. Hágase la división del señor.
La gente que necesitaba escuchar esas palabras aplaude y se tranquiliza.
San Vicente es bastante libre en sus juicios. Parece muy feliz hablando del final de los tiempos. No le importa ser diferente al resto. habla para que le quieran, y habla para que le teman. No sabe que le gusta más, si que le amen o le teman. En su cabeza hay un extraño ruido que le atormenta, como un pajarillo que ha surgido de un huevo y le pide que haga una prueba. Mira el suelo negro de la hoguera. Se olvida de la gente que le sigue en respetuoso silencio. San Vicente se inclina ante los restos de leña convertidos en carbón. Pone la mano sobre un ascua y se quema. Mira a su alrededor, se sonroja al sentir debilidad en su carne. Imagina el horror de Recadero y siente envidia. Recadero ahora descansa en paz, pero él, él no sabe si es capaz de soportar las llamas, o flotar sobre el agua. Muchas veces ha estado verdaderamente tentado a meterse dentro una hoguera cuando ha visto una ordalía que le ha parecido injusta, y salvar a un hereje que se retuerce de sufrimiento. Pero, y si es incapaz de soportar esa prueba. Su Fe se debilita en ese instante. Su rostro contraído  demuestra su tensión interna.  pero solo angelus lo percibe. San Vicente se levanta envuelto en lágrimas con el semblante que recuerda Recadero Centelles. la gente que lo rodea aplaude conmovida:
es él, es él.
en breves segundos la conmoción desparece, y vuelve a ser el rostro de San Vicente que levanta el dedo en señal de triunfo entre gritos de la multitud de:
 milagro, milagro.
Él niega con la cabeza, pero la gente cree que ha hecho un milagro. Sus ojos grises se ensombrecen, mete el dedo en el habito. San Vicente es aclamado en la plaza. Está como soñando,  ahora cree que levita, tiene esa extraña sensación, causada seguramente  por la fiebre. Esta a punto de desmayarse, en su cabeza se pregunta ¿ ha sido esto que ha pasado fruto de la superstición, una ilusión colectiva, un verdadero milagro, pero de él o de Recerdero? No sabe como, si empujado  por propia voluntad o por alguien externo se monta en el asno, y empieza a sermonear a la multitud sobre el anti cristo y el apocalipsis. Son sus propias dudas sobre si mismo pero convertidas en algo exterior en forma del demonio, las tentaciones, el miedo a haber entregado el alma por la fama y el poder que conlleva. El asno y él rebuznan, y todo el mundo les entiende. Otro milagro, el don de lenguas. San Vicente se siente embriagado y abatido. Es él, sin duda el anti cristo, el que ha de llegar esta entre ellos, pero nadie le cree.
Grita desesperado:
soy el mayor culpable de todos vosotros.
le aplauden, le aclaman. San Vicente jadea de rodillas:
el antiii- crissss toooo.
 Quiero decir que es él, solo tiene que gritar no a su corazón sino al resto de la comunidad:
soy yo.
Es lo que piensa, pero no se atreve a decirlo  para no ir a las llamas. El otro bando, que está en las grutas es informado de lo que está pasando en la otra punta del pueblo. Pero no se atreven a ir y enfrentarse a un verdadero santo. San Blas mueve las cejas con pesar, dentro de él se siente un impostor, exclama para su alma:
San Vicente es el más  grande de todos nosotros, no hay duda.
Angelillo de Uixó.


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