viernes, 13 de mayo de 2011
Los mercaderes de Uixó. Basado en hechos reales
Los mercaderes de Uixó. Basado en hechos reales.
Las puertas de los comercios de Uixó se abren con las primeras luces del día. Entre bostezos se giran las cerraduras y unos comerciantes ojerosos, morenos, de mirar sanguinario, malcarados, cargados de pensamientos homicidas entran.
Ocupan su nicho los vendedores por las trastiendas, mostradores y escaparates. Portan camisas desabotonadas a lo hispano dejando ver el velludo pecho. Sobre los pectorales cuelga la orfebería en oro de una cabeza esculpida de un cristo patético con corona de espinas.
Los comerciantes al terminar el segundo café con leche de la mañana colocan las cajas a golpes orando:
- Dinero, dinero, dinero, traeme Jesús dinero, dinero, dinero.
Vall d' uxió es un pueblo típico del mediterráneo de casas blancas, urbanismo desmesurado, caótico y gentes que viven únicamente para dos pensamientos: obtener dinero y sexo.
Caminaba a su huerta una mañana de mayo un joven agricultor ecológico llamado Mio Angelillo con su discípulo Jueves. A su paso se abrían al publico algunos comercios.
El maestro andaba, hablaba y observaba un paisaje de flores marchitas engarzadas en las famosas cruces de mayo, pensaba que tendrían algo que ver de la mitología fascista cristiana del valle de uxió cuando su rumiar mental fue interrumpido cuchillo en mano por un verdulero.
Jueves se coloco detrás de su señor asustado por la espantosa presencia del verdulero con los ojos a punto de salirse , estaban en blanco, las abundantes carnes del sedentario vendedor temblaban con sus movimientos poco rítmicos.
La peripatética imagen del verdulero era el esbozo de un garabato de un cómic manga, en el fondo de la calle las flores con las cruces de mayo llenas de avispas y abejas, los comercios abiertos y los vendedores mascullando: Dios dinero, dios dinero, dios dinero.
Angelillo estaba acostumbrado a estas situaciones por ser cotidianas entre los aborígenes del pueblo de Uixó.
-Tranquilo Jueves, no pasará nada. No ves que solo se trata de un loco con un cuchillo- le dijo a su discípulo sonriendo.
Mi señor- le replico insolentemente jueves - vea usted que va armado el verdulero.
Breve historia de un verdulero de Uixó.
El verdulero de Uixó era un hombre de edad al que le faltaban 3 años para jubilarse, no se jubilaba antes para ganar más dinero. Su llegada al pueblo de Uíxo se remontaba hacía más de 30 años, cuando llego descalzo desde Jaen pensando en obtener dinero. Ahorro durante 15 años alimentándose a base de pan y sopas de vino. Trabajaba, contaba el dinero que le daban, soñaba con más dinero, comía , pero...algo paso un día.
Conoció a una mujer del pueblo que pasaba hambre, se enamoro y le prometió que haría dinero. Habló con los padres de la muchacha y se caso. Con el tiempo junto un capital suficiente como para poner una verduleria.
Las cosas al principio le fueron bien, ya que Vall d' uxió aun le quedaban bastantes agricultores. No tuvo problemas en comprar a muy bajo precio las cosechas de sus vecinos. Estos viendo que perdían dinero con los cultivos lo fueron dejando, ya que los agricultores solo pensaban en el dinero.
Rezaban los campesinos con fe sincera todos lo días a cristo, el dios de los mercados, para que les otorgadora más y más dinero.
Obtuvieron la gracia de Cristo vendiendo sus terrenos a los especuladores urbanísticos.
Las cosas para Manuel por entonces marchaban bien. Tenía todo lo que puede desear una persona normal.
Vendía mucha verdura, y al acabar su jornada laboral de 16 horas llegaba a una casa donde le recibían sus seres queridos.
Si, nada es más agradable que el regreso a casa.
Al llegar a su casa le recibía su mujer y una perrita faldera que había comprado llamada Lulu.
Al entrar lo primero que decía a su mujer sacando la mano de un mugriento bolsillo y extendiendo el puño cerrado era:
-mira lo que hoy he ganado.
Su mujer se acercaba al fuerte puño de su esposo temblorosa, gimiendo, pasándose como solo saben hacer las hembras la mano por la frente.
Balbuceaba preguntándole con voz cortada, angustiada, sofocada :
-¿Cuanto, cuanto, cuanto, cuanto, cuanto, cuanto?
Doña Juana llegaba hasta el puño Manuel, lo lamia y se arrodillaba llorando.
Manuel contemplaba la escena enternecido, abría la mano y le tiraba el dinero a la cara, Juana aullaba como la perra que tenía a su lado.
Doña Juana en el suelo entre convulsiones epilépticas de placer contaba el dinero. La perrita labraba histérica ante la alegría familiar.
Si, Manuel se sentía orgulloso de si mismo.
Si, Manuel era un hombre feliz.
Mientras se revolcaba su mujer entre los billetes sacaba un cigarro y se sentaba en el sillón que estaba bajo la foto de su padre.
Fin de la historia de Manuel.
Todo cambio cuando Angelillo empezó con su huerta. Angelillo entro en contacto con Manuel por vivir cerca de su casa. Le pregunto Angelillo un buen día como el que no quiere la cosa si le interesaba comprar sus productos. Manuel dijo que sí y le hizo una oferta tan miserable que Angelillo rechazo diciéndole que para eso prefería hacer trueques.
Manuel que no sabia lo que significaba eso, lo miro en el diccionario y siguió sin comprender.
¿No dinero? Pensó y se dijo: Ya volverá el muchacho, el dinero es lo que manda y mandará, el dinero lo es todo.
Pero no fue así, poco a poco le fue quitando algo de clientela.
La crisis económica, la moda de la comidas basura de pizzas , hamburguesas y un kebat hicieron el resto.
Su mujer empezó a merodear por el kebat.
Breve historia del moro del kebat.
Mohamet era un moro joven que había venido en un patera descalzo desde marruecos pensando en el dinero. Con mucho esfuerzo, trabajando 18 hora al día, rezando a Ala, el dios del dinero, consiguió dinero para ponerse un puesto de comida llamado kebat Ala Mohamet. Para que su negocio fuera rentable trataba de gastar lo menos posible. Metía en las bolas de carne del kebat gatos, ratas, perros, casquería de pollo y cerdo. Todo asado y con especias tenía un gran sabor que enloquecía a la gente por ser la especie humana básicamente carroñera.
Fin de la historia de Mohamet.
Doña Juana estaba decidida a abandonar a su marido que se había vuelto un ser irritable y violento por no ganar dinero.
Juana con peineta, abanico, pin de la bandera de España, se rindió al moro Mohamet.
Mohamet era delgado por unas anemias de su juventud ,bizco de un ojo, tartamudo y de triste dominio del español, pero para doña Juana era como si fuera un guerrero conquistador moro. Juana le auguro suerte en los negocios, y efectivamente le iba muy bien.
Manuel supo de estos romances por boca de todos sus vecinos, amigos, familiares y funcionarios del Ayuntamiento, ya que todos ellos no tenían otra cosa que hacer que comer a grasientos kebat, mirar a los amantes y decírselo a Manuel.
Al principio las cosas como sean, a Manuel le supo mal, pero con el tiempo comprendía que no estaba dando el dinero suficiente como para mantener encendida la llama del amor de Doña Juana.
La herida interna de Manuel cada día se hacia más grande.
Como si no fuera suficiente le punzaban la gente del pueblo preguntándole:
¿ Como le va a tu mujer con Mohamet?
La pregunta a Manuel le sentaba mal, pero le decían otra cosa que le sentaba peor, y era la propuesta de Angelillo y Jueves a renunciar al dinero.
En la opinión de Manuel formada a través de la imagen de Angelillo y Jueves al verlos siempre caminando, sucios, delgados, se le antojaba un horror, junto con las polémicas declaraciones anti dinero. Su pensamiento empezó a tener ideas revolucionarias para salvar el sentido de su existencia.
Si, Manuel iba a hacer algo por primera vez en su vida para salvar los principios morales de Uixó. Se haría un revolucionario al estilo del pueblo, daría un golpe contra los goliardos. La alcaldesa, los concejales, la policía le condecorarían, pondrían calles con su nombre, estatuas y no solo a través del dinero se ganaría el amor de Doña Juana.
Doña Juana ya no acudía a recibirle al llegar a casa.
Él se hurgaba los bolsillos, sacaba calderilla. Por si fuera poco veía todos los días pasar a Angelillo cargado con sus verduras, la herida aumentaba, los pensamientos revolucionarios también.
Jueves y Angelillo le saludaban amablemente, y Manuel lo interpretaba como si se burlarán de él.
La mañana del 16 de mayo al ver a su mujer entrar en el kabat decidió vengarse. Entro en el establecimiento, saludo a Mohamet felicitándole por ganar dinero. Dio un beso a su mujer pidiéndole perdón por no ganar más dinero. Salio a la calle. En ella encontró Mio Angelillo, al verlo saco el cuchillo y abalanzándose lentamente hacia él grito:
Te matare, te matare, ya está aquí la revolución.
Angelillo dejo que se acercara y cuando estuvo a un palmo de su cara lo esquivo sacando su navaja. La introdujo en el hígado de Manuel con tal suavidad que se metió la mano en la víscera. Angelillo saco puño y navaja del hígado. La sangre caliente resbalaba por su mano acariciando su piel.
Manuel cayo como una res estocada en el suelo exclamando con la mirada puesta en el cielo:
el dinero, el dinero, el dinero, hermoso eres dinero, santificado sea tu nombre, hágase tu voluntad en la tierra, libranos de no tenerte, ahhhg...
Doña Juana se entretenía bajándose la falda para alegría de Mohamet que aplaudía y parpadeaba nervioso con el ojo bueno, mientras con el bizco seguía con atención el fin de la pelea.
Angelillo y Jueves siguieron su camino hacia su huerto.
No andaron mucho cuando se escucho un grito.
Detened a ese engendro salido de mi vientre- chillaba una anciana enlutada con la cara llena de sangre- me ha robado.
Cuando llego a la altura de angelillo le dio tal puñetazo al acusado de ladrón en la cabeza que lo detuvo. Jueves contemplando a ese cuerpo enclenque derribado se animo y empezó a darle puntapiés. Angelillo miro y reconoció de quien se trataba.
Era el Lalo, un discapacitado ecocalico cuya anormalidad no le privaba de tener todos los vicios del mundo: Mujeres, alcohol, juego, vagancia...
El Lalo aullaba como un gorrino al que le hubieran dado una punzada. Daba grima apalearlo, pero por otra parte también inspiraba un profundo placer el hacerlo.
Auhjj, auhjjj.- aullaba enroscándose sobre si.
Varios perros que deambulaba se apuntaron a la gran algarabía mordiendo con saña al caído. Un mastín pulgoso de cerca de 60 kilos le arranco una oreja de un bocado. Esto debió de causar pesar al Lalo porque con la mano se tapaba la herida agitándose aun más si cabe por el suelo, semejaba una serpiente partida en dos, daba pena verlo.
La anciana que era su madre llego hasta Angelillo y Jueves. Tenía la mujer los ojos amoratados por los golpes, varios dientes partido, se agarraba el viente con dolor.
-Gracias a dios señores- les dijo la anciana tomando aire para respirar y sujetándose junto a la pared- esta sabandija que parí por no abortar como me aconsejo el señor curandero del pueblo me ha robado la pensión del mes. Quería dinero para irse al bar y a las putas. No piensa en otra cosa desde que se junta con los golfos del bar alegría de la huerta. Me lo llevan al caminas con esas mujeres de la vida, y el mozo que es tonto pero hombre ha cogido afición. Como no hay trabajo pues me roba para vicios, va desesperado con el dinero. Mi pensión es como la de toda anciana de clase obrera, 200 euros al mes. Con eso debo pagar casa, luz, medicina, teléfono, comida y darle algo. Ya me robo la del mes pasado y escondí el dinero. Me ha pegado por no decirle donde estaba escondido. Han hecho ustedes muy bien deteniéndolo, gracias, no se como podre recompensarles, dinero no tengo.
La anciana empezó a cachear a su hijo, dio con el dinero que llevo a la boca para besar y lo contó.
Señora- le dijo angelillo besando la mano de la anciana mientras Jueves reanudaba sus patadas al Lalo -mi deber de caballero obliga a ayudar a los débiles, estoy a su servicio.
La anciana emocionada quiso besar los pies de angelillo. Este rehusó a tan noble gesto y siguió su camino.
No habían torcido la esquina cuando escucharon a unos obreros de los hermanos Aventura que estaban dentro de una zanja.
-Mi dinero, dame mi dinero- se escuchaba el lamento cotidiano y típico oído en las zanjas y los lodazales de España donde hay obreros.
-El otro día el amo aventura te dio un sobre- decía un obrero- llevaba una centésima parte de mi sueldo que me debe desde hace 6 mese. Necesito el dinero, en mi casa mi mujer me lo exige, dámelo.
El otro obrero con la azada en la mano respondía:
El dinero es para mi, aunque estuviera tu nombre escrito, será un error de la secretaria. No te lo doy, si hubieras estado...
sabes que estaba en otra zanja poniendo bordillo para la inauguración de la central nuclear.
Los obrero empezaron a pegarse, uno de ellos de un golpe le abrió el cráneo al otro.
Angelillo y Jesús siguieron su camino hasta llegar a sus campos.
Pasaron el día tranquilos, en paz, como caracteriza a las personas de buena voluntad. Al terminar cosecharon algo del campo para cenar.
Cuando regresaban unos agricultores salieron al camino a su paso gritando:
-Nos quitáis nuestro dinero, queremos nuestro dinero, dinero, dinero, dinero...
-¿Que os pasa buenas gentes?- pregunto angelillo a los agricultores.
Nos habéis robado, os vamos a matar- le dijeron los tres campesinos a la vez blandiendo los garrotes.
Angelillo levanto la cabeza y vio a las espaldas de los campesinos sus huertas saqueadas. Al parecer habían robado. Al ver a Angelillo y Jueves con las verduras pensaban que ellos lo habían hecho. Como con esa gente las razones no valen Angelillo saco la navaja y al grito de:
! Santiago y cierra España! se lanzó al ataque acompañado de su siervo contra las hueste campesina. En el choque atravesaron la falange formada por los tres monigotes. Al girarse para observar el resultado vieron como dos caían de rodillas sujetándose las tripas. El tercero quedaba intacto, miraba con furia y odio descomunal gritando:
- Mi dinero, dinero, dinero...
Volvieron a hacer otra nueva carga, se escucho el ruido sordo de un cuerpo derribado.
Jueves fue derribado. El malvado campesino le había abierto el cráneo de una garrotada. Angelillo se enfureció mucho.
-Canalla- dijo Angelillo- has herido a una criatura inocente, bella, bondadosa, lo pagaras muy caro.
Lanzándose hacia el campesino le apuñalo en el corazón dejando la navaja clavada. El campesino tambaleo unos segundos y se desplomó.
Angelillo se dirigió a Jueves con lagrimas en los ojos, lo cogió con dulzura colocando su cabeza en sus rodillas.
-Mi señor- dijo Jueves- quiero que sepa que he sido muy feliz en su compañía, ha sido un honor servirle y luchar a su lado, creo que no saldré de esta, veo ángeles que vienen por mi.
-Jueves - grito angelillo- no te iras, no te lo permito, en mi compañía nadie muere, nosotros hemos nacido para vencer. No puedes ver ángeles por que somos ateos. Silencio, te curare, tengo una tirita voy a ponértela.
Angelillo de Uixó, hechos ocurridos en Mayo en el pueblo de Uixó en el 2011.
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