Cuando me había sido notificado por mi abogado que tal día
de noviembre íbamos a juicio por mis publicaciones satíricas por Internet, decidí dar un paseo para
despedirme de la vida . En mi triste y angustioso camino de Vall d´Uixó a
Alfondeguilla , sintiendo una espada clavada en la sien que iba avanzando por
mi cabeza a cada paso antes de dejar de existir, no podía apartar de mi
pensamiento, de igual modo como cuando se está enamorado de una bella muchacha
, a la comunidad nacional de jueces y
fiscales que quieren un pueblo de paz y bien. Todo escritor y autor dramático
será un enviado de Dios, y este tendrá
un mandato de escribir sobre lo bien que
va todo en la tierra , especialmente en España, y terminará la última estrofa dando gracias al rey , diciendo amen y
recibiendo la paga por su trabajo. El resto que no haga esto, será acusado de incitar al odio y apresado,
siendo las cárceles el mayor lugar de libertad de expresión y creatividad del reino de España.
Era la tarde noche del 19 del septiembre, el día anterior
celebraba el inicio de mis clases del grado superior de paisajismo y medio
rural, y 24 horas después planeaba mi muerte.
Lo que menos se puede esperar de la justicia en España es
justicia, y menos cuando se tiene la razón. Estaba todo perdido. Solo esperaba
el momento adecuado, acumular suficiente fuerzas, y dar por fin el salto a otro
mundo mejor.
De vuelta del paseo, subiendo por las escalinatas de las piscina y caminando por la rivera del
barranco Belcaire junto la grutas de San José, vi a un muchacho junto los aseos
públicos sin camisa, estaba gritando a
alguien a quien no podía ver, pidiendo que le dejaran ponerse la camisa.
Déjame ponerme la camisa ¿ es qué me vas a disparar?
Me extrañó brevemente lo que acaba de oír, tras la sorpresa recordé
que desgraciadamente seguía vivo y en Vall d´Uixó. Continúe subiendo los
peldaños de la escalinata, y dirigí mi
mirada a ese lugar, pero al llegar arriba perdí la visión del muchacho. Se había
movido y la escena transcurría detrás de los aseos, pero se podía oír
perfectamente otra voz. Una voz desagradable, ronca, carajillera, anciana y
violenta, que entonaba la melodía de la policía:
¡Ahí quietecito! no te muevas a ahí hasta que venga la policía;-
ahí quitecito.
El muchacho que había visto fugazmente bajo las farolas con
las manos levantadas y sin camisa, era un muchacho de tez olivácea, más alto
que yo, bastante gordo, me dio la
impresión que aquella mole dotaba de una gran barriga , debería pesar cerca de
cien kilos, sin embargo estaba detenido por una voz anciana y débil. Supuse que
debería estar siendo apuntado con una escopeta.
Reconstruí rápidamente la escena. Cerca de los paelleros de
las grutas de San José hay un par de casetas frente la pista de baile, patinaje
y los aseos. Era fácil deducir lo habitual y cotidiano en Vall d´Uixó. EL pan
nuestro de cada día de los pandilleros. El muchacho sin camisa había intentado
robar en una villa, y el propietario le había pillado. Salió de la
casa probablemente con la escopeta de caza, y en estos momento lo tenía
secuestrado hasta que llegará la policía.
Sabiendo que las fuerzas de seguridad solo le preocupan los presos políticos, y lo
que manifiesta la gente por Internet, hasta que no terminarán de ver y anotar los diferentes perfiles de facebook, twitter,
youtube, no saldrían a intervenir en
delitos reales como en un atraco, violación, asesinato, amenazas, trafico de
drogas, tiroteo, secuestro, robo retención,
incendio…
Generalmente en Vall d´Uixó cuando llega la policía ya se ha
se hecho viral el vídeo del tiroteo, la violación o el incendio.
Por mi parte, entretenido con una escena tan cotidiana, y familiar de Vall d´Uixó, dejé
de pensar en mi suicidio. Me tumbé
contemplando las estrellas sobre
un banquito instalado junto una fuente. Se escuchaban los grillos , y a
intervalos la voz del hombre que retenía
al muchacho cuando el otro se movía un
poco:
¡Ahí quietecito hasta que llegue la policía! Ahí quietecito
te he dicho.
Sobre mi cabeza aparecieron flotando unas grandes luces, como
las de un avión, pero habían muchas más y no parpadeaban. Se trataba de la
estación espacial que pasaba sobre mi cabeza.
Menudo circo se llevan esos astronautas- me dije- mientras
aquí nos matamos y nos morimos de hambre, el gobierno presume de que da miles y
miles de euros para subir a esos gilipollas de astronautas al espacio para dar
vueltas sobre nuestras cabezas. Se podía ir al infierno la estación espacial y
contarnos como es como sus potentes cámaras de vigilancia.
Al cabo de un cuarto de hora llegó la policía local. Nunca
los había visto acudir tan rápido ante una situación de emergencia , sin duda
no habían parado en el bar a tomarse algo antes de llegar.
La historia la de siempre, vidas violenta, la mierda no solo
flota en la acercas, aquí esta en todo el tejido social, en el corazón de la
vida, con su desempleo crónico, el odio puerta con puerta en cada casa, la
violencia de unas instituciones psicopatitas , con unos políticos de una
izquierda aburguesada, embrutecida ideológicamente, egoísta, y una derecha
reaccionaria con tic fascistas, unas fuerzas de seguridad y una justicia indescriptibles en lo que pueden llegar a
hacer con un ser humano, con unos medios
de comunicación y sindicatos que amparan
el terror mediático y el control social, y unos narradores, escritores, poetas,
autores dramáticos , que nos cuenta que vivimos en un mundo feliz donde nos
ayudamos controlando nuestras emociones.
Vivir en este lugar
es un infierno. Todos los meses alguien se suicida para no soportar el
terror de vivir aquí , en este valle de lágrimas de mierda ¿ para qué?
Continúe mi camino siguiendo al coche de policía como si
fuera un coche fúnebre, pronto desapareció
de mi vista y se perdió en la oscuridad y las tinieblas.
Esta historia terminó oficialmente como siempre:
-Aquí no ha pasado nada señores, un romano se ha puesto
nervioso y ha secuestrado a un
cartaginés que merodeaba su villa dando
palmas.
Váyanse a su casa, que aquí no hay nada que más que ver.
Angelillo de Uixó.