viernes, 15 de febrero de 2019
El príncipe payo en el ghetto
Isabel llora en el suelo de un rincón de su pequeña cocina. Se pega presa de la histeria golpes en los ojos entre suspiros que entrecortan su respiración. La humilde cocina, habitualmente limpia, esa tarde está patas con el suelo lleno de tazas de barro rotas. Su hijo, con problemas con las drogas, cosa habitual en el barrio de texas- Vall d´uixó, en un ataque de ira porque le había desconectado el wifi el día de San Valentín mientras limpiaba su habitación, empezó a romperle como castigo las tazas que le regalaron para su boda. Isabel tenía esas tazas como un tesoro, aunque realmente no valían mucho. Se trataba de unas pequeñas tazas de barro realizadas de forma artesanal por un famoso alfarero del barrio muerto hacia unos pocos años. Ella y su marido, muerto también hacia unos años, tomaron café en esas tazas durante más de treinta años. A su marido le gustaba tomar el café con ella después de pegarle si había hecho un mal guiso, o había tenido un mal día en el trabajo. Tras el castigo de su hijo por la torpeza de su madre , le escribió un poema ante de salir de casa para poder respirar tranquilamente en las calles de barrio, ya que en casa no se podía estar con ella debido a su torpeza, causa de haberle arruinado el día de San Valentín.
A los pies de la madre que no paraba de gemir aterrorizada, se encontraba el poema que su hijo le había dedicado con cariño antes de irse:
“Hoy el día de San Valentín en el ghetto.
los progresistas lloran porque saben que las madres del ghetto
ese día van a tener otro hijo,
Nadie lo puede remediar.
Ni salvar a los miserables payos de los ghettos.
Nacerá otro chico entre muros llenos de rabia y odio,
Se convertirá en un idiota rematado,
como el resto de los muchachos del ghetto.
Nadie lo puede remediar.
Poseerá una mirada como un cáliz repleto de culpa,
unas manos inútiles para el trabajo como las un cristo crucificado
sentirá a través de un corazón frío como las iguanas,
donde se atrofia el amor y las esperanzas de la vida al sol;
Enrocadas por una marchita autoestima
estrangulada por miles de caracoles de conchas amarillas.
Aunque los progresistas y las trabajadoras sociales,
les digan de forma cruel y cínica,
entre las dalias y laureles que adornan sus despachos de cristal:
estudiar ,que eso todo lo soluciona.
Hasta la resurrección de las almas.
Pero saben que están condenados a vivir de los servicios sociales,
O acabar boca abajo abatidos por la policía.
Hoy es el día de San Valentín en el ghetto”
En el casal popular de Castellón tras el pase de la película, Yo Daniel Blake, se empezó un debate sobre la misma. Entre el público había unas ocho personas. Algunas tenían lágrimas en los ojos debido al efecto de una la película que relataba en forma muy gráfica, prácticamente como un documental, el drama de las clases trabajadoras inglesas empobrecidas, abocadas a unos servicios sociales deshumanizados donde su protagonista lucha por volver a ser tratado como una persona. Él es Daniel Blake, una persona, no un número de los servicios sociales británicos.
Mi nombre es Ángel- comentó uno de los asistentes al pase de la película- también me conocen como Angelillo de Uixó o el príncipe payo, pero para los servicios sociales de Vall d ´uixó mi nombre no importa. Para ellos solo soy un número más, una cifrá. Mi cifra es 2.999 euros para vivir en un año. A través de una carta de servicios sociales que me han enviado se me recuerda que cobré eso en un año. No sé si será cierto, yo creo que es menos, pero aunque sea cierto, me es indiferente. Con 2.999 euros no se vive bien, por eso me quejé al síndic de greujes, no porque me dieran algunos meses, que no todos cheques cada mes de 100 euros, sino porque no se me incluía en los programas de empleo para gente en riego de exclusión social a los que me apuntaba, ni se me permitiera trabajar dignamente en un huerta que poseía en terrenos municipales de Vall d´ Uixó donde practicaba para sobrevivir la agricultura ecológica. Me condenaron al hastío, al ostracismo social, y a vivir indignamente como castigo a las críticas a un sistema que es inhumano. La cifra de la que os hablo, viene reflejada en una carta del sindic de greujes, mandada por los servicios sociales de Vall d´Uixó para justificar ante este organismo que no estoy en riesgo de exclusión social. Acudí al sindic comentando mi situación. Esta es la respuesta que da el concejal de servicios sociales cuando le pidió el síndic información de mi situación.
"Ángel cobró 2.999 euros en el año 2017. NO hay motivo a la queja interpuesta. Servicios sociales de Vall d´uixó"
Yo al leer esta carta me sentí como si fuera un ladrón que vive de las ayudas sociales, quien me conoce sabe que soy trabajador y siempre he querido trabajar, pero aquí no hay trabajo. Llevo años dando vueltas en como un bucle por servicios sociales, por el inem, , sin conseguir nada, cada vez más hundido por un sistema que no me trata como un ser humano. No estoy solo en esta situación. Vivo en un verdadero ghetto donde la miseria, los gritos y la desesperación llega a límites inimaginables de sufrimiento de los que nadie habla.
Yo soy Ángel Blasco, un ciudadano de clase trabajadora que reclama su derecho al trabajo y a una vida digna.
Angelillo de Uixó.
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