Confucio-Jesús.
Angelillo superstar.
I. A la salida de juzgado ante el Gran Juez de Paz que
les despide diciendo que no puede hacer nada por ellos al denunciar que
sufren amenazas, intentos de agresión e insultos, pues es su destino.
Magno poeta mirando las calles llenas de rostros de hombres llenos de loco furor.
¿ De dónde vendrá esta costumbre nuestra de peregrinar
siempre sin dinero, pobres, humillados, golpeados y al borde de ser
crucificados?
El mesías Juan Karlos.
Dice Caifás que de estar separados de la sociedad , y de
la cordura, pero yo creo que nuestro problema es que estamos demasiado
metidos en ella, e intentamos cambiarla haciendo no que los de abajo
suban arriba, si no que los de arriba bajen abajo, y eso les jode tanto a
los pobres cómo a ricos porque no comprenden lo que les decimos de dar
al césar lo que es del césar, y seguir igual de jodidos hasta pasar a la
posteridad.
Magno poeta.
¿ qué putada no entender que no hay solución verdad?
Juan Karlos.
Es cómo para volverse locos.
Magno poeta.
¿ Vamos al psiquiátrico?
EL mesías Juan Karlos mirando la magno poeta.
Vamos.
II. EN el psiquiátrico.
El portero.
Buenos días caballeros ¿ cuantos son?
Angelillo de Uixó:
Dos.
El portero con ironía:
¿ Seguro?
Riendo:
Venga adelante. Siéntense en el césped y esperen a que salga un doctor.
Sale el doctor llevando de la correa a un hombre que ladra a su alrededor y huele a los dos nuevos pacientes que le acarician.
Juan Karlos.
Que hermoso perro.
¿ Cómo se llama doctor?
El psiquiatra:
Napoleón.
El magno poeta:
¿ sabe dar la patita?
El psiquiatra:
Y hasta hablar cuando quiere.
Dirigiéndose al perro:
Paco, habla con estos señores.
El perro, hablando:
Buenos días.
El psiquiatra volviendo a Juan Karlos y Angelillo de Uixó.
¿ Y ustedes quienes son?
Angelillo.
Confucio.
Juan Karlos:
Jesucristo.
El psiquiatra anota los nombres y con una gran sonrisa les da la bienvenida conduciéndolos a las instalaciones de fóbicos.
Bienvenidos señor Confucio y Jesucristo. Aquí estarán a gusto con Zaratrusta, Buda, Nietzche, Mahoma, Camilo Sexto, la Pantoja….
Al entrar el psiquiatra les deja explorar su nuevo
entorno, y observan con gran gozo a un judío dando vueltas en circulo
por la sala y lanzando en arameo versos de la cábala.
Dos homosexuales subidos a una mesa y con un cucurucho cada uno en la boca hacen cómo que tocan las trompetas de Jericó.
Un anciano desdentado habla con su sombra:
Se salto la tapa de la olla, y empezó a esparcirse la
carne y unos gusanos gigantes comenzaron a comerse los huesos, y luego
se tiraron a mi cara unas lombrices que salían por todas partes de unos
huevos que eclosionaban en la mesa.
Ahhhhhhhhh
Confucio a Cristo.
¿ Por qué hemos tardado tanto en venir aquí?
Jesús susurrando a Confucio:
Por sumisión a una sociedad injusta que enjaulaba nuestra conciencia y nos hacía ser judas.
Hemos vivido en las tinieblas mucho tiempo.
Confucio.
Es hora de despertar.
Una mujer joven con las muñecas de las manos vendadas se
acerca al mesías y se quita la bata blanca quedando todo su hermosos
sexo al descubierto
Se tira a los pies del mesías y se los besa, deseando sentir que es sacrificada su vida a los deseos de un desconocido.
EL mesías:
Levántate mujer.
Ella llorando, desconcertada, humillada suplica:
Soy una ramera.
EL resto de locos coreando:
Es una ramera, es una ramera.
Ella les grita con los ojos llenos de lágrimas:
No soy una ramera.
El resto de locos coreando:
Ella no es ya una ramera.
Entonces se levanta y le pega un bofetón al mesías. Se viste la bata riendo y le da un beso en la mejilla.
Entra un residente con aspecto de moro del patio pegando un portazo y cayendo al suelo.
Es perseguido y azotado por una docena de residentes.
Clama por su crucifixión.
Crucifixión, crucifixión, crucifixión.
Se arrodilla a los pies de Confucio, al que mira intentando reconocerlo.
¿ quién eres le pregunta?
Confucio- responde Confucio.
Y halando a las masas, con voz severa y blandiendo una silla sobre sus cabezas así les dice:
Confucio protege a este hombre, hasta que sepa si debe morir o vivir. O vosotros, matadores, primeros os pregunto:
¿ Por qué queréis crucificar a este hombre?
Las masas reveladas:
Se nos ha encomendado el sacrificio de este hombre a
través de su palabra para poder salvarnos. No deseamos matarlo, bueno
si, pero para salvarnos. Eso es lo que dice y creemos que es cierto.
EL mesías Juan Carlos entristecido:
! Qué decepción ! hasta aquí llega el egoísmo y la barbarie de las masas.
Confucio alegre y esperanzado:
Pero también hay gente que se quiere sacrificar por el bien.
EL mesías apócrifo:
Crucifixión, crucifixión.
Confucio al falso mesías:
No lo hagas hermano, si te matan el mundo seguirá igual.
Los pobres no se salvaran, en el mundo hay gente que te necesita. Se
necesita gente que luche por ellos.
El falso mesías recibiendo una patada de un hombre vestido de Napoleón en un momento de descuido.
Confucio que lanza la silla al emperador.
El mesías apócrifo:
Será la revolución mi eliminación.
Esta fuerza bruta de las masas, no creo que tengan malas intenciones al querer matarme, si no que no comprenden.
Tu misión Confucio es apelar por mi vida y divulgar mi mensaje.
Confucio, convencido:
En verdad te digo que tu eres mi mesías superstar.
¿ Cual es tu nombre?
EL falso mesías:
Buda.
EL mesías Juan Karlos maravillado con el nuevo mesías.
Eres mejor que yo. Te seguiré hermano Buda. Ya no necesito más pruebas ni seguir siendo Jesús.
Confucio:
Ni yo Confucio. Ahora soy otro.
Angelillo de Uixó.
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Creado a partir de la obra en https://angelillo201.wordpress.com/.
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