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lunes, 2 de enero de 2017
Las 12 palabras de Mary Ángel, cuento de navidad.
“Tengo el corazón lleno de cicatrices a causa de las palabras.
Sana, sana cuando suenen las campanadas diciendo: Paz y bien.
Transmitáselo al juez de mi parte, letrado”
Estas fueron las últimas y misteriosas palabras que escribió Mary Ángel a su abogado en su correo electrónico antes de que acabara el año de nuestra historia. Creo que acontecía, si mal no recuerdo, el año 2016.
Una vez hecho esto, fue hacia la ventana de su habitación y miró a través de ella con las manos unidas en la espalda, entrelazadas entre si. El sol se escondía entre dos pequeñas colinas situadas en el suroeste, dejando resbalar por ellas su luz amarilla que se desparramaba como la yema de un huevo en un pan negro mientras el resto del cielo seguía tranquilo, ajeno al ocaso del sol. Una gran luz azul, casi transparente, invadia el tranquilo valle de Uixó. Algo nerviosos sus habitantes ante el inminente acontecimiento: el fin de año. Los niños del barrio corrían como diablos alborotando. Los farandules adultos y las chapulinas en edad de merecer, enfundadas en sus traje de luces y lagarteranas respectivamente, repletos de vida hueca. Una vida que en cierta manera les era ajena. Como regalada por Jehova, deidad que adoraban, y les envolvía en su pesado sueño vital que iba contra ellos.
Si, el año 2016 terminaba sin que el pueblo pudiera decir si fue bueno o malo, ya que el pueblo está alejado de cualquier compromiso moral.
Mary Ángel se alejó asqueado de la ventana, repleto de sentimientos íntimos causados por la soledad. En breves minutos consiguió disolver esos pesares en su mente. Era fin de año y estaba solo. Le pesó en el ánimo, pero dijo las siguientes tres palabras caminando hacia la cocina:
Subordinador, Dominador,Senegal (de Vall d´Uixó)
y tres preciosos husky, cada uno con estos nombres, aparecieron a su lado.
Él les acarició y les preparó la cena de navidad al llegar a la cocina.
Una lata de atún para los tres, lechugas del huerto ecológico. Peló unas almendras. Untó mermelada preparada por él mismo a base de naranjas de un huerto abandonado. Así como algarrobas.
Para él , se abrió una lata de mejillones y saboreó uno de ellos, luego cogió dos olivas, varias hojas de espinacas del huerto, masticó ajos y cebollas , bebió agua con azúcar y áloe vera con limón y tomillo.
En un saquito envuelto con servilletas de un cajón, había varios chuscos de pan que repartió en partes, más o menos, iguales para todos.
Muchos pensarían que tal descripción, sin conocer personalmente a Mary Ángel, era la de un ser mezquino. Pero nada más lejos. Se trataba de la navidad de un anticapitalista, en el pleno sentido de la palabra. Esta sería nuestra palabra número seis. La pronunció tras decir: Vall d´Uixó.
El lector del futuro debe saber que en el 2016 ser anticapitalista en España era vivir como un judío en la época nazi del holocausto. Detenciones, amenazas policiales, tortura, exclusión social.
La razón era que el anticapitalismo sonaba a terrorismo en la lengua del ABC, la guardia civil, la policía local, el partido socialista. El consumo, doctrina oficial en el reino de España era fuente de satisfacción, libertades sin freno y oportunidades sin igual. Por eso, no se entendía que hubiera gente que estuviera en contra. Evidentemente ir contra el capitalismo, era ir contra los derechos humanos. Por lo menos así se entendía desde las alturas del poder. Ya fuera un ayuntamiento de izquierdas como el de Vall d´Uixó, ya fuera el propio estado Español.
Mary ángel tenía amigos y familia. De hecho, cuando el pueblo silencio para retirarse a esperar la llegada de la cena en esa clara y fría tarde de fin de año, que empezaba a volverse oscura, sonó su teléfono. Pudiera parecer una contradicción, pero si ,Mary Ángel poseía un teléfono propio.
Se trataba de alguien importante para él. Su hermano, que le felicitaba las navidades.
“Te agradezco hermano que me desees felicidad, pero permite ser escéptico en que esta se produzca. Nada ha cambiado. Mis circunstancias son iguales”
A lo que su hermano, que era de la escuela optimista, y creía firmemente en la iniciativa personal, de acuerdo con la instrucción ideológica progresista liberal que había recibido en su carrera, replicó con tintes de rapapolvos.
“Desde luego, si no te mueves ni haces nada, no conseguirás ser feliz. En fin, yo creo que estás mejor que el año pasado, aunque tú digas lo contrario. No tienes que ir a fichar, y solo te han detenido dos veces, has conseguido un huerto…. Te has movido y has atraído cosas buenas. Es un principio. Poco a poco Mary”
Mary Ángel que no compartía esos discursos, coherente tal rechazo, claro está con un anticapitalista, replicó tirando mano de la amargura para contrarrestar el optimismo fraternal, que tan peligroso es para el ser humano, tanto como los derechos humanos y la tolerancia. Por no mencionar algo tan despreciable entendido como lo entiende un progresista: la paz.
“Hermanito, ya sabes que yo poseo el arte de amargarme- Mary ángel sabia que cuando empezaba por ahí, su hermano se cabreada, pues se preocupaba por él opinando que una persona desdichada, infeliz, pobre, y amargada era desgraciada. Pero nada más lejos, los verdaderos desgraciados son los que no sufren”
La discusión duro unos minutos sin que ambas posiciones se movieran de sus líneas.
Finalmente, se desearon un buen año. Fuera esto entendido como desgracias y desdichas contra las que luchar, o fuera poseyendo un trabajo, respetando las opiniones de sus semejantes, comportándose de forma educada, y evitando los problemas y el propio malestar para ser un poquito feliz.
Cuando colgó el teléfono Mary Ángel, ya quedaba poco, muy poco de año. La luna asomaba por el mismo sitio donde se había ido el sol. Tenía una forma simpática. Delgada, solo dos puntas que formaban una cornamenta dorada, casi como una banana arqueada.
Abrió la puerta para respira,r y vio la luz de sus vecinas.
De repente, sintió un deseo de felicitarlas. Más tarde reflexionaría el porqué de su conducta.
Al subir las vio con un grupo de amigas, y no supo que decir.
Había una mesa llena de alimentos, y un ambiente de felicidad insoportable. Al igual que limpieza y confort.
Las chicas al verlo lo saludaron. Mary Ángel no atinó que decir tras su inesperada entrada.
Balbuceo.
Vengo a felicitaros el año. Veréis… no se por qué , se me ocurrió que estaría bien.
¿ Qué vas a hacer esta noche ?- le preguntó una de sus vecinas.
Nada- contestó Mary ángel.
Y ésta exclamó indiferente:
Ahhhh.
Dudo de si debía acercarse a sus vecinas, y darles un beso en la mejilla o la mano. Pero pensó que eso era falso, incluso felicitarlas.
Y al diablo con el puto año- gritó y se fue preguntándose para que había subido a casa de sus vecinas.
Al llegar a su hogar, se tumbó en la cama haciéndose un escandaloso hueco entre subordinador, dominador y sengal de vall d´uixó, que protestaron porque ocupara parte del colchón donde estaban descansando.
No tardo mucho tras cerrar los ojos, cuando escuchó los petardos de año nuevo.
La cena y año nuevo.
Dos palabras más que sonaron en sus campanadas.
Angelillo de Uixó.
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